María (madre de Jesús)
María de Nazareth | ||
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María rezando, por Sassoferrato. | ||
Theotokos ("Madre de Dios") Bienaventurada Virgen María Nuestra Señora Se la venera en todos los momentos de su vida y pidiendo su intercesión sobre una localidad o cosa concreta, con numerosos títulos adaptados a tal fin. | ||
Nacimiento | Fecha desconocida; se celebra el 8 de septiembre. Si Jesucristo nació en el 7 a. C., ella habría nacido entre el 30 y el 20 a. C.[1] Lugar desconocido, la tradición recoge cuatro ciudades Séforis,[2] Jerusalén, Nazaret y Belén.[3] | |
Padres | según el Protoevangelio de Santiago, San Joaquín y Santa Ana | |
Hijos | Jesús de Nazaret | |
Fallecimiento | Fecha desconocida; se celebra el 15 de agosto, ver Asunción de María Jerusalén, o Éfeso, según diversas tradiciones. | |
Principal santuario | Existen numerosos santuarios, basílicas y templos de primer orden dedicados a María. La basílica de Santa María de Guadalupe es el santuario mariano más visitado del mundo. | |
Festividad | Existen numerosas festividades marianas:[4]
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Atributos | Variada: anagrama con M y A.; azucena; corona de doce estrellas; Luna a sus pies; Rosario; Rosa; vestidos blanco, rosa o rojo, y azul; Niño Jesús en sus brazos; serpiente del Génesis o demonio bajo sus pies. | |
Patronazgo | María, ya sea con su nombre o con el nombre de alguna de sus advocaciones, es patrona de innumerables países, ciudades y localidades del mundo. Su advocación de Nuestra Señora de Lourdes es patrona de los enfermos. Su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe (México) es patrona de toda América e Islas Filipinas, por extensión devocional de su advocación primigenia: la Virgen de Guadalupe (Extremadura, España) -"Reina de la Hispanidad"- | |
Plegaria | Avemaría, Magnificat, Angelus, Regina Coeli, Salve Regina, Santo Rosario, Letanías lauretanas, Memorare | |
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María (en arameo, מרים, 'Mariam'), madre de Jesús de Nazaret, fue una mujer judía de Nazaret de Galilea que, según diversos pasajes neotestamentarios pertenecientes al Evangelio de Mateo, al Evangelio de Lucas y a los Hechos de los Apóstoles, como también distintos textos apócrifos tales como el Protoevangelio de Santiago, vivió entre fines del siglo I a.C. y mediados del siglo I d.C. También el Corán (siglo VII), libro sagrado del islam, la presenta como madre de Jesús (Isa), bajo su nombre árabe, Maryam o Miriam.
La presencia de María es atestiguada por las principales corrientes del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico: primero, de forma alusiva, en el cristianismo paulino,[5] y luego, con mayor énfasis en el cristianismo sinóptico y joánico, donde se la considera una personalidad cualificada y en más de un sentido única, partícipe singular de un momento clave de la Historia de la salvación, la encarnación de Jesucristo,[6] y copartícipe de otros dos, la crucifixión y muerte de Jesús,[7] y la conformación de la primera comunidad cristiana orante inmediatamente antes de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.[8][9]
El Evangelio de Mateo[10] y el Evangelio de Lucas[11] presentan a María como una joven virgen cuando, en la Anunciación, supo que estaba encinta por obra del Espíritu Santo, sin concurso de varón.[9] Por esto, a menudo se la llama la «Virgen María», o simplemente «la Virgen», en las Iglesias católica, ortodoxa, copta, en la Comunión anglicana y en otras denominaciones cristianas.
En las Iglesias católica y ortodoxa se le atribuyen facultades de intercesión ante Jesucristo, siguiendo a san Ireneo de Lyon (siglo II) y lo narrado en el Evangelio de Juan sobre su intervención en las bodas de Caná.[12] En las Iglesias antes citadas, la devoción a ella se manifiesta a través de expresiones diversas, que van desde declaraciones dogmáticas y doctrinales marianas, hasta oraciones a ella dedicadas, y títulos con los que se la identifica, tales como «Madre de Dios», o su correspondiente término en griego, «Theotokos», este último adjudicado a ella tempranamente en el Concilio de Éfeso de 431 y muy utilizado por la Iglesia ortodoxa. También se la llama «Bienaventurada Virgen María», en línea con el texto evangélico:
«[...] desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada [...]»
María a Isabel,
Evangelio de Lucas 1:48
Otras denominaciones cristianas, en particular varias surgidas a partir de la Reforma cuestionan la devoción mariana de católicos y ortodoxos.
Índice
1 El nombre de María
2 Vida de María según la tradición cristiana
2.1 Padres y familia
2.2 Matrimonio de María
2.3 Anunciación
2.4 La visita de María a Isabel
2.5 Nacimiento de Jesús
2.6 María y una profecía de sufrimiento
2.7 María en la huida a Egipto
2.8 María, durante la adolescencia de Jesús
2.9 María guardó y cumplió las palabras de Jesús
2.10 María durante el ministerio público de Jesús
3 María en el cristianismo
3.1 María, durante las primeras persecuciones y en la Patrística
3.2 María en las Iglesias católica, ortodoxa y copta
3.2.1 Cuestiones teológicas
4 Apariciones de María
4.1 Galería de las principales apariciones y advocaciones
4.1.1 Oraciones marianas
4.2 María en las Iglesias Reformadas
4.3 María en la Comunión Anglicana
5 María en el Islam
6 Repercusión de María en el mundo actual
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Enlaces externos
El nombre de María
Para los hebreos el nombre no era un simple apelativo; estaba íntimamente ligado a la persona. Por ello usaban nombres que describirían la personalidad, el carácter; así, era muy usada la expresión "su nombre será tal" cuando se quería designar una misión o carácter especial al niño por nacer.
