Teoría de las formas













La teoría de las formas o teoría de las ideas (ιδέα) es una de las bases de la filosofía platónica.
Procede de una división entre un mundo de cosas sensibles, (mundo sensible) y otro que no se puede percibir por medio de los sentidos (mundo inteligible) donde habitan las ideas. El autor contempla dichas ideas como la estructura, los modelos a partir de los cuales se basan las cosas físicas, que no son más que copias imperfectas de aquellas.


Para Platón en el mundo de las ideas no existen la dualidad ni el cambio; es el mundo de lo que realmente es (τὸ ὄν, Fedón 78d). En oposición a éste nos encontramos el mundo sensible, o realidad aparente, la cual es reflejo del primero y en el cual nos hallamos, que no es; sin embargo tiene algo de real por su participación en lo inteligible.


De este modo Platón acaba con la antinomia de Heráclito y Parménides (o problema de lo uno y lo múltiple) pues las cosas cambian en el mundo material y son inmutables y eternas en el inteligible.



Desarrollo


Las formas son conceptos, inteligibles, inmutables, individuales y eternos: son, por tanto los verdaderos seres. Además son causa del mundo sensible. Los entes sensibles (materiales) no son sino reflejos de las formas. No obstante las formas por simples que sean están limitadas por la capacidad cognoscitiva de los individuos.


En la alegoría de la caverna, Platón establece la distinción entre dichos mundos:


  • En el mundo sensible nos encontramos en primer lugar las imágenes de los objetos, a las cuales llegamos a través de nuestra imaginación y de nuestra memoria. A los objetos sensibles, en cambio, llegamos a través de los sentidos y con ayuda de una mejor iluminación, pero siguen siendo sombras. Por tanto las imágenes como los objetos no producen un conocimiento certero y seguro (ciencia o Episteme) sino opinión o Doxa'


  • Superando el mundo sensible (teología trascendente) nos encontramos con el mundo inteligible, el mundo de las ideas (Kósmos noetós). Las ideas son objeto de conocimiento de la ciencia suprema: la Dialéctica, mientras que las matemáticas y otros saberes (astronomía, música, geometría) son objeto de conocimiento de la razón discursiva (en griego, diánoia).




En conclusión, la física (ciencia que estudia la naturaleza (φύσις)) no sería ciencia puesto que no tiene por objeto de conocimiento las formas, y se mueve en un ámbito inseguro (como se indica diversas veces en el Timeo). Por otra parte nos encontramos a las matemáticas (y otras ciencias afines) y a la dialéctica, consideradas por Platón como conocimiento cierto y seguro, destacando a la dialéctica dado que en un sentido estricto es la ciencia suprema pues alcanza la comprensión del principio incondicionado o absoluto (las matemáticas nos darían hipótesis y preparan nuestra mente para la dialéctica).


Las formas aparecen jerarquizadas y en la cima de todas ellas nos encontramos a la forma del bien, fuente de ser y de verdad de todas las demás formas. Las formas o ideas se relacionan entre sí de un modo complejo, y no es fácil captar esas relaciones, como se explica en el diálogo que lleva como título Sofista. Después de la idea de bien tenemos la de la belleza y la justicia, todos los conceptos éticos, los matemáticos y, por último las ideas de los seres materiales.



Véase también



  • Epistemología

  • Argumento del tercer hombre

  • Dialéctica platónica




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