Guillermo II de Alemania
































































































Guillermo II

Emperador de Alemania y
Rey de Prusia

Postcard Kaiser Wilhelm II of Germany circa 1910.jpg
Retrato del Kaiser Guillermo II de Alemania con uniforme de la Marina Imperial Alemana


Wappen Deutsches Reich - Reichsadler 1889.svg
Emperador de Alemania y Rey de Prusia

15 de junio de 1888 - 9 de noviembre de 1918
Predecesor
Federico III
Sucesor
Friedrich Ebert
(como Reichspräsident)

Información personal
Nombre secular
Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Preußen
Tratamiento
Su Majestad Imperial y Real
Otros títulos
Véase Títulos, honores y nombramientos
Nacimiento
27 de enero de 1859
Kronprinzenpalais, Berlín, Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia (actual AlemaniaFlag of Germany.svg Alemania)
Fallecimiento
4 de junio de 1941
(82 años)
Doorn, Bandera de Alemania nazi Holanda nazi (actual Países BajosFlag of the Netherlands.svg Países Bajos)
Entierro
Huis Doorn
Himno real
Heil dir im Siegerkranz
Religión
Luteranismo
Familia
Dinastía
Hohenzollern
Padre
Federico III de Alemania
Madre
Victoria del Reino Unido
Cónyuge
Augusta Victoria de Schleswig-Holstein
Herminia de Reuss-Greiz
Descendencia
Guillermo, príncipe heredero de Prusia
Príncipe Eitel Federico
Príncipe Adalberto
Príncipe Augusto Guillermo
Príncipe Óscar
Príncipe Joaquín
Victoria Luisa, duquesa de Brunswick
Carrera militar
Lealtad


  • Bandera de Imperio alemán Imperio alemán,


  • Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia


Condecoraciones
Véase Títulos, honores y nombramientos
Mandos


  • Bandera naval de Imperio alemán Kaiserliche Marine

  • Ejército Imperial Alemán


Conflictos
Primera Guerra Mundial



Firma
Firma de Guillermo II

Greater imperial coat of arms of Germany.svg


Dios con Nosotros (Gott mit uns)



Guillermo II de Alemania (en alemán: Wilhelm II; nombre completo: Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Preußen; Berlín, 27 de enero de 1859 - Doorn, 4 de junio de 1941) fue el último emperador o káiser del Imperio alemán y el último rey de Prusia. Fue el hijo primogénito de Federico III y de la princesa del Reino Unido Victoria y gobernó de 1888 a 1918.




Índice






  • 1 Biografía


    • 1.1 Primeros años


    • 1.2 Ascenso al trono y reinado entre 1888 y 1900


    • 1.3 Vida social y política entre 1900 y 1914


    • 1.4 Política exterior entre 1888 y 1914


    • 1.5 Expansión naval


    • 1.6 Primera Guerra Mundial


    • 1.7 La crisis de Sarajevo


    • 1.8 Inicio de la guerra


    • 1.9 El káiser en la sombra


    • 1.10 Abdicación y huida


    • 1.11 Vida en el exilio




  • 2 Personalidad


  • 3 Familia


  • 4 Títulos, honores y nombramientos


    • 4.1 Condecoraciones alemanas


    • 4.2 Condecoraciones extranjeras




  • 5 Ancestros


  • 6 Véase también


  • 7 Referencias


    • 7.1 Notas


    • 7.2 Bibliografía




  • 8 Enlaces externos





Biografía



Primeros años




Guillermo con su padre, Federico III, en 1863.


Guillermo (apodado Willy en familia) nació el 27 de enero de 1859 en Berlín. Era el hijo mayor del Príncipe Federico de Prusia y de su esposa, Victoria. Su abuelo paterno, Guillermo de Prusia era el hermano y heredero del rey Federico Guillermo IV de Prusia, que no tenía hijos. A su muerte en 1861 Guillermo heredó la corona prusiana y Federico, padre del futuro Guillermo II, se convirtió en príncipe heredero. La madre de Guillermo II era la hija mayor de la Reina Victoria y del Príncipe Alberto, así como la tía de la futura zarina de Rusia Alejandra Fiódorovna, esposa del último zar Nicolás II, y hermana de Eduardo VII del Reino Unido.


El parto fue difícil, y como consecuencia de ello el bebé nació con una deformidad en el brazo izquierdo, que los médicos de la corte berlinesa intentaron corregir en vano. Esta deformación consistía en una hipotrofia relativamente leve aunque visible. Guillermo la ocultaría celosamente durante toda su vida bajo uniformes militares y poses estudiadas de antemano, como se puede observar en varias fotografías de la época.


En su juventud, Guillermo estuvo muy enamorado de una de sus primas de Darmstadt, Ella von Hesse o futura Isabel Fiódorovna e intentó por todos los medios conquistarla sin éxito. El rechazo de Isabel se debió principalmente a los modales bruscos y poco atinados del entonces príncipe de Prusia. Nunca la olvidó. En su lugar, se casó el 27 de febrero de 1881, siendo príncipe de Prusia, con la princesa Augusta Victoria de Schleswig-Holstein (1858-1921), con la que tuvo seis hijos y una hija.



Ascenso al trono y reinado entre 1888 y 1900


A la muerte de su padre, quien solo reinó durante 99 días, el 15 de junio de 1888, Guillermo II accedió al trono alemán.