María es un nombre conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido nombre de la hermana de Moisés y Aarón,[13] originalmente escrito como Mīryam. La versión de los Setenta lo menciona a partir de la forma aramea Mariám (Mαριαμ); el cambio en la primera vocal refleja la pronunciación corriente, la del arameo que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo.
Al igual que con los nombres de Moisés y Aarón, que fueron tomados con sumo respeto, el de María no se usó más como nombre común, pero la actitud cambió con el tiempo y fueron puestos como señal de esperanza por la era mesiánica.
En el texto griego del Nuevo Testamento, en la versión de los Setenta, el nombre usado era Mariám.[14] María sería probablemente la forma helenizada de la palabra.
Aunque en la Edad Media se le buscó significados más piadosos que exactos, bajo los actuales descubrimientos arqueológicos, "Alteza" o "Ensalzada" son los significados más cercanos al nombre de origen hebreo.
María es asimismo conocida como "Estrella de los Mares" o "Estrella del Mar" (Stella Maris). Dicho nombre procede de la interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento, del primer Libro de los Reyes 18:41-45.
Vida de María según la tradición cristiana
María es mencionada por su nombre por primera vez, aunque de forma tangencial, al escribirse el evangelio más antiguo, el Evangelio de Marcos.[15] En el Evangelio de Mateo se la menciona con motivo de la narración de la concepción milagrosa de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.
Aquí el evangelista Mateo menciona que es María aquella de quien habló el profeta Isaías al decir:
«la Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros».[16]
El Evangelio de Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar con más detalle los temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se amplían más abajo: la Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación de Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: «a ti misma una espada te atravesará el corazón»,[17] aludiendo al dolor de María durante la Pasión de su Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También es el evangelista Lucas quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.[18] En el Evangelio de Juan, Jesús hace su primer milagro a petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al discípulo amado, y él es entregado a María como hijo (por estos hechos, las teologías católica y ortodoxa destacan la intercesión de María ante su Hijo; y la proclamación simbólica de María como «Madre de la Iglesia», es decir, «de todos los cristianos», figurados en la persona del discípulo amado). También se la menciona en los Hechos de los Apóstoles[19] como miembro destacado de la comunidad cristiana primitiva.
Padres y familia
La tradición cristiana ha considerado a Joaquín y Ana como los progenitores de María. Estos nombres están tomados del Protoevangelio de Santiago, uno de los evangelios apócrifos más famosos y antiguos. Esta asunción ha sido punto de referencia para muchos datos piadosos sobre la vida de la Virgen María.
No se tiene seguridad de si María tuvo hermanas. Aunque algunos toman por ciertos datos del Evangelio de Juan y de Mateo quienes mencionan a una "hermana de su madre", la cual sería María de Cleofás de acuerdo con Jerónimo.[20] Por su parte, Hegesipo menciona a esta María como esposa de Cleofás, hermano de José y por tanto concuñada de María: un matrimonio hebreo no colocaría el mismo nombre a dos de sus hijas carnales.
En el Nuevo Testamento, algunos pasajes mencionan que Jesús tenía hermanos. En concreto, se mencionan los hermanos 2 veces en el Evangelio de Mateo, 2 en el Evangelio de Marcos, 1 en el Evangelio de Lucas y 2 en el Evangelio de Juan. La Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa,[21] la Iglesia copta[cita requerida] y la Comunión anglicana,[22] basadas en el uso del lenguaje hebreo de aquella época y en la tradición eclesial, interpretan este término como "parientes", y declaran que María permaneció "siempre virgen".
Quienes aseguran que María tuvo otros hijos basan su argumentación en la interpretación literal de los textos bíblicos en los que se habla expresamente de "hermanos de Jesús". En el idioma arameo así también en el hebreo no existe un término para indicar primo o un familiar cercano.[23] La Biblia de los Setenta, al traducir la Biblia del hebreo al griego, cada vez que encuentran el término hermano (בן), usan el término ἄδελφος, de manera que este término indica a parientes incluso no muy cercanos. Así se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1.ª Cró 15:6 –ver también Gén. 11:27; 12:5 y comparar con Gén. 13:8; 14:14,16).
Aunque en el idioma griego koiné sí existe el término ἀνέψιος para referirse a los primos, no implica que su uso estuviera generalizado entre los hebreos.[cita requerida].
Matrimonio de María
Los evangelios hacen aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús. Según lo que narran se puede ver que María en ese momento era prometida de José de Nazaret, quien era carpintero. Los relatos evangélicos se inician después de los desposorios de María con San José.
El Evangelio de Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia de Jesús. Es en Lucas también donde es llamada "llena de gracia", "bendita entre todas las mujeres", "madre del Señor". El apelativo κεχαριτωμένη, que se lee kecharito̱méni̱ y que es participio perfecto pasivo de χαριτον (chariton), es traducido por las versiones protestantes como "muy favorecida", mientras que en las católicas se suele traducir como "llena de gracia" (siguiendo el "gratia plena" de la Vulgata). La Nueva Biblia de Jerusalén, por ejemplo, detalla en el Evangelio de Lucas (1,28) que este saludo en forma literal significa: "tú que has estado y sigues estando llena del favor divino".[24] Esto se debe a que en griego un verbo factitivo como χαριτόω en perfecto indica completamiento del acto que indica el verbo.
