Argumento ontológico




El argumento ontológico es un argumento filosófico a favor de la existencia de Dios que utiliza la ontología. Muchos argumentos entran en la categoría de lo ontológico, y tienden a involucrar a los argumentos sobre el estado de ser o existir. Más específicamente, los argumentos ontológicos tienden a comenzar con una teoría a priori sobre la organización del universo. Si esa estructura organizacional es verdadera, el argumento proveerá las razones por las cuales Dios debe existir.


El primer argumento ontológico en la tradición cristiana occidental fue propuesto por Anselmo de Canterbury en su obra de 1078, Proslogion. Anselmo definió a Dios como «aquel del que nada más grande [que él] puede ser pensado», y argumentó que este ser debe existir en la mente, incluso en la mente de la persona que niega la existencia de Dios. Sugirió que, si el mayor ser posible existe en la mente, también debe existir en la realidad. Si solo existe en la mente, entonces un ser aún mayor debe ser posible: uno que existe tanto en la mente como en la realidad. Por lo tanto, este ser más grande posible debe existir en la realidad. El filósofo francés del siglo XVII, René Descartes, describió un argumento similar. Descartes publicó varias variaciones de su argumento, cada una de las cuales se centraba en la idea de que la existencia de Dios es inmediatamente deducible de una idea «clara y distinta» de un ser supremamente perfecto. A principios del siglo XVIII, Gottfried Leibniz aumentó las ideas de Descartes en un intento de probar que un ser «supremamente perfecto» es un concepto coherente. Un argumento ontológico más reciente vino de Kurt Gödel, quien propuso un argumento formal para la existencia de Dios. Norman Malcolm revivió el argumento ontológico en 1960 cuando encontró un segundo argumento ontológico más fuerte en la obra de Anselmo; Alvin Plantinga desafió este argumento y propuso una alternativa, basada en la lógica modal. También se han realizado intentos para validar la prueba de Anselmo utilizando una demostración automática de teoremas. Otros argumentos han sido categorizados como ontológicos, incluyendo los argüidos por el filósofo islámico Mulla Sadra.


Desde su propuesta, pocas ideas filosóficas han generado tanto interés y discusión como el argumento ontológico. Casi todas las grandes mentes de la filosofía occidental han encontrado al argumento digno de su atención, y se han desarrollado una serie de críticas y objeciones. El primer crítico del argumento ontológico fue un contemporáneo de Anselmo, Gaunilo de Marmoutiers. Utilizó la analogía de una isla perfecta, sugiriendo que el argumento ontológico podría ser usado para probar la existencia de cualquier cosa. Esta fue la primera de muchas parodias, todas las cuales intentaron demostrar que el argumento tiene consecuencias absurdas. Luego, Tomás de Aquino rechazó el argumento sobre la base de que los seres humanos no pueden conocer la naturaleza de Dios. Posteriormente, David Hume ofreció una objeción empírica, criticando su falta de razonamiento probatorio y rechazando la idea de que cualquier cosa puede existir necesariamente. La crítica de Immanuel Kant se basaba en lo que él veía como la falsa premisa de que la existencia es un predicado. Argumentó que «existir» no añade nada (incluyendo la perfección) a la esencia de un ser, y así un ser «supremamente perfecto» puede ser concebido para no existir. Finalmente, filósofos, incluyendo a C. D. Broad, descartaron la coherencia de un ser máximamente grande, proponiendo que algunos atributos de grandeza son incompatibles con otros, haciendo que el «ser máximamente grande» sea incoherente.