Aunque en su juventud Guillermo había sido un gran admirador de Otto von Bismarck, la impaciencia característica de su personalidad y sobre todo la determinación por su parte de reinar y administrar al mismo tiempo –a diferencia de su abuelo, que solía encargar la administración diaria al brillante Bismarck– lo llevó rápidamente a un conflicto con el «Canciller de Hierro», la figura dominante en la fundación de su imperio. El viejo canciller creía que Guillermo II era un hombre ligero, que podía ser dominado, y mostraba respeto por las ambiciones de este en la década de 1880. Después de un intento de su parte de introducir una ley antisocialista de largo alcance a principios de la década de 1890, la separación final entre el monarca y el estadista ocurrió pronto. Guillermo II no estaba dispuesto a iniciar su reinado con una masacre al por mayor de trabajadores industriales, y despidió a Bismarck en 1890.


Guillermo II designó entonces en su lugar a Leo von Caprivi, que posteriormente fue sustituido por el Príncipe Chlodwig zu Hohenlohe-Schillingsfürst en 1894. Al designar a Caprivi y luego a Hohenlohe, Guillermo II se embarcaba en lo que se conoce como «el nuevo curso», por medio del cual esperaba ejercer una decisiva influencia en el gobierno del imperio. Los historiadores debaten acerca del grado de éxito que tuvo Guillermo II al implantar el «gobierno personal» en su época. Pero queda clara la diferencia que existía entre la corona y el canciller en el período de Guillermo II. Estos cancilleres eran servidores civiles veteranos, no eran hombres de estado, políticos, como Bismarck lo fue. Guillermo II quiso evitar el resurgimiento de Bismarck, el «Canciller de Hierro», a quien había llegado a detestar, llamándolo «viejo grosero y aguafiestas». Bismarck jamás había permitido a ningún ministro ver en persona al emperador sin estar él presente, manteniendo así su influencia y su poder político. Después de su retiro forzado, hasta el día de su muerte, Bismarck se convirtió en un duro crítico de las políticas de Guillermo II, pero sin el apoyo del árbitro supremo de todas las designaciones políticas (el emperador), había poca oportunidad para que el viejo canciller pudiera ejercer alguna influencia.


Lo que sí logró Bismarck fue la creación del «Mito Bismarck». Esta visión (que algunos dirían que fue confirmada por sucesos posteriores) sostenía que con el despido de Bismarck, Guillermo II había deshecho cualquier posibilidad de que Alemania tuviera un gobierno estable y efectivo. Desde este punto de vista, el «nuevo curso» de Guillermo II se caracterizó por el descontrol del gobierno alemán, eventualmente conduciendo a la nación por una serie de crisis hasta los horrores de las dos guerras mundiales. Pero en realidad, Guillermo II estuvo probablemente en lo correcto al despedir a Bismarck, un hombre cuyas habilidades políticas estaban disminuyendo y que se había vuelto peligrosamente hostil con los elementos socialistas dentro del Reich.


Otro de los aspectos que jugaron en forma gravitante en la política exterior durante aquellos años fue la gran influencia que ejerció sobre Nicolás II de Rusia, manipulando astutamente en beneficio de los intereses alemanes, con consecuencias nefastas que acabarían por desencadenar la guerra entre Rusia y Japón en 1905, y posteriormente cuando brindó apoyo al Imperio austrohúngaro, desencadenó la Primera Guerra Mundial al obligar a movilizar a Rusia en defensa de los eslavos de Serbia.



Vida social y política entre 1900 y 1914




Guillermo II junto al rey Haakon VII de Noruega


Tras el despido de Hohenlohe en 1900, Guillermo II designó canciller al hombre a quien llamaba «su propio Bismarck», el príncipe Bernhard von Bülow. Guillermo II esperaba encontrar en Bülow un hombre que combinara la habilidad del Canciller de Hierro con el respeto a los deseos del káiser, lo que permitiría al imperio ser gobernado como creyera conveniente. Guillermo II ya había notado el enorme potencial de Bülow, y muchos historiadores piensan que su designación como canciller no fue más que la conclusión de un largo período de «arreglos». Sin embargo, durante la década siguiente, Guillermo se desilusionó de su decisión, y en vista de la oposición de Bülow sobre el «Asunto del Daily Telegraph» de 1908 y otros más, el káiser despidió a Bülow y designó en su lugar a Theobald von Bethmann-Hollweg en 1909.


Bethmann era un burócrata de profesión, y con cuya familia había vivido Guillermo II cuando era joven. El káiser llegó a sentir un gran respeto por Bethmann-Hollweg, pero a pesar de eso, no estuvo de acuerdo con ciertas políticas de Bethmann, tales como sus intentos de reformar las leyes electorales prusianas.


La participación de Guillermo II en la esfera doméstica estuvo más limitada a principios del siglo XX que lo que había estado a comienzos de su reinado. Esto se debió, en parte, a la designación de Bülow y Bethmann (hombres de mucho más carácter que los primeros cancilleres de Guillermo II), pero también se debió a su creciente interés por los asuntos exteriores.



Política exterior entre 1888 y 1914


La política exterior alemana durante el reinado de Guillermo II se enfrentó con varios problemas significativos. Probablemente el más aparente fue que Guillermo II, un hombre impaciente por naturaleza, subjetivo en sus reacciones y afectado fuertemente por sus impulsos y sentimientos, no estaba personalmente preparado para conducir la política exterior alemana por un camino racional. Esta debilidad también lo hacía vulnerable a la manipulación por intereses de la élite de la política exterior alemana, y sucesos posteriores lo demostrarían.


Luego del despido de Bismarck, Guillermo II y su nuevo canciller decidieron no renovar el Tratado de Reaseguro con el Imperio ruso, el cual era secreto y había sido concluido por Bismarck en 1887. Este acuerdo garantizaba la neutralidad de Rusia en caso de un ataque por Francia y su abandono es considerado por muchos historiadores como una de las decisiones más peligrosas tomadas por Guillermo II en términos de política exterior. En realidad, la decisión de permitir el vencimiento del tratado se tomó sin su conocimiento previo y fue principalmente responsabilidad de Leo von Caprivi, inspirado por la facción del Ministerio de Asuntos Exteriores encabezada por Friedrich von Holstein, aunque Guillermo II apoyaba las acciones de su canciller. Es importante no sobreestimar la influencia del emperador en materia de política exterior después del despido de Bismarck, pero es cierto que su participación contribuyó a la falta general de coherencia y consistencia de la política del Imperio alemán con otras potencias.