Según la tradición judía de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban entre los dieciocho y veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a partir de los doce años eran consideradas doncellas (na'arah) a partir de esa edad podían desposarse. El matrimonio judío tenía dos momentos, desposorio y matrimonio propiamente dicho: el primero era celebrado en la casa de la novia y traía consigo acuerdos y obligaciones, aunque la vida en común era posterior. Si la novia no había estado casada antes se esperaba un año después del desposorio para llegar a la segunda parte, el matrimonio propiamente dicho, donde el novio llevaba solemnemente a la novia desde la casa de sus padres a la de él.
Anunciación
La presencia de María en los relatos bíblicos comienza con la narración de la aparición del ángel Gabriel a María, según lo relata el evangelista Lucas.[nota 1]
Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo.»
Lucas 1:26-28
Lucas puso empeño en anotar las reacciones de María ante las revelaciones divinas que se irán sucediendo: su turbación[25] y su dificultad,[26] al igual que posteriormente mostraría su asombro ante el oráculo de Simeón[27] y su incomprensión de la palabra de Jesús en el templo.[28] En presencia de un misterio que rebasa su inteligencia, reflexiona sobre el mensaje (Lucas 1:29; Lucas 2:33), piensa sin cesar en el acontecimiento y lo guarda en su corazón.[29][30]
Desde el momento de la Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de María parece trastocarse, comienza una secuencia de riesgos y de inseguridades señalada por los evangelios de Lucas y de Mateo.[31] La primera inseguridad se presenta en relación al origen de su concepción. En efecto, la incertidumbre parece atacar el corazón de su prometido José, y lo conduce a su intención de repudiar a María en secreto para no ponerla en evidencia.[32] Así lo tiene planificado José cuando Dios le hace conocer sus designios por un sueño: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»[33] A partir de entonces, José coparticipa de los riesgos que se presentan en la vida de María, como se detalla más adelante.
La visita de María a Isabel
María, ya embarazada, visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel Gabriel le había anunciado que también ella, aunque ya anciana, estaba encinta, señal de que para Dios no hay imposibles. Viaja María a una población de la montaña de Judea, que actualmente se conoce como la ciudad de Ain Karim situada a seis kilómetros y medio al oeste de Jerusalén.
Al llegar María, el evangelio narra que el niño que tenía Isabel en su vientre dio un salto, que fue interpretado como de alegría. Isabel reconoce luego a María como la "Madre de su Señor"[34] y la alaba. María responde a Isabel con un canto de alabanza, ahora llamado "Magnificat",[35] inspirado en el cántico de Ana,[36] en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento que, seguramente, eran del conocimiento de María. El "Magnificat" incluye una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada".[37] La "Anunciación" y el "Magnificat" son, sin dudas, los dos pasajes de los evangelios canónicos en que María explicita verbalmente con más detalle su pensamiento, que no es otro que un anticipo de la misma vida y mensaje de Jesús.[38]
Nacimiento de Jesús
Lucas, al narrar las circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, describe con sencillez el riesgo que sigue impregnando la vida de María.[31] Ante un edicto de César Augusto que ordena un censo,[39] José y María deben emprender la travesía desde Nazaret en Galilea hacia Belén en Judea, cuando ella está por dar a luz.[40] Como no hay sitio para hospedarse, debe dar a luz en un pesebre.[41] El relato del evangelio de Lucas parece resaltar de forma creciente la fe de María, quien se fía de Dios a pesar de no comprender plenamente lo que sucede: ella guarda "estas cosas" y las medita en su corazón.[42]
María y una profecía de sufrimiento
Con motivo de la presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a la ley que ordena que todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor,[43] se produce un nuevo signo de inseguridad para María. Un hombre justo y piadoso llamado Simeón, a quien le es revelado que no verá la muerte antes de ver al Cristo, reconoce en el hijo de María la salvación, luz para iluminar a los gentiles y gloria del pueblo de Dios, Israel.[44] Pero a continuación, una profecía realizada por Simeón atraviesa la figura de María:
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! –– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
Lucas 2:33-35
María en la huida a Egipto
Tiempo más tarde, unos magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de los judíos que ha nacido».[45] Cuando entran en la casa, ven al niño con María su madre y, postrándose, le adoran.[46] Pero esta visita de los magos atrae la atención de Herodes el grande que ordena matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca.[47]
El riesgo se cierne nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y se retira a Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes.[48] Un autor contemporáneo remarca la ausencia casi constante de toda seguridad humana en el destino de María: «Quédate allí hasta nuevo aviso: tal era la fecha que Dios había señalado. ¿Cuando será la vuelta? ¿Pronto, dentro de un mes, de un año? ¿Se instalarán, vivirán allí provisoriamente?...»[31]
Cuando mueren los que buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y a su madre, y entra en tierra de Israel. Pero se entera de un nuevo riesgo: Arquelao reina en Judea en lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo de ir allí. Y, avisado en sueños, se retira a la región de Galilea, a una ciudad llamada Nazaret.[49]
María, durante la adolescencia de Jesús
El único episodio de Jesús adolescente narrado por los evangelios canónicos es referido por Lucas con motivo de la fiesta de la Pascua.[50]
Después de sufrir la pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado durante tres días, al encontrarlo María le pregunta: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando!» La expresión deja traslucir el dolor y la preocupación de una madre diligente, que incluso habla en nombre de José, lo que remarca la gran personalidad de María.[51] Jesús le responde a María con otra pregunta, que ella no comprende.