Índice






  • 1 Clasificación


  • 2 Desarrollo


    • 2.1 Protoargumento de Avicena


    • 2.2 Argumento de Anselmo


    • 2.3 El Argumento entre escolásticos


      • 2.3.1 Buenaventura de Fidanza


      • 2.3.2 Juan Duns Scoto




    • 2.4 El Argumento en la Edad Moderna


      • 2.4.1 René Descartes


      • 2.4.2 Baruch Spinoza


      • 2.4.3 Gottfried Leibniz


      • 2.4.4 Mulla Sadra


      • 2.4.5 Los idealistas alemanes




    • 2.5 Argumento Mereológico


    • 2.6 Argumento Meinongiano


    • 2.7 Argumentos modales


      • 2.7.1 Kurt Gödel


      • 2.7.2 Hartshorne y Malcolm


      • 2.7.3 Alvin Plantinga




    • 2.8 Razonamiento automatizado




  • 3 Contraargumentos


    • 3.1 La isla de Gaunilo


    • 3.2 Objeción de Tomás de Aquino


    • 3.3 Respuesta de Ockham


    • 3.4 Críticas de John Locke


    • 3.5 Contraargumento de Hume


    • 3.6 Razonamiento de Kant


    • 3.7 Burlas de Schopenhauer


    • 3.8 Pensamientos de Bertrand Russell


    • 3.9 Parodias del argumento


      • 3.9.1 Perfecta inexistencia


      • 3.9.2 Argumento de la conjetura de Goldbach


      • 3.9.3 Argumento ontológico de la inexistencia


      • 3.9.4 Gran demonio




    • 3.10 Los problemas de Dios


    • 3.11 Otras opiniones




  • 4 Referencias


  • 5 Bibliografía adicional


  • 6 Véase también


  • 7 Enlaces externos





Clasificación


La definición tradicional de un argumento ontológico fue dada por Immanuel Kant. Contrastó el argumento ontológico (literalmente cualquier argumento «relacionado con el ser») con los argumentos cosmológicos y fisio-teóricos. Según el punto de vista kantiano, los argumentos ontológicos son aquellos basados en un razonamiento a priori.


Graham Oppy, que en otras partes expresó la opinión de que «no ve ninguna razón urgente» para apartarse de la definición tradicional, definió los argumentos ontológicos como aquellos que comienzan con «nada más que premisas analíticas, a priori y necesarias» y concluyen que Dios existe. Oppy admitió, sin embargo, que no todas las «características tradicionales» de un argumento ontológico (analiticidad, necesidad y prioridad) se encuentran en todos los argumentos ontológicos y, en su obra de 2007, Ontological Arguments and Belief in God, la definición de un argumento ontológico solo emplearía consideraciones «enteramente internas a la cosmovisión teísta».


Oppy subclasificó los argumentos ontológicos en categorías definitorias, conceptuales (o hiperintensionales), modales, meinongianos, experimentales, merológicos, de orden superior o hegelianos, basadas en las cualidades de sus premisas. Definió estas cualidades de la siguiente manera: los argumentos definitorios invocan definiciones; los argumentos conceptuales invocan «la posesión de ciertos tipos de ideas o conceptos»; los argumentos modales consideran posibilidades; los argumentos meinongianos afirman «una distinción entre diferentes categorías de existencia»; los argumentos experimentales emplean la idea de que Dios existe únicamente para aquellos que han tenido experiencia de él; y los argumentos hegelianos son de Hegel. Posteriormente, él categorizó los merológicos como argumentos que «se basan en [...] la teoría de la relación todo-parte».


William Lane Craig criticó el estudio de Oppy como demasiado vago para una útil clasificación. Craig señaló que un argumento puede ser clasificado como ontológico si intenta deducir la existencia de Dios, junto con otras verdades necesarias, a partir de su definición. Sugirió que los defensores de los argumentos ontológicos afirmarían que, si entendiéramos completamente el concepto de Dios, deberíamos aceptar su existencia. William L. Rowe definió los argumentos ontológicos como aquellos que parten de la definición de Dios y, usando sólo principios a priori, concluyen con la existencia de Dios.



Desarrollo


Aunque el argumento ontológico pudo haber estado implícito en las obras de filósofos griegos como Platón y los neoplatónicos, la opinión dominante es que el argumento ontológico fue expresado y desarrollado claramente primero por Anselmo de Canterbury. Algunos estudiosos argumentaron que el filósofo islámico Avicena (Ibn Sina) desarrolló un tipo especial de argumento ontológico antes de Anselmo, pero otros estudiosos han dudado de esta posición. Daniel Dombrowski marcó tres etapas principales en el desarrollo del argumento: la formulación explícita inicial de Anselmo; las críticas del siglo XVIII de Kant y Hume; y la identificación de un segundo argumento ontológico en el Proslogion de Anselmo por los filósofos del siglo XX.



Protoargumento de Avicena





El Dios que defiende Avicena es un Ser Necesario, y todo lo demás es contingente. Dios no tiene otra esencia además de su existencia.


En la sección de Metafísica de El libro de la curación de Avicena (980–1037), que ha venido a conocerse como el argumento de la contingencia y de la necesidad (Imakan wa Wujub). Este fue el primer intento de emplear un método apriorístico para demostrar, con el mero empleo de la intuición y de la razón, la existencia de Dios. Aunque aún el argumento se discute si debe ser clasificado como ontológico o cosmológico (mediante observaciones a posteriori). Algunos lo clasifican como ambos.