Un ejemplo típico de esto fue su relación de «amor-odio» con el Reino Unido. Un conflicto armado con el Reino Unido nunca fue totalmente descartado por Guillermo II, quien a menudo abrigaba sentimientos antibritánicos dentro de los principales ámbitos del gobierno alemán, a pesar de lo que su madre le había inculcado en su juventud. Cuando la guerra estalló en 1914, Guillermo II creyó sinceramente que era víctima de una conspiración diplomática fraguada por su tío Eduardo VII del Reino Unido, en la que el Reino Unido había buscado activamente «rodear» a Alemania a través de la conclusión de la Entente Cordiale con Francia en 1904 y un acuerdo similar con Rusia en 1907. Esto es un indicativo del hecho de que Guillermo II tenía un sentimiento bastante irreal sobre la importancia de la «diplomacia personal» entre los monarcas europeos, y no podía comprender que la totalmente diferente posición constitucional de sus primos británicos hacía esto bastante irrelevante.




Escudo de armas del Emperador Alemán (1871-1918)


De forma similiar creía que su relación personal con su primo político, el zar Nicolás II de Rusia, era suficiente para evitar la guerra entre los dos países. Durante una reunión privada en Björkö en 1905, Guillermo II concluyó un acuerdo con su primo. El káiser ascendió dicho acuerdo a un tratado de alianza, sin antes consultarlo con Bülow. Una situación similar confrontó el zar Nicolás durante su regreso a San Petersburgo, y el tratado era, como resultado, inválido. Pero Guillermo II creyó que Bülow lo había traicionado, y ese hecho contribuyó al creciente sentimiento de insatisfacción hacia el hombre que consideraba que sería su más leal sirviente. En términos muy similares a los de la «diplomacia personal» en Björkö, sus intentos por evitar una guerra con Rusia por medio de un intercambio de telegramas con Nicolás II en los últimos días antes del estallido de la Primera Guerra Mundial (los «telegramas Willy-Nicky») no surtieron efecto debido a la realidad política de las potencias europeas. Sus intentos por atraer a Rusia estaban seriamente fuera de lugar a causa de la existencia de sus compromisos con el Imperio austrohúngaro. En caballerosa fidelidad a la alianza con Austria, Guillermo II informó al emperador austriaco Francisco José en 1889 que «el día de la movilización austrohúngara sería también el día de la movilización alemana». En caso de darse esta movilización austriaca, era más probable que se diera en contra de Rusia. Por tanto, una política de alianza con Rusia y Austria a la vez era imposible.


En la actualidad, es ampliamente reconocido que los diversos actos espectaculares que Guillermo II llevó a cabo en el ámbito internacional eran a menudo parcialmente alentados por la élite alemana de política exterior. Hubo un número de excepciones clave, tales como el famoso «telegrama Kruger» en el cual el káiser Guillermo II felicitaba al presidente bóer Paul Kruger de Transvaal por haber vencido al «raid de Jameson» de los británicos, indisponiendo así la opinión pública respecto a Alemania por parte de la población británica. Aunque su impacto total se sintió años después, su discurso del 27 de julio de 1900, en el que se exhortó a las tropas alemanas que habían sido enviadas para calmar la Rebelión de los Bóxers a emular a los antiguos hunos («hagan que la palabra "alemán" sea recordada en China durante mil años, de forma que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán»), es otro ejemplo de su desafortunada inclinación a sus expresiones públicas inapropiadas, aunque la frase fue expresada después de la toma de la embajada alemana en China y posterior asesinato del embajador alemán Klemens von Ketteler.




Caricatura representando la partición de China a manos de la reina Victoria (Reino Unido), Guillermo (Imperio alemán), Marianne (Francia), Nicolás II (Imperio ruso) y un samurái (Japón). «La pugna por China», Henri Meyer, Le Petit Journal, 1898


Probablemente, el error personal más dañino cometido por Guillermo II en el terreno de la política exterior tuvo más impacto en Alemania que en el resto del mundo. El asunto del «Daily Telegraph» de 1908 se derivó de la publicación de ciertas opiniones de Guillermo II en una edición del diario británico de ese nombre. Guillermo II vio esto como una oportunidad para promover sus ideas y puntos de vista en cuanto a la relación diplomática entre Alemania y el Reino Unido, pero en su lugar, debido a sus arrebatos emocionales durante la entrevista, Guillermo II terminó negando no solo a los británicos, sino también a los rusos, franceses y japoneses, sosteniendo que a los alemanes no les importaban los británicos; que los franceses y los rusos habían tratado de instigar a Alemania a intervenir en la Segunda Guerra de los Bóer; y que el desarrollo naval alemán estaba enfocado a frenar a los japoneses, no a los británicos. El efecto en Alemania fue bastante contundente, con serias llamadas para su abdicación mencionadas en la prensa. Comprensiblemente, Guillermo II mantuvo un comportamiento muy discreto después del fiasco del «Daily Telegraph», y posteriormente concretó su venganza forzando la renuncia del príncipe von Bülow, que había abandonado al emperador a la crítica pública asumiendo públicamente cierta responsabilidad por no haber editado la transcripción de la entrevista antes de su publicación.


La crisis del «Daily Telegraph» hirió profundamente la ya dañada autoconfianza de Guillermo II, tanto que pronto sufrió de grave depresión clínica, de la que nunca se recuperó realmente. A partir de ese momento perdió mucha de la influencia que con anterioridad había ejercido en términos de política exterior y doméstica.