María guardó y cumplió las palabras de Jesús
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, María no fue lo que la Epístola de Santiago llamó «un oidor olvidadizo».[52] El Evangelio de Lucas nos lega una frase que se repite dos veces casi literalmente, forma de poner énfasis en el asunto. En la escena del nacimiento de Jesús, después que los pastores relatan a José y María lo que se les había dicho del niño, el evangelista agrega que «María conservaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón».[42] Y un poco más adelante, al relatar el episodio del hallazgo del Jesús, de doce años, entre los doctores del templo, el evangelista repite casi textualmente la frase antes citada: «Y su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».[53]
Es de notar que esta segunda frase no solo se refiere a la respuesta dada por Jesús en el templo a los doce años, sino que es razonable extenderla a todo lo que Jesús le dijo en los diálogos que con ella tendría durante los años que pasó «sujeto a sus padres». También es claro que el evangelista señala que María conservaba esas palabras a pesar de que ni ella ni José habían entendido la respuesta de Jesús en el templo: que «convenía que él se ocupara de las cosas de su Padre». Juan de Maldonado comenta que no podía María dejar de comprender que Jesús llamara a Dios «su Padre», ni tampoco podía resultarle extraño que él se considerara obligado a ocuparse de las cosas de Dios. Lo que María aún no comprendía era «a qué cosas llamaba Jesús las cosas de su Padre: de enseñar primero a los hombres, y luego de morir por ellos».[54]
A pesar de que, bajo este aspecto, las palabras de Cristo quedaron de momento envueltas en el misterio para la mente de María, ella las guarda como una reliquia, lo que forma parte de la psicología profunda de María. De allí que haya autores que hagan referencia a ella dándole el título de «Señora del Silencio».[55] Y es también por ello que algunos exégetas han llegado a considerar a María misma como una de las fuentes primarias del Evangelio de Lucas.[51] En cualquier caso, aun cuando María no fuese una fuente oral del Evangelio de Lucas, es razonable al menos admitir la existencia de un testimonio mediato: las palabras de María pueden haber llegado a Lucas a través de Juan el Apóstol o de mujeres que convivieron con ella.
María durante el ministerio público de Jesús
Durante el ministerio público de Jesús, María aparece mencionada en los Evangelios como "su Madre", situación especial de la que no goza ningún otro miembro de la comunidad. Un pasaje del Evangelio de Lucas describe cómo una mujer entre la muchedumbre se refirió a Jesús al exclamar: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».[56] Jesús respondió: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».[57] Según José María Cabodevilla, Cristo no significó con esas palabras que haya otros seres más dichosos que su madre pero, en lugar de poner particular relieve en la virginidad de María, en su concepción inmaculada o en su maternidad divina, expresó que la bienaventuranza principal de María consiste, no solo en haberlo concebido y criado a él, sino en haber escuchado y puesto en práctica su palabra, en haber creído en él,[38] tal como lo exclamó antes Isabel: "Feliz de ti por haber creído".[58]
En el Evangelio de Juan, la vida pública de Jesús se encuadra entre los dos únicos pasajes en los que aparece su Madre, propios de este evangelio. Se trata de las "bodas de Caná"[12] y la "muerte del Señor",[7] o sea, el inicio y el final del ministerio público de Jesús.[59]
Las bodas de Caná tienen lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha llegado "su Hora".[60] Sin embargo, (y a pedido de María) Jesús realiza su primer signo para que sus discípulos crean en él. María reaparece al llegar "la Hora",[61] o sea la glorificación de Jesús: su muerte y resurrección. En la cruz, es Jesús quien llama a su Madre,[62] y como en Caná le dice “Mujer”, encomendándole que sea “Madre” del discípulo amado que está con ella junto a la cruz.
Así, María adquiere el valor simbólico de ser la madre de los discípulos de Cristo, figurado en el discípulo amado.Se le llama "Mujer", haciendo alusión a la mujer del comienzo del Génesis, "Eva, madre de todos los vivientes".
Muchos Padres de la Iglesia (san Jerónimo de Estridón, san Agustín de Hipona, san Cirilo de Alejandría, san Juan Crisóstomo, san Juan Damasceno) señalan al respecto que "si la muerte vino por Eva, la vida vino por María".[63] Ahora que comienza una nueva creación, hay una nueva "Mujer" que es la Madre de la Iglesia, madre de todos los que viven. Las teologías católica y ortodoxa destacan que, en virtud de esos dos pasajes, son discípulos del Señor aquéllos que –tal como pide María– hacen lo que Él dice,[64] que permanecen al pie de la cruz del crucificado junto a María[65] y los que la reciben como madre propia, al igual que hizo "el discípulo a quien Jesús amaba".[66][59] Otras interpretaciones se discuten más adelante (ver sección “Cuestiones Teológicas”).
María en el cristianismo
María, durante las primeras persecuciones y en la Patrística
Ya en el siglo II, san Ireneo de Lyon llamó a María "nuestra más eminente abogada",[68][69] y su figura aparecía representada en las catacumbas de Priscila en Roma.[67] También en el siglo II, se decía de ella: "Y en Ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel" (Protoevangelio de Santiago).
