Endemismo
Endemismo es un término utilizado en biología para indicar que la distribución de un taxón está limitada a un ámbito geográfico reducido y que no se encuentra de forma natural en ninguna otra parte del mundo. Por ello, cuando se indica que una especie es endémica de cierta región, significa que solo es posible encontrarla de forma natural en ese lugar.
El endemismo puede considerarse dentro de un abanico muy amplio de escalas geográficas. Así, un organismo puede ser endémico de una cima montañosa o un lago, de una cordillera o un sistema fluvial, de una isla, de un país o incluso de un continente. Normalmente el concepto se aplica a especies, pero también puede usarse para otros taxones como subespecies, variedades géneros o familias.
Un taxón se considera endémico cuando es exclusivo de una zona concreta. Generalmente, la palabra endemismo debe ir acompañada de otra información que especifique de dónde es exclusivo. Por ejemplo, el Pinzón azul del Teide, decimos que es un endemismo tinerfeño, porque es exclusivo de la isla de Tenerife.
Algunos ejemplos de endemismos
Un caso muy típico de endemismo es el del lince ibérico, propio de la península ibérica, o la secuoya gigante, que sólo se encuentra en la Sierra Nevada californiana.
Las islas, dado su aislamiento, son lugares con una elevada tasa de endemismo. Así, Australia, que no ha tenido contacto con el resto de tierras emergidas desde hace más de 50 millones de años, posee una flora y una fauna exclusivas y muy distintas del resto del mundo. La mitad de las aves de la isla de Nueva Guinea y la mitad de los mamíferos que habitan Filipinas son endémicos.
En este sentido destaca Madagascar; todos sus anfibios son endémicos, el 90 % de sus reptiles (la mitad de las especies de camaleones del planeta), el 55 % de sus mamíferos (como los lémures y los fosas) y el 50 % de sus aves son endémicas, y aproximadamente el 80 % de sus plantas no habitan en ninguna otra región del mundo. El 95 % de las especies de peces de los Grandes Lagos africanos son endémicas.[1]
Las islas volcánicas, que nunca han estado en contacto con el continente, son especialmente ricas en especies endémicas; las especies que las habitan son descendientes de las que llegaron en tiempos pasados y pudieron adaptarse. Son excelentes ejemplos el archipiélago de Hawái o las islas Galápagos (que inspiraron a Charles Darwin su famosa teoría de la evolución), y las islas Canarias, con 500 especies de plantas endémicas y en concreto la isla de Tenerife, que presenta la mayor relación de endemismos florísticos de la región macaronésica.[1]
Referencias
↑ ab Plafones informativos del Zoológico de Barcelona.
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