En algunos casos, los errores diplomáticos de Guillermo II eran parte de una política de más alcance emanada de la élite de gobierno alemana. Una de tales acciones detonó la Primera Crisis Marroquí en 1905, cuando Guillermo II fue persuadido a realizar una espectacular visita a Marruecos. Su presencia fue vista como una aserción de los intereses alemanes en Marruecos, e incluso hizo ciertas afirmaciones a favor de la independencia de Marruecos en un discurso. Esto lo condujo a una cierta fricción con Francia, que tenía intereses coloniales en ese país, acentuada por el gobierno alemán con la Crisis de Agadir. Sin embargo, nada de lo que Guillermo II hizo en el ámbito internacional tuvo más influencia que su decisión de llevar a cabo una política de construcción naval a gran escala.

Tampoco tranquilizaron mucho los ánimos de la paz armada declaraciones altisonantes y con tono expansionista, dado el contexto de la época, hechas por Guillermo II tales como «Alemania busca su lugar bajo el Sol».



Expansión naval




Guillermo II


Una armada poderosa era el principal proyecto de Guillermo II. Había heredado de su madre el amor por la Royal Navy británica (la más poderosa del mundo) y cierta vez confesó a su tío Eduardo VII que su sueño era tener «una flota propia algún día», como los británicos. Guillermo II se sentía frustrado debido a que la flota alemana era escasa en comparación con la británica, así como por su incapacidad de ejercer una influencia alemana en Sudáfrica. Luego del escándalo del «telegrama Kruger», Guillermo II comenzó a emprender acciones para iniciar la construcción de una flota que pudiera rivalizar con la de sus primos británicos. Guillermo II tuvo la fortuna de llamar a su servicio al dinámico oficial de Marina Alfred von Tirpitz, a quien designó comandante general de la Oficina Naval del Reich en 1897.


El nuevo almirante había concebido lo que más tarde sería conocido como el «plan Tirpitz», por medio del cual Alemania podría forzar a Gran Bretaña a acceder a sus demandas en el ámbito internacional a través de la amenaza de una flota poderosa concentrada en el Mar del Norte. Tirpitz disfrutaba del total apoyo de Guillermo II en los presupuestos navales sucesivos de 1897 y 1900, por medio de los cuales la armada alemana se reforzaba para contender con la británica. La expansión naval en ese período eventualmente causó en Alemania severas crisis financieras para 1914. Guillermo II se enfocó en la construcción de acorazados de gran tamaño.



Primera Guerra Mundial




El emperador Guillermo con el gran duque de Baden, el príncipe Oscar de Prusia, el gran duque de Hesse, el gran duque de Mecklemburgo-Schwerin, el príncipe Luis de Baviera, el príncipe Max de Baden y su hijo, el príncipe de la Corona Guillermo, en maniobras militares en otoño de 1909.




Guillermo II con varios generales alemanes



La crisis de Sarajevo



Guillermo II era íntimo amigo del archiduque Francisco Fernando de Austria y quedó profundamente conmocionado por su asesinato, el 28 de junio de 1914. Guillermo II ofreció su apoyo a Austria-Hungría para desmantelar la Mano Negra[cita requerida], la organización secreta que había planeado el asesinato, e incluso sancionó el uso de la fuerza por parte de Austria contra la presunta fuente del movimiento: el Reino de Serbia. Quería permanecer en Berlín hasta que la crisis fuera resuelta, pero su corte lo persuadió a ir a su crucero anual por el mar Báltico el 6 de julio de 1914. Probablemente se sabía que su presencia sería útil para aquellos elementos en el gobierno que deseaban sacar provecho de esta crisis para aumentar el prestigio de Alemania, incluso con el riesgo de una guerra general, algo a lo que Guillermo era extremadamente aprensivo.


Guillermo hizo intentos erráticos para permanecer informado de la crisis por medio de telegramas, y cuando el ultimátum austrohúngaro se entregó a Serbia, se apresuró a volver a Berlín. Llegó a la ciudad el 28 de julio, leyó una copia de la respuesta serbia, y escribió en ella:



Una solución brillante, ¡y en apenas 48 horas! Esto es más de lo que se podría haber esperado. Una gran victoria moral para Viena; pero con ella todos los pretextos para la guerra caen al suelo, y [al Embajador] Giesl más le valía haberse quedado tranquilamente en Belgrado. En este documento, nunca debería haber dado órdenes para la movilización.[1]





El emperador Guillermo con el general Otto von Emmich, victorioso en la Lieja; en el fondo, los generales Hans von Plessen (centro) y Moriz von Lyncker (derecha).




















An das deutsche Volk
Extracto del discurso público de Guillermo para la movilización, 6 de agosto de 1914.



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Sin que Guillermo lo supiera, los ministros y generales austrohúngaros ya habían convencido a Francisco José de Austria, de 84 años, que firmara una declaración de guerra contra Serbia. Como consecuencia directa, Rusia empezó una movilización general para atacar Austria en defensa de Serbia. En la noche del 30 de julio, cuando recibió un documento indicando que Rusia no cancelaría su movilización, Guillermo escribió un comentario con las siguientes observaciones:



... Porque yo ya no tengo ninguna duda de que Inglaterra, Rusia y Francia han acordado entre ellos, sabiendo que nuestras obligaciones en los tratados nos obligan a apoyar a Austria, usar el conflicto entre Austria y Serbia como pretexto para librar una guerra de aniquilación contra nosotros... Nuestro dilema sobre mantener la fe con el anciano y honorable Emperador ha sido aprovechado para crear una situación que le da a Inglaterra la excusa que ha estado buscando para aniquilarnos con una falsa apariencia de justicia, con el pretexto de ayudar a Francia y de mantener la conocida Balanza de Poder en Europa, es decir, enfrentando en nuestra contra todos los estados europeos para su propio beneficio.[2]




Otros autores más recientes indican que Guillermo II realmente declaró:



«La crueldad y la debilidad iniciarán la guerra más terrible del mundo, cuyo propósito es destruir Alemania. Porque no hay ninguna duda que Inglaterra, Francia y Rusia han conspirado entre ellos para librar una guerra de aniquilación en nuestra contra».[3]




Cuando Berlín recibió la noticia de la movilización rusa, les fue posible a los ansiosos oficiales militares y al Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania persuadir al káiser de que firmara la orden de movilización. Se dice que al firmar la orden de movilización, Guillermo II exclamó:



«Se arrepentirán de esto, caballeros».