Ignacio de Antioquía, obispo y mártir durante el reinado de Trajano (98-117), compuso siete epístolas dirigidas a Éfeso, Magnesia del Meandro, Trales, Roma, Filadelfia y Esmirna, además de una carta personal al obispo Policarpo de Esmirna. La más importante de todas en relación a este tema es la que envió a la comunidad cristiana de Roma antes de morir entre los años 98 y 110 d.C.[70]
“...quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María y su parto, como también la muerte del Señor: tres misterios clamorosos que fueron cumplidos en el silencio de Dios”
Ignacio de Antioquía[71]
Orígenes Adamantius, de Alejandría, uno de los tres pilares de la teología cristiana, expresó lo siguiente en el año 232 d.C.[72]
“María conservó su virginidad hasta el fin, para que el cuerpo que estaba destinado a servir a la palabra no conociera una relación sexual con un hombre, desde el momento que sobre ella había bajado el Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo como sombra. Creo que está bien fundado decir que Jesús se ha hecho para los hombres la primicia de la pureza que consiste en la castidad y María a su vez para las mujeres. No sería bueno atribuir a otra la primicia de la virginidad”
Orígenes[73]
Efrén el sirio (306-373 d.C), padre y doctor de la Iglesia, declaró:
“¿Cómo hubiera sido posible que aquella que fue morada del Espíritu, que estuvo cubierta con la sombre del poder de Dios, se convirtiera en una mujer de un mortal y diese a luz en el dolor, según la primera maldición?…Una mujer que da a luz con dolores no podría ser llamada bienaventurada. El Señor que entró con las puertas cerradas, salió así del seno virginal, porque esta virgen dio a luz realmente pero sin dolor“
San Efrén[74]
De este modo, de las reflexiones sobre lo que dicen de ella en el evangelio, se explicitaron todo tipo de virtudes y cualidades.
Sin embargo, otros creen que la devoción a María fue más tardía. “Parece que la Iglesia de Roma no celebró ninguna fiesta de la Virgen antes del séptimo siglo”. (Christian Worship: Its Origin and Evolution por el historiador francés Louis Duchesne) “La devoción a Nuestra Bienaventurada Señora a fin de cuentas debe considerarse como una aplicación práctica de la doctrina de la Comunión de los Santos. Dado que esta doctrina no se encuentra, por lo menos de manera explícita, en las versiones más antiguas del Credo de los Apóstoles, tal vez no haya razón para que nos sorprendamos de no hallar rasgos claros del cultus de la Bienaventurada Virgen durante los primeros siglos de la era cristiana.” (The Catholic Encyclopedia) “El título ‘madre de Dios’ parece haber surgido en el uso devocional, probablemente en Alejandría, en algún tiempo durante el siglo III o el IV [...] Para fines del siglo IV, la Theotokos se había establecido firmemente en varias secciones de la iglesia”.
Cabe mencionar que algunos ven en la veneración a María similitudes con la veneración de mujeres en otras culturas paganas.[75][76]
María en las Iglesias católica, ortodoxa y copta
Como la doctrina de la Trinidad considera a Jesús una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se le da a María el título de theotokos, 'Madre de Dios'. Isabel había dicho: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Aquí "el Señor" es indudablemente Dios. Por lo tanto cuando a continuación la llama: "la madre de mi Señor", la referencia es muy clara: la consideraba 'Madre de Dios'.
Según la teología ortodoxa y también católica, es correcto denominarla de esta forma pues Jesús unía en una misma persona dos naturalezas (la humana y la divina), y cuando se habla de María como Madre de Dios se refiere a María como madre de Jesús en toda su persona. La ortodoxia encuentra correcto[cita requerida] el referirse a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Su razonamiento lógico es el siguiente; "Si Jesús es Dios y María es madre de Jesús, entonces María es Madre de Dios". La encarnación significa que en un instante la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, de naturaleza divina, asumió plenamente la naturaleza humana -sin menoscabo de su condición divina- al ser concebido milagrosamente en María. Como fue instantánea y esencial, María en ese momento empezó a ser madre de Jesús: hombre-Dios.
Para los cristianos, sobre todo en la teología católica, ortodoxa y anglicana, se ponen de manifiesto un conjunto de "paradojas marianas" (recopiladas por Castán Lacoma) y solo contempladas en el marco de la fe, pues forman parte del "misterio mismo de Dios, que quiso hacerse niño", y depositó en María gracias extraordinarias en orden a su maternidad. Por ser la madre de Cristo –considerado el Verbo encarnado, Dios mismo–, María es:
- la que dio el ser al creador de todo,
- la que engendró al mismo que la había creado a ella,
- la que existía antes que Dios... se encarnara,
- la que encerró en su seno al Inmenso e Infinito,
- aquella que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo,
- la que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta,
- la que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve,
- la que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos,
- la que tocó los confines de quien no tiene fin.[63]
En las iglesias ortodoxa y católica también existe la creencia de la "Santísima dormición de la Virgen María", ya que al considerar que estaba libre del pecado original, no podía morir pues la muerte es consecuencia de este pecado. Por ello fue algo comúnmente creído por los fieles: “En el principio, la comunidad cristiana no tenía ningún recuerdo de la muerte de María”. (Periódico L‘Osservatore Romano por el teólogo católico Jean Galot). En Jerusalén se encuentra la benedictina Abadía de Hagia María o de la Dormición, en cuya cripta se dice descendió María y fue dormida antes de su asunción al cielo, lo cual fue proclamado solemnemente por Pío XII en 1950. Por otro lado también se cree lo dicho por los padres de la Iglesia desde San Melitón de Sardes en el siglo II después de Cristo de que María fue coronada en el cielo después de su asunción, basándose esto en el relato del libro del Apocalipsis en el capítulo 12. En la iglesia católica, la Coronación de María es el 5.º. Misterio glorioso del Rosario.
Cuestiones teológicas
Mientras con el transcurso del tiempo la Reforma se alejaba de Lutero y Calvino, y disminuía la posición de María, en el catolicismo ésta posición se mantenía.