En dicha sección, Avicena inicia un profundo análisis de la cuestión del ser, en el que distingue entre la esencia (mahiat) y la existencia (wujud). Propone que el hecho de la existencia no puede ser inferido de (o ser tenido en cuenta por) la esencia de las cosas existentes, y que la forma y la materia no pueden, por sí mismas, interactuar y originar el movimiento del universo o la progresiva renovación de las cosas existentes. Por el contrario, la existencia ha de deberse a alguna Causa o Agente que hace necesaria, imparte, confiere y añade la existencia a la esencia. Para poder hacer esto, la Causa debe ser algo existente y coexistir con sus efectos. Dicha causa va a ser identificada con Dios en la segunda parte del argumento.


De acuerdo con Avicena, el universo consiste en una sucesión de seres contingentes, y cada uno es responsable de la existencia del resto de seres por debajo de él. Dado que rechaza la infinitud de dicha concatenación, afirma que dicha sucesión ha de tener un principio, en el que sitúa a un único ser cuya esencia es su propia existencia, y que por tanto es autosuficiente y no necesita de ningún otro ser anterior que le confiera existencia. Dado que tal ser, al que llama Dios, no es contingente, sino necesario y eterno por sí mismo, satisface la condición de ser la causa necesaria de toda la concatenación de entidades.


El argumento podría formularse de la siguiente manera:



  1. El universo es una sucesión de seres contingentes.

  2. Un conjunto de seres contingentes también debe ser contingente.

  3. El universo debe tener algo fuera de sí mismo que haya causado su existencia.

  4. Esta causa tiene que ser contingente o necesaria.

  5. No puede ser contingente.

  6. Debe de haber una entidad necesaria que haya causado al universo.

  7. Ese ser es Dios.



  • Conclusión: Dios existe.


Argumento de Anselmo




Anselmo de Canterbury fue el primero en intentar un argumento ontológico para la existencia de Dios.



El teólogo y filósofo Anselmo de Canterbury (1033-1109) propuso un argumento ontológico en el segundo y tercer capítulos de su Proslogion. El argumento de Anselmo no fue presentado para probar la existencia de Dios; más bien, Proslogion fue una obra de meditación en la que documentó cómo la idea de Dios se hizo evidente para él.


En el capítulo 2 del Proslogion, Anselmo definió a Dios como un «ser tal, que nada mayor puede ser concebido». Sugirió que incluso «el necio» puede entender este concepto, y este entendimiento mismo significa que el ser debe existir en la mente. El concepto debe existir solo en nuestra mente, o en nuestra mente y en la realidad. Si tal ser existe solo en nuestra mente, entonces un ser mayor (que exista en la mente y en la realidad) puede ser concebido (este argumento es generalmente considerado como una reductio ad absurdum, porque se demuestra que la opinión del necio es inconsistente). Por lo tanto, si podemos concebir un ser del que nada más grande puede ser concebido, debe existir en la realidad. Por lo tanto, un ser tal que no podía concebirse algo mayor (que Anselmo definió como Dios) debe existir en la realidad.


El argumento de Anselmo en el capítulo 2 puede resumirse como sigue:



  1. Es una verdad conceptual (o, por así decirlo, una verdad por definición) que Dios es un ser tal que no se puede imaginar algo más grande (es decir, el ser más grande posible que se pueda imaginar).

  2. Dios existe como una idea en la mente.

  3. Un ser que existe como idea en la mente y existe en la realidad es, en iguales condiciones, más grande que un ser que solo existe como idea en la mente.

  4. Así, si Dios existe solo como una idea en la mente, entonces podemos imaginar algo que es más grande que Dios (es decir, un ser posible más grande que existe).

  5. Pero no podemos imaginar algo más grande que Dios (pues es una contradicción suponer que podemos imaginar un ser más grande que el más grande posible que se pueda imaginar).

  6. Por lo tanto, Dios existe.


En el capítulo 3, Anselmo presentó otro argumento en la misma línea:



  1. Por definición, Dios es un ser del que nada más grande puede ser imaginado.

  2. Un ser que necesariamente existe en la realidad es más grande que un ser que no necesariamente existe.

  3. Así, por definición, si Dios existe como una idea en la mente, pero no necesariamente existe en la realidad, entonces podemos imaginar algo que es más grande que Dios.