Finalmente, el 1 de agosto de 1914, Alemania declaró la guerra a Rusia.


No es fácil demostrar que Guillermo II quisiera activamente desatar la Primera Guerra Mundial. A pesar de que tenía deseos de que el Imperio alemán fuera una potencia mundial, nunca fue intención de Guillermo II conjurar un conflicto de gran escala para lograr tales fines. Simplemente quería que el Imperio alemán prosperara en paz sin afectar negativamente a ningún otro país. A pesar de saber que una guerra a escala global era inminente, hizo grandes esfuerzos para preservar la paz, como demuestra su correspondencia con Nicolás II y su interpretación optimista del ultimátum austrohúngaro de que las tropas de esa potencia no irían más lejos de Belgrado, limitando así el conflicto. La referencia británica contemporánea de la Primera Guerra Mundial de ser la «Guerra del Káiser», de la misma manera que la Segunda Guerra Mundial fue llamada la «Guerra de Hitler», es vista actualmente como infundada (y hasta cierto punto injusta) al sugerir que Guillermo II fuera personalmente culpable de desatar el conflicto.



Inicio de la guerra



Cuando se hizo obvio que Alemania experimentaría una guerra en dos frentes, y que el Reino Unido entraría en guerra si Alemania atacaba Francia a través de Bélgica, el pánico llevó a Guillermo a intentar redirigir el ataque principal hacia Rusia. Cuando Moltke el Joven (que había elegido ejecutar el plan de 1905, concebido originalmente por Alfred von Schlieffen para un escenario de guerra alemana en dos frentes) le dijo que eso era imposible, Guillermo le contestó:



«¡Tu tío me habría dado una respuesta distinta!»[4]




Guillermo también dijo:



«¡Pensar que Jorge y Nicó me han engañado! Si mi abuela estuviera viva, nunca lo hubiera permitido».[5]



Según el plan original, Alemania atacaría primero al enemigo más fuerte, en este caso Francia. El plan suponía que Rusia tardaría más en completar su movilización y además que su ejército no estaba plenamente preparado para la guerra. Derrotar a Francia había sido relativamente fácil durante la guerra franco-prusiana de 1870, pero con las fronteras de 1914, un ataque al sureste de Francia podía ser detenido por las fortalezas fronterizas francesas. Se decidió atacar por Bélgica, aunque Guillermo consiguió que von Moltke el Joven no invadiera también los Países Bajos.




Una postal francesa de 1915, mostrando a Guillermo II mordiendo el mundo. El texto dice «El glotón - Demasiado duro».



El káiser en la sombra





Hindenburg, Guillermo II (centro) y Ludendorff estudiando posiciones en un mapa militar


El papel de árbitro en los asuntos de política exterior en tiempos de guerra probó ser una carga demasiado pesada para Guillermo II. El Alto Mando continuó con la estrategia vigente a pesar de que era obvio que el plan Schlieffen había fallado. A medida que la guerra progresaba, su influencia decaía e, inevitablemente, su falta de habilidad en materia militar lo condujo a una progresiva dependencia de sus generales. En 1916, el Imperio se había convertido en una dictadura militar bajo el control de Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff.[6]​ Alejado de la realidad y del proceso político de toma de decisiones, Guillermo II vacilaba entre el derrotismo y los sueños de victoria, dependiendo de la fortuna de «sus» ejércitos. Continuó siendo una figura útil, viajaba por las líneas del frente, repartía medallas y daba alentadores discursos. La inactividad de la flota alemana durante los primeros años de la guerra se debió al deseo del káiser contra el parecer de Von Tirpitz. Guillermo II también fue partidario de la política de inactividad adoptada por la Flota de Alta Mar alemana después de la batalla de Jutlandia en 1916.


No obstante, Guillermo II seguía teniendo la máxima autoridad en materia de designaciones políticas, y solo con su consentimiento se podían hacer cambios importantes en el Alto Mando. Guillermo II estaba a favor de despedir a Helmut von Moltke el Joven en septiembre de 1914 y de reemplazarlo por Erich von Falkenhayn. En 1917, Hindenburg y Ludendorff decidieron que Bethman-Hollweg ya no era aceptable como canciller, y le pidieron al káiser que designara a otra persona. Cuando les preguntó a quién aceptarían, Ludendorff recomendó a Georg Michaelis. Guillermo no lo conocía, pero aceptó la propuesta.