El pasaje del evangelio según San Juan 19:27 ha dado lugar a interpretaciones que aún hoy no concuerdan:
Muchas versiones traducen: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa”.
Mientras que otras [como Sagradas Escrituras (1569) y Reina Valera (1909)] traducen:
“Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo”.
Según el catolicismo, la diferencia de lo que se transmite no es menor, ya que "para Jesús era el momento más trascendental de toda su existencia terrenal". Para saber si estaba dejando a su madre al cuidado de su amado discípulo Juan, es conveniente verificar el texto original (griego):
καὶ ἀπ’ ἐκείνης τῆς ὥρας [y desde aquella hora]
ἔλαβεν ὁ μαθητὴς αὐτὴν εἰς τὰ ἴδια [(aquél discípulo la tomó a su propiedad)[77]]
En cualquier caso se traduce al español como: “y desde aquella hora el discípulo la tomó como propia” (es decir, como su propia madre).
En 1854, se produjo la proclamación, por parte del papa Pío IX del dogma de la Inmaculada Concepción: María fue liberada del pecado original en su propia concepción, de manera que vivió una vida completamente sin pecado, cuestión que tampoco es aceptada por los protestantes. Por tanto, la Iglesia Católica considera dogma de fe que "la Santísima Virgen, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original".
Por medio de la Constitución Apostólica "Munificentíssimus Deus", el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de 1950:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Al definir este dogma, Pío XII no hizo más que definir solemnemente lo que los fieles siempre habían creído, es decir que la carne de la mujer que había dado carne al Hijo de Dios escapó a la corrupción de la carne humana. Las confesiones protestantes niegan esta proposición.
Apariciones de María
Véase también: Aparición mariana
Según la Iglesia Católica, la Iglesia ortodoxa[cita requerida] y la Iglesia Copta[cita requerida], es posible que María y los santos puedan comunicarse privadamente con los hombres. Los mensajes revelados a los videntes son consideradas por la Iglesia como revelaciones privadas (mensajes que pueden ayudar a la salvación). Sin embargo, aunque la Iglesia Católica llegue a aprobar una aparición como auténtica manifestación sobrenatural y diga que los mensajes están de acuerdo con la doctrina y tradición cristiana, estas revelaciones no son consideradas como una verdad de fe, lo que deja en libertad a los creyentes de aceptarlas o no. Las apariciones de María son indicadas en la teología católica con el término mariofanías.
La historia del catolicismo recuerda numerosas apariciones, de las cuales solo algunas han sido aprobadas oficialmente. Entre las más conocidas podemos citar: del Pilar (España, 40 DC), Guadalupe -Reina de la Hispanidad- (España, siglo XIII, y venerada en México, 1531), Coromoto (Venezuela, 1652), de la Medalla Milagrosa (Francia, 1830), Lourdes (Francia, 1858), Chapi (Perú) y Fátima (Portugal, 1917); la que se refiere a Medjugorje (Bosnia y Herzegovina, 1981), todavía es objeto de estudio por parte de la Santa Sede.[78]
Estos fenómenos no han ocurrido solo en el catolicismo. Durante la historia de casi todos los países de la cristianidad ortodoxa, tales apariciones se manifestaron en gran número con la consiguiente construcción de santuarios.[cita requerida] Algunas de esas apariciones se reflejaron en los calendarios litúrgicos de las iglesias ortodoxas (véase Protección de la Madre de Dios).
En los últimos años se han reportado supuestas apariciones marianas en Egipto, algo que la Iglesia Copta interpreta como una consolación en tiempos de persecución.[cita requerida] Se han reportado supuestas apariciones como la del Zeitún en 1968, Asiut en 2000, y más recientemente en el barrio cairota de El Warrak en diciembre de 2009. Los creyentes manifiestan que la mayoría de estas apariciones tienen lugar en las cúpulas de iglesias coptas. El papa copto, Shenouda III aprobó tales apariciones como verdaderas manifestaciones de la Virgen María.[79][80]
Galería de las principales apariciones y advocaciones
Estas son algunas apariciones y advocaciones marianas:
Nuestra Señora del Divino Amor, Pintura del Castel di Leva.
Italia
Virgen del Pilar.
España
Nuestra Señora de Czestochowa, Icono de Nuestra Señora de Czestochowa.
Polonia
Virgen de Guadalupe.
España (Reina de la Hispanidad)
Nuestra Señora de Guadalupe, México Reina de México, Emperatriz de las Américas y de las Islas Filipinas.
Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.
México
Virgen de Chiquinquirá, pintura de Baltasar Vargas de Figueroa.
Colombia
Virgen de Coromoto.
Venezuela
Virgen de Fátima.
Portugal
Virgen de Lourdes.
Francia
Nuestra Señora de Pontmain.
Francia
Virgen de Umbe.
España
Virgen de La Codosera.
España
Virgen de las Gracias de Onuva.
España
Virgen de la Caridad del Cobre.
Cuba
Virgen de la Candelaria.
Islas Canarias, España
Divina Pastora de las Almas.
Venezuela
Virgen de Lujan.
Argentina
Oraciones marianas
La oración mariana de más antigüedad conocida es el Sub tuum praesidium (español: Bajo tu protección o amparo).
Texto griego | Texto en latín | Traducción |
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El papiro Rylands 470 descubierto en Egipto, datado del siglo III y publicado por Roberts en Mánchester en 1938, contiene la muy conocida oración Sub Tuum Praesidium.[81] El original se conserva en la Biblioteca Universitaria John Rylands.[82] Cabe destacar en el texto la presencia del término Theotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de Dios”. Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma solemne este título para la Virgen María, contra el parecer de Nestorio. Está considerada, por tanto, como la oración mariana más antigua de las que tenemos noticia.