  4. Pero no podemos imaginar algo que sea más grande que Dios.

  5. Así, si Dios existe en la mente como una idea, entonces Dios necesariamente existe en la realidad.

  6. Dios existe en la mente como una idea.

  7. Por lo tanto, Dios necesariamente existe en la realidad.


Esto contiene la noción de un ser que no puede concebirse para no existir. Argumentó que si algo puede concebirse para no existir, entonces algo más grande puede ser concebido. En consecuencia, un ser del que nada mayor puede ser concebido no puede ser concebido para no existir y, por lo tanto, debe existir. Esto puede leerse como una reafirmación del argumento en el capítulo 2, aunque Norman Malcolm sostuvo que era un argumento diferente, más fuerte.



El Argumento entre escolásticos


La prueba anselmiana sobre la existencia de Dios fue bastante defendida por gran parte de los filósofos de la escolástica. Entre sus defensores estaban: Alberto Magno, Alejandro de Hales, Enrique de Gante y entre otros, las formulaciones más destacadas son las de Buenaventura de Fidanza y la de Duns Escoto.[1]



Buenaventura de Fidanza




San Buenaventura fue uno de los primeros pensadores del siglo XIII que prestó seria atención al argumento ontológico.


Juan de Fidanza (San Buenaventura) leyó el Proslogio de Anselmo a través de la visión aristotélica. Se basó en el principio de identidad al afirmar que la expresión “Dios existe” es sinónima de “Dios es Dios” y no se puede dudar de la verdad de esta proposición.[2]



"Conocemos los principios en la medida en que entendemos los términos que los componen, porque la causa del predicado está incluida en el tema. Esta es la razón por la cual los principios son evidentes. Lo mismo es cierto acerca de Dios. Porque Dios, o la verdad más elevada, es ser él mismo, aquello de lo cual nada más grande puede ser pensado. Por lo tanto, no se puede pensar que Dios no lo es, porque el predicado ya está incluido en el sujeto."


Buenaventura - In I Sent. d. 8, art. 1, q. 1 concl.


La proposición “Dios existe” es comparable con la proposición “lo mejor es mejor”. Estas proposiciones tautológicas son tan evidentes, que nunca podrían ser falsas. Como Dios se identifica con su existencia, por lo tanto, Dios existe.



"Nadie puede ignorar el hecho de que esto es cierto: lo mejor es lo mejor; o piensa que es falso. Pero lo mejor es un ser que es absolutamente completo. Ahora cualquier ser que es absolutamente completo, por esta misma razón, es un ser real. Por lo tanto, si lo mejor es lo mejor, lo mejor es. De manera similar, uno puede argumentar: si Dios es Dios, entonces Dios lo es. Ahora el antecedente es tan verdadero que no se puede pensar que no lo es. Por lo tanto, es verdad sin duda que Dios existe."


Buenaventura - De mysterio trinitatis 1.1 fund. 29



Juan Duns Scoto


Duns Escoto retomó el argumento de San Anselmo en las Cuestiones sobre las Sentencias (Opus oxoniense) en donde, según él, “reforzó” el razonamiento al poner de relieve la importancia de la pensabilidad del concepto de Dios, es decir, su posibilidad. Si el concepto de algo es contradictorio, no es pensable. Pero el concepto de Dios es pensable, ya que hasta el ateo, quien niega que Dios existe en la realidad, lo acoge en su entendimiento.


Por lo tanto, si el concepto de Dios es pensable y no contradictorio, es posible. Escoto dice que podemos llegar a un concepto relativamente simple de Dios, el concepto de "ser infinito". Pero en el caso de Dios, la posibilidad de su existencia implica la necesidad de su existencia, porque Dios es infinito. Este concepto puede parecer tan compuesto como "el bien más elevado" o la "primera causa", un ser que es infinito (ilimitado) como su forma intrínseca de existir. Por lo tanto, si es posible que exista, Dios existe necesariamente.[3]



El Argumento en la Edad Moderna


El argumento de San Anselmo ha sido discutido durante la Edad Moderna por las corrientes filosóficas modernas del racionalismo y el empirismo. En el racionalismo, el argumento fue acogido en un ambiente favorable para su desarrollo, debido a la habitual construcción de sistemas filosóficos mediante solo la razón (a priori). En el empirismo, no se le ha considerado como un argumento sólido a causa de que admite la existencia de algo sin ser verificable mediante la experiencia.



René Descartes




El pensador francés René Descartes compuso varios argumentos que podrían denominarse ontológicos.


René Descartes (1596-1650) compuso una serie de argumentos ontológicos, que difieren de la formulación de Anselmo. En términos generales, son argumentos menos formales que la intuición natural.