Cuando escuchó en julio de 1917 que su primo Jorge V había cambiado el nombre de la casa real británica de Sajonia-Coburgo y Gotha a Windsor,[7]​ debido al sentimiento germanófobo en el Reino Unido, Guillermo indicó que había planeado ver la obra de Shakespeare Las alegres comadres de Sajonia-Coburgo y Gotha.[8]


A mediados de 1918, se puso de manifiesto la imposibilidad de que Alemania ganase la guerra; un Consejo de la Corona, bajo la presidencia de Guillermo II, decidió iniciar las conversaciones de paz, pero se perdió mucho tiempo en tomar esta decisión. El apoyo hacia el káiser se colapsó por completó en octubre-noviembre de 1918 en el ejército, en el gobierno civil, y en la opinión pública alemana. En gran medida se debe a su sentido de sufrimiento que Guillermo II haya tratado de tomar un papel predominante en la crisis de 1918. Se dio cuenta de la necesidad de un armisticio y no consideraba que Alemania debiera desangrarse por una causa perdida. Dada su escasa popularidad, el presidente Woodrow Wilson dejó claro que el káiser no podía tomar parte en las negociaciones de paz.[9][10]​ Ese año, Guillermo también enfermó debido a la epidemia de gripe de 1918, aunque sobrevivió.



Abdicación y huida


Guillermo II se encontraba en el cuartel general del Ejército Imperial en Spa, Bélgica, a finales de 1918. El motín de Wilhelmshaven, surgido en la Marina Imperial lo conmocionó profundamente y después del estallido de la Revolución de Noviembre no podía decidirse si abdicar o no. Hasta ese momento, confiaba que incluso si era obligado a abandonar el trono alemán, aún tendría el control sobre el reino de Prusia, manteniendo su título. La irrealidad de esto se reveló cuando, con el fin de preservar alguna forma de gobierno en tiempos de anarquía, el canciller, el príncipe Max von Baden, anunció el 9 de noviembre de 1918 la abdicación de Guillermo II como emperador de Alemania y como rey de Prusia. De hecho, el mismo von Baden fue obligado a renunciar más tarde ese mismo día, cuando quedó claro que solo Friedrich Ebert, líder del SPD, podría ejercer un control efectivo.


Guillermo II aceptó la abdicación solo después de que Ludendorff fuera reemplazado por el general Wilhelm Groener. Este último le informó que el ejército se retiraría bajo las órdenes de Hindenburg, pero que no lucharía para ayudar a Guillermo II a recuperar el trono. La monarquía había perdido a su último y más fuerte apoyo, y finalmente el mismo Hindenburg (que estaba a favor de la monarquía) fue obligado, con cierta vergüenza, a aconsejar al emperador que presentara su abdicación.


Al día siguiente, el exemperador Guillermo II cruzó la frontera alemana en tren camino a su exilio en los Países Bajos, que se había mantenido neutral durante la guerra. Tras la firma del Tratado de Versalles en 1919, el artículo 227 del mismo estipulaba la persecución legal contra Guillermo II «por haber cometido una ofensa suprema en contra de la moralidad internacional y la santidad de los tratados», pero la reina Guillermina rehusó extraditarlo, a pesar de las apelaciones por parte de los Aliados. El emperador se asentó en Amerongen y luego en la municipalidad de Doorn, donde adquirió un pequeño castillo que fue su hogar por el resto de su vida.



Vida en el exilio


En 1922, Guillermo II publicó el primer volumen de sus memorias, un pequeño volumen que, sin embargo, reveló la extraordinaria memoria de Guillermo II. En ellas afirmaba que él no era el culpable de haber desatado la Gran Guerra y defendía su conducta a lo largo de su reinado, especialmente en materias de política exterior. Durante los veinte años restantes de su vida, el envejecido emperador regularmente entretenía a sus huéspedes y se mantenía informado de los acontecimientos mundiales. Gran parte de su vida en el exilio la pasó cortando madera (un pasatiempo que descubrió desde que llegó a los Países Bajos). Parece que su actitud hacia el Reino Unido y los británicos finalmente se unió en este período en un tibio deseo de emular las costumbres británicas. Se dice que lo primero que Guillermo II pidió, luego de llegar a los Países Bajos, fue «una buena taza de té británico». No siendo capaz de volver a llamar a su barbero de la corte, y en parte debido a su deseo de disfrazar sus características físicas, Guillermo II se dejó crecer una barba completa, permitiendo así que su famoso bigote se inclinara hacia abajo.




Guillermo II con su hijo y su nieto


A principios de la década de 1930, el exemperador aparentemente esperaba que la victoria del Partido Nazi estimularía el interés en Alemania por el resurgimiento de la monarquía. Su segunda esposa, Herminia, pidió activamente al gobierno nazi beneficios para su esposo, pero el desprecio de Adolf Hitler por el hombre responsable de la peor derrota militar de Alemania hasta entonces, y sus propios deseos de poder absoluto, impidieron que el Tercer Reich aceptase cualquier idea de restablecimiento de la monarquía. Si bien había oficiales antiguos en la Wehrmacht que no desaprobaban la idea de restablecer una monarquía (con Guillermo II o alguno de sus descendientes), gran parte de los jerarcas nazis y de sus propias masas de simpatizantes rechazaba de plano el retorno de los Hohenzollern al poder, por lo que Hitler pronto descartó semejante idea.




Guillermo II en 1933


A pesar de haber recibido a Hermann Göring en Doorn al menos en una ocasión, Guillermo II desconfiaba de las intenciones de Hitler, aunque admiraba enormemente el éxito que éste había logrado en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, e incluso envió al Führer un telegrama de felicitación después de la caída de París en 1940. También había asegurado en septiembre de 1939 a Hitler el «apoyo leal» de los miembros de la antigua Casa de Hohenzollern (entre ellos seis nietos del exemperador) que eran oficiales de la Wehrmacht. Sin embargo, tras la invasión germana de los Países Bajos en mayo de ese mismo año, el anciano Guillermo II se retiró completamente de la vida pública. No obstante la ocupación alemana en suelo holandés, los líderes nazis tampoco realizaron entonces ningún acercamiento oficial al antiguo káiser.


Guillermo II murió de embolia pulmonar en Doorn (Países Bajos) el 4 de junio de 1941, con soldados alemanes custodiando las puertas de su residencia al enterarse del fallecimiento del exemperador. Guillermo II fue sepultado en un mausoleo en las tierras de Huis Doorn, que desde entonces se han convertido en un lugar de peregrinaje de los monárquicos alemanes.