La Iglesia católica propone muchas otras oraciones para venerar a María o pedir su intercesión. La más popular de todas ellas es el Ave María. Otras oraciones marianas son el Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de Pascua en lugar del Angelus), la Salve, el Memorare y también el Bendita sea tu pureza:
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti Celestial Princesa,
Oh, Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes Madre Mía. Amén.
María en las Iglesias Reformadas
Las iglesias reformadas interpretan el papel de Maria, y de todos los personajes y acontecimientos bíblicos de su época, sólo según lo dicen las Escrituras, usando la hermenéutica bíblica para la fiel interpretación de sus textos. La Biblia dice lo que significa y significa lo que dice. Acepta la concepción milagrosa de Jesús por obra del Espíritu Santo como una verdad bíblica, pero además, cuando las Escrituras se refieren a los "hermanos de Jesús", o cuando el apóstol Pablo escribe "Santiago el Menor, el hermano del Señor", lo interpretan literalmente, por lo que niegan la virginidad perpetua de María. En el pasaje bíblico de (Mateo 13:55-56) La gente de Galilea al ver los milagros de Jesús se sorprendían y se preguntaban quién era, e intentando identificar su familia directa, mencionan a su padre por el oficio, luego a su madre María y siguen con los nombres de sus cuatro hermanos Jacobo, José, Simón, Judas y también mencionan que tuvo hermanas. Si bien la Biblia en muchas ocasiones utiliza la palabra hermanos para referirse a parientes, como en cierto sentido lo hacemos en la actualidad. Aunque el contexto sugiere lo anterior, y sabiendo que se estaba en una comunidad judía, las Iglesias Reformadas lo interpretan como si fuere la familia directa de Jesús.
Por otro lado, Martín Lutero dijo entre otras cosas:
María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo... Si Él es nuestro, debiéramos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre.
Sermón, Navidad, 1529
(Ella es) la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo... ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.
Sermón, Navidad 1531
Sobre la Maternidad Divina:
... ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios... es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios".
Ref: Sermon on John 14. 16: Luther‘s Works (St. Louis, ed. Jaroslav, Pelican, Concordia. vol. 24. p. 107)
Sobre la Inmaculada Concepción:
Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado.
Sermón: "Sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios", 1527.
Y sobre la virginidad perpetua de María:
Cristo... fue el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él... Me inclino a aceptar a quienes declaran que los "hermanos" realmente significan "primos" aquí ya que el escritor sagrado y los judíos en general siempre llamaban hermanos a los primos.
Luther‘s Works, eds. Jaroslav Pelikan (vols. 1-30) & Helmut T. Lehmann (vols. 31-55), St. Louis: Concordia Pub. House (vols. 1-30); Philadelphia: Fortress Press (vols. 31-55), 1955, v.22:23 , v.22:214-15 / Sermons on John, chaps. 1-4 (1539)
Otra importante figura del Protestantismo, Juan Calvino, escribió sobre este punto:
Helvidius mostró excesiva ignorancia al concluir que María debe haber tenido muchos hijos porque el término "hermanos" de Cristo es mencionado varias veces"
Harmony of Matthew, Mark & Luke, sec. 39 (Geneva, 1562), vol. 2 / From Calvin's Commentaries, tr. William Pringle, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1949, p.215; on Matthew 13:55
(Sobre Mateo 1,25): La deducción que él [Helvidius] hizo, de que María no permaneció virgen más que hasta su primer parto, y que después tuvo otros hijos de su esposo... Ninguna justa y sólidamente fundada inferencia puede ser lograda a partir de esas palabras... como que tomara lugar después del nacimiento de Cristo. El es llamado el "Primogénito"; pero por el solo propósito de informarnos que nació de una virgen... lo que ocurrió después no nos es informado por los historiadores... nadie podrá sostener este argumento obstinadamente, excepto por un extremo apego a las disputas.
Pringle, ibid., vol. I, p. 107
Como se dice al comienzo de la sección, los continuadores del movimiento se han apartado de la idea de sus iniciadores -coincidente con la de la Iglesia Católica- sobre estos puntos.
Hay que recordar que los hebreos vivían bajo la cultura de “clan” (Lev. 25:10), por lo tanto solo solían distinguir entre parientes cercanos (en griego: adelphe –traducido al español como hermanos-) y parientes en general (en griego: suggens –es decir: parentela-). Y en relación con la palabra traducida como hermano, es sabido que entre los hebreos tenía una aplicación muy amplia, por ejemplo:
"Cuando Tobías oyó decir esto a Rafael y supo que Sara era hermana suya, de la misma descendencia que la familia de su padre, la amó intensamente y se enamoró de ella." (Tobías 6:19)
Sin embargo, la no inclusión del libro de Tobías como canónico -es decir, con autoridad normativa o dogmática- en algunas Biblias protestantes, dificulta la aceptación de este argumento.
La Biblia afirma que Abraham era tío de Lot (Gén. 11:27; 12:5); no obstante a Lot y Abraham más de una vez se los denomina “hermanos” (Gén. 13:8; 14:14,16).
También Labán llama “hermano” a Jacob, el cual para nuestra terminología actual sería su “sobrino” (Gen 29:15).