Se respetaron los deseos de Guillermo II de que sus restos nunca fueran devueltos a Alemania hasta que se restaurase la monarquía, y las autoridades nazis de ocupación permitieron que se realizara un pequeño funeral de tipo estrictamente militar, en tanto dicho acontecimiento no implicase que el Tercer Reich apoyaba la monarquía. Aun así no se respetó la petición de Guillermo II de que la esvástica y otros símbolos nazis no se desplegaran en sus funerales.



Personalidad


Guillermo II tenía una personalidad compleja, brutal para algunos, manipulador excesivo para otros, en suma una personalidad que algunos historiadores han tildado de megalómana extrema, poco tolerante y avasallante. No por ello menos inteligente y vivaz, y se ha afirmado que con el tiempo y la experiencia adquirió astucia política y militar.




En memoria de Guillermo II




Guillermo II con Guido Henckel von Donnersmarck, en Świerklaniec


Tal enfoque ciertamente estropeó la política alemana bajo su liderazgo, ejemplificándose principalmente en acontecimientos como el despido del cauteloso canciller Otto von Bismarck. El káiser tuvo una relación difícil con su madre, quien era fría y estricta con él, y se sentía en cierta manera culpable por la deformidad del brazo izquierdo de su hijo, tratando en muchas ocasiones de corregirla a través de un riguroso régimen de ejercicio y dolorosos sistemas médicos. En 1908 sufrió problemas mentales y, en adelante, su posición tuvo menor peso en la toma de decisiones en Berlín.


Resulta interesante que, dados sus orígenes ingleses, Victoria tratase de inculcar en su hijo un sentido de supremacía británica en muchos aspectos. Insistía en llamar a sus hijos por sus nombres en inglés: a Guillermo (Wilhelm) lo llamaba «William» y a su segundo hijo Enrique (Heinrich) le llamaba «Henry». Ciertamente, el futuro káiser sentía un profundo respeto por Gran Bretaña, por su abuela la reina Victoria y por los ingleses. Esto se dio desde las etapas más tempranas de su desarrollo.


Guillermo II fue educado en Kassel en el instituto de enseñanza Friedrichsgymnasium y en la Universidad de Bonn. Poseía una mente muy ágil, que era frecuentemente subyugada por su temperamento cascarrabias. Tenía cierto interés por la ciencia y la tecnología del período, pero gustaba de hacer notar a la gente que él era un hombre de mundo, perteneciente a un orden distinto de la raza humana, designada a la monarquía. Guillermo II fue acusado de megalomanía, en 1894, por el pacifista alemán Ludwig Quidde.


Como vástago de la casa real de Hohenzollern, Guillermo II estuvo expuesto, desde una edad temprana, a la sociedad militar de la aristocracia prusiana. Esto fue un elemento importante en su vida y en su madurez era raro verlo sin el uniforme militar. Esta cultura militar del período tuvo un gran papel al forjar el carácter político de Guillermo II, así como en sus relaciones personales. Un indicio de su personalidad agresiva está en su deporte preferido: la caza mayor, en la cual Guillermo II se jactaba de haber matado a más de mil ciervos.


La relación de Guillermo II con los demás miembros de su familia era tan interesante como la que tenía con su madre. Veía a su padre con un profundo amor y respeto. La posición de su padre como héroe de las guerras de unificación fue responsable de la actitud del joven Guillermo, ya que en las circunstancias en las que fue criado, el contacto emocional cercano entre padre e hijo no era muy alentado. Más tarde, cuando estuvo en contacto con los opositores políticos de su padre, Guillermo II adoptó sentimientos ambivalentes hacia su padre, dada la notable influencia de su madre sobre una figura que debió haber sido de independencia masculina y de fuerza.


Guillermo II también idolatraba a su abuelo paterno, Guillermo I de Alemania, y posteriormente intentó implementar una cultura del primer emperador alemán como «Guillermo el Grande». Guillermo I murió en Berlín el 9 de marzo de 1888, y el padre del príncipe Guillermo fue proclamado emperador como Federico III de Alemania. Federico murió de cáncer de garganta, y el 15 de junio de ese mismo año, su hijo de 29 años lo sucedió como emperador de Alemania y rey de Prusia.



Familia




Guillermo II y su primera esposa Augusta Victoria


Su madre era la princesa real Victoria del Reino Unido y su padre era el príncipe heredero Federico de Prusia, futuro Federico III de Alemania. Nieto de la reina Victoria del Reino Unido. El 27 de febrero de 1881, Guillermo II, entonces Príncipe de Prusia, se casó con la princesa Augusta Victoria de Holstein-Sonderburg-Augustenburg (1858-1921), con la que tuvo seis hijos y una hija:



  • Guillermo (Wilhelm) (1882-1951), príncipe Heredero

  • Eitel Federico (Eitel Friederich) (1883-1942)

  • Adalberto (Adalbert) (1884-1948)

  • Augusto Guillermo (August Wilhelm) (1887-1949)

  • Óscar (Oskar) (1888-1958)

  • Joaquín (Joachim) (1890-1920)

  • Victoria Luisa (Viktoria Luise) (1892-1980)


Después de la muerte de Augusta Victoria, Guillermo II contrajo matrimonio con la princesa Herminia de Reuss-Greiz el 9 de noviembre de 1922. No tuvo descendencia de su segundo matrimonio.



Títulos, honores y nombramientos



Condecoraciones alemanas




  • Ord.Aquilarossa-GC.png Gran Maestre de la Orden de la Águila Roja (Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia).


  • Ord.Aquilanera.png Gran Maestre de la Orden de la Águila Negra (Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia).