Así se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1.ª Cró 15:6)
María en la Comunión Anglicana
Aunque la figura de María ha estado presente en la Comunión anglicana desde sus inicios, en el año 2005 se produjo un acercamiento teológico profundo de la Comunión anglicana a la figura de María. Este acercamiento se expresó en un documento publicado por la ARCIC (Comisión Internacional Anglicano-Católica) llamado "María: Gracia y Esperanza en Cristo", publicado el 16 de mayo del año 2005 el cual es la primera declaración conjunta anglicano-católica sobre el papel de la Virgen María en la doctrina y la vida de la Iglesia. Aunque no es un texto declaratorio, se ofrece a las iglesias para su estudio y evaluación. Una de las conclusiones del documento es que "es imposible ser fieles a las Escrituras sin prestar la atención debida a María".
Profundizando el acercamiento anterior, el 24 de septiembre de 2008, el arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams peregrinó al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional.[83]
María en el Islam
En el Islam se llama Maryam bint ʿImran (مريم بنت عمران), esto es, María hija de ʿImran (Joaquín en el cristianismo), y de Hannā (حنـّا Ana), o también Maryam bint Dāwud (María hija de David), por proceder del linaje del rey David según la tradición. Es considerada ejemplo de mujer virtuosa y tiene tanta relevancia como su hijo Jesús (ʿIsà عيسى), a cuyo nombre se añade casi siempre el laqab o filiación "ibn Maryam" (بن مريم), esto es, "hijo de María". A María está dedicada una de las azoras o capítulos del Corán, la que lleva por título آل عمران Āl ʿImrān, esto es, la familia de Imran.
También el Corán 19:28 describe a María como hermana de Aarón, que es el hermano de Moisés. Asimismo el Evangelio, según Lucas 1:5, establece la relación genealógica entre Aarón y otra mujer relacionada con María; se trata de Isabel (madre de Juan, el Bautista) a la que describe como descendiente de Aarón (Lc 1:15) y parienta de María (Lc 1:36). Según el Éxodo 6:20 Aarón es hijo de Amram y de Iojebed. Así, según el Corán María es hija de 'Imran y hermana de Aarón, y según el libro del Éxodo Aarón es hijo de Amrán, por lo que la María está ligada al personaje que el Corán llama Imran y que la Biblia llama Amrán, y por tanto a Iojebed y a Moisés.
Según el Corán, la madre de María esperaba tener un hijo varón a quien dedicar al servicio del Templo, siguiendo la tradición familiar. Dio a luz a una niña, en quien sin embargo se cumpliría la tradición, pues fue asignada al servicio sagrado. Fue confiada a la tutela del profeta Zacarías (necesariamente un personaje distinto al Zacarías bíblico), quien se sorprendía, al visitar a su ahijada en el oratorio en el que esta se encontraba retirada, de que siempre contara con alimentos que le eran enviados por Dios.
Como en la tradición cristiana, a María le fue anunciada la concepción sobrenatural de Jesús por un ángel. El Corán insiste, sin embargo, en que aunque tuvo un hijo por voluntad de Dios sin la intervención de un varón, Jesús no era en modo alguno un hijo del ser supremo. En el Corán no existe José: María dio a luz sola en el desierto, al que se había retirado con este propósito y en el que se alimentaba de dátiles y del agua de un riachuelo colocados allí por Dios. El hijo, por su parte, tiene en el Islam la consideración de profeta o enviado de Dios (véase el epígrafe "Jesús en el Islam" en Jesús de Nazaret).
María tiene en el Islam la envergadura espiritual de un profeta, sin serlo. En el Corán, el mayor error de los judíos en lo que a Jesús y María se refiere no es, como asumen los cristianos, el supuesto hecho de haber matado al hijo (cosa que, por otra parte, la tradición islámica niega que hicieran), sino el hecho de haber menospreciado y dudado de la virtud de la madre.
Una tradición atribuye a Mahoma el dicho de que cinco son las mujeres más destacadas ante Dios: Asia, esposa del faraón, que cuidó de Moisés y que creía en la palabra eterna de Dios pese a la opresión de su esposo y de su entorno; María, la madre de Jesús; Jadiya, la primera esposa de Mahoma, que fue la primera creyente y lo apoyó en las épocas más difíciles de adversidad, su otra esposa Aisha, y Fátima, su hija menor y madre de sus nietos, los imanes Hasan y Husain.
Repercusión de María en el mundo actual
En 1999, una investigación realizada por el periódico británico The Guardian en la que se efectuó un análisis computarizado del inventario de libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos con sede en Washington, D.C., concluyó que «si la celebridad de un individuo consiste en que se escriba un libro sobre él, [...] Jesucristo es aún el personaje que goza de más fama en el mundo actual.» En efecto, se contabilizaron 17.239 obras acerca de Jesús, casi el doble que de William Shakespeare, quien alcanza el segundo lugar. Entre las mujeres, la Virgen María alcanza el 7.° lugar, aunque de hecho ella es la única mujer que se ubica en uno de los 30 primeros puestos. Con los 3.595 libros dedicados a ella, supera en casi 5 veces a su inmediata seguidora, Juana de Arco.[84]
Véase también
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Notas
↑ Según la versión de la Biblia de las Américas. Las traducciones tradicionales utilizaban el término "llena de gracia" (gratia plena).
Referencias
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↑ John Rylands University Library. «Christian Prayer». Rylands Papyri Collection (The University of Manchester, U.K.) (en inglés). Consultado el 18 de mayo de 2012. «This fragment was probably a private copy of a prayer addressed to the Virgin Mary. It is written in brown ink. The verso is blank. Lines 4-9: "Mother of God [hear] my supplications: suffer us not [to be] in adversity, but deliver us from danger. Thou alone....".»
↑ «http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=19217». Consultado el 2 de abril de 2017.
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Enlaces externos
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