  • D-PRU Hohenzollern Order BAR.svg Gran Maestre de la Orden de la Casa Real de Hohenzollerns (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).


  • D-PRU Pour le Mérite.png Gran Maestre de la Orden Pour le Mérite (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).


  • Order of Merit of the Prussian Crown - ribbon bar.png Gran Maestre de la Orden al mérito de la Corona de Prusia (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).


  • Order of St. Giovanni of Gerusalem-Rhodes-Malta BAR.svg Gran Maestre de la Orden de San Juan del Bailiazgo de Brandeburgo (Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia).


  • D-PRU EK 1813-1918 Grand Cross BAR.png Gran Maestre y Caballero gran cruz de la Orden de la Cruz de Hierro (Bandera de Reino de Prusia Reino de Prusia).


  • Ord.Max-Jos.PNG Caballero gran cruz de la Orden Militar de Max Joseph (Bandera de Reino de Baviera Reino de Baviera).


  • DE-BY Orden des Heiligen Hubertus BAR.svg Caballero de la Orden de San Huberto (Bandera de Reino de Baviera Reino de Baviera).


  • WendischeKrone.Order.gif Cruz de I clase al merito militar del Ducado de Mecklemburgo-Schwerin (Flagge Großherzogtümer Mecklenburg.svg Gran Ducado de Mecklemburgo-Schwerin).


  • Ord.St.Henry.PNG Caballero gran cruz de la Orden de San Enrique (Flag of Electoral Saxony.svg Electorado de Sajonia).


  • Order of the Rautenkrone ribbon.png Caballero de la Orden de la Corona de Ruda (Bandera de Reino de Sajonia Reino de Sajonia).


  • CivicaVicenza.png Caballero de la Cruz Hanseática de Lübeck (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).


  • Cavaliere OCI BAR.svg Caballero de la Cruz Hanseática de Hamburgo (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).


  • Ruban Breme.jpg Caballero de la Cruz Hanseática de Bremen (Bandera de Imperio alemán Imperio alemán).



Condecoraciones extranjeras




  • St.AndrewOrder.png Caballero de la Orden de San Andrés (Bandera de Rusia Imperio ruso).


  • Order of the Most Holy Annunciation BAR.svg Caballero de la Suprema Orden de la Santísima Anunciación (Bandera de Italia Reino de Italia (1861-1946)).


  • Cavaliere SSML BAR.svg Caballero gran cruz de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro (Bandera de Italia Reino de Italia (1861-1946)).


  • Cavaliere di Gran Croce OCI Kingdom BAR.svg Caballero gran cruz de la Orden de la Corona de Italia (Bandera de Italia Reino de Italia (1861-1946)).


  • Seraphimerorden ribbon.svg Caballero de la Orden de los Serafines (SueciaFlag of Sweden.svgSuecia, 1878).


  • Orderelefant ribbon.png Caballero de la Orden del Elefante (DinamarcaBandera de Dinamarca Dinamarca).


  • Order of the Garter UK ribbon.png Caballero de la Orden de la Jarretera (Reino UnidoBandera de Reino Unido Reino Unido).


  • SMOM-gcs.svg Bailío gran cruz de honor y devoción de la Orden de Malta (Bandera de la Orden de Malta Orden de Malta).


  • NorwegianLion.ribbon.jpg Caballero de la Orden del León de Noruega (NoruegaFlag of Norway.svgNoruega, 1904).


  • Order of SS. Cyril and Methodius ribbon.gif Caballero de la Orden de los Santos Cirilo y Metodio (BulgariaBandera de Bulgaria Bulgaria).



Ancestros
















Predecesor:
Federico III

Wappen Deutsches Reich - Reichswappen (Grosses).svg
Emperador de Alemania

1888-1918
Sucesor:
Friedrich Ebert

(Presidente de Alemania)


Predecesor:
Federico III

Wappen Deutsches Reich - Königreich Preussen (Grosses).png
Rey de Prusia

1888-1918
Sucesor:
Título abolido


Véase también



  • Pangermanismo

  • Guillerminismo



Referencias



Notas




  1. Ludwig, 1927, p. 444.


  2. Balfour, 1964, pp. 350–51.


  3. Wilmott, 2003, p. 11.


  4. Ludwig , 1927, p. 453.


  5. Balfour, 1964, p. 355.


  6. Craig,, pp. 374, 377–78, 393.


  7. «no. 30186, p. 7119». London Gazette. 17 de julio de 1917. 


  8. Books, Google, 23 de marzo de 2010, p. xxiii, ISBN 9780307593023 


  9. Cecil, 1996, p. 283.


  10. Schwabe, 1985, p. 107.



Bibliografía




  • Balfour, Michael (1964). The Kaiser and his Times (en inglés). Houghton Mifflin. 


  • Cecil, Lamar (1996). Wilhelm II: Emperor and Exile, 1900–1941 (en inglés). ISBN 0-8078-2283-3. 


  • Clark, Cristopher (2014). Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. ISBN 978-84-672-5801-1. 


  • Craig, Gordon A. Germany 1866–1945 (en inglés). 


  • Ludwig, Emil (1927). Wilhelm Hohenzollern: The Last of the Kaisers (en inglés). Nueva York: GP Putnam's Sons. ISBN 0-404-04067-5. 


  • Schwabe, Klaus (1985). Woodrow Wilson, Revolutionary Germany, and peacemaking, 1918–1919 (en inglés). 


  • Stevenson, David (2013). 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial. Barcelona: Círculo de Lectores/Penguin Random House. ISBN 978-84-672-5794-6. 


  • Wilmott, HP. (2003). The First World War (en inglés). Londres: Dorling-Kindersley. 



Enlaces externos



  • Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Guillermo II de Alemania.



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