Descartes escribió en su Quinta Meditación



Pues bien, si del hecho de poder yo, sacar de mi pensamiento la idea de una cosa, se sigue que todo cuanto percibo clara y distintivamente que pertenece a dicha cosa, le pertenece en efecto, ¿no es ésta una posible base para un argumento para probar la existencia de Dios? Ciertamente, yo hallo en mí su idea de Dios o de un ser supremamente perfecto, es aquella que encuentro dentro de mí tan seguramente como la idea de cualquier figura o número; y no conozco con menor claridad y distinción que pertenece a su naturaleza una existencia eterna, de como conozco que todo lo que puedo demostrar de alguna figura o número pertenece verdaderamente a la naturaleza de éstos.



— Descartes (AT 7:65; CSM 2:45)






Descartes argumentó que la existencia de Dios puede deducirse de su naturaleza, del mismo modo que las ideas geométricas pueden deducirse de la naturaleza de las figuras (utilizó la deducción de los tamaños de los ángulos en un triángulo como ejemplo). Sugirió que el concepto de Dios es el de un ser supremamente perfecto, que posee todas las perfecciones. Parece haber asumido que la existencia es un predicado de una perfección. Así, si la noción de Dios no incluía la existencia, no sería supremamente perfecta, ya que carecería de una perfección. En consecuencia, la noción de un Dios supremamente perfecto que no existe, Descartes argumenta, es ininteligible. Por lo tanto, según su naturaleza, Dios debe existir.


Podría expresarse dos versiones de los argumentos ontológicos de Descartes:[4]


  • Versión 1:


  1. Todo idea clara y distinta que percibo es verdadera.

  2. Percibo clara y distintamente que la existencia necesaria está contenida en la idea de Dios.

  3. Por lo tanto, Dios existe.


  • Versión 2:


  1. Tengo una idea de un ser supremamente perfecto, es decir, un ser que tiene todas las perfecciones.

  2. La existencia necesaria es una perfección.

  3. Por lo tanto, existe un ser supremamente perfecto.



Baruch Spinoza


La proposición 11 de la primera parte de la Ética de Baruch Spinoza pretende probar la existencia de Dios, afirmando que: «Dios, o, en otras palabras, aquella sustancia constituida por un número infinito de atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente».[5]


Para demostrar esta proposición, Spinoza ofrece tres pruebas:


  • Primera prueba

La primera demostración es una, según algunos, escurridiza demostración por reducción al absurdo:



  1. Cuando dos cosas no tienen nada en común, una no puede ser la causa de la otra (premisa 1, E1p3).

  2. Es imposible que dos sustancias tengan el mismo atributo (o esencia) (premisa 2, E1p5).

  3. Dos sustancias con atributos diferentes no tienen nada en común (Premise 3, E1p6d).

  4. Por lo tanto, una sustancia no puede causar la existencia de otra sustancia (De 1, 2, 3. E1p6).

  5. O bien las sustancias son causadas por otras sustancias o existen por su propia naturaleza (Premisa 4, E1p7d).

  6. Por lo tanto, las sustancias deben existir por su propia naturaleza (es decir, la esencia de una sustancia debe involucrar la existencia). (De 4, 5. E1p7)


El argumento ontológico de Spinoza difiere de los argumentos ofrecidos por Anselmo y Descartes porque Spinoza no deduce la existencia de Dios de la afirmación de que nuestra idea de Dios involucra la existencia y no asume que la existencia es una perfección.[6]


  • Segunda prueba

Vendría a afirmar que: «Lo que carece de razón o causa que impida su existencia necesariamente existe. No hay razón o causa alguna capaz de impedir la existencia de Dios, luego Dios existe».


  • Tercera prueba

Nosotros existimos y somos seres finitos. Por tanto, si Dios, siendo infinito, no existiera, los seres finitos serían más poderosos que Él, infinito, lo que es absurdo.



Gottfried Leibniz




El filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz consideraba el argumento ontológico como «muy precioso e ingenioso».[7]


Gottfried Wilhelm Leibniz vio un problema con el argumento ontológico de Descartes: que Descartes no había afirmado la coherencia de un ser «supremamente perfecto». Propuso que, a menos que se pudiera demostrar la coherencia de un ser supremamente perfecto, el argumento ontológico falla.


«No podemos inferir con seguridad de las definiciones hasta que sepamos que son reales o que no implican ninguna contradicción. La razón de esto es que a partir de conceptos que implican una contradicción, se pueden sacar conclusiones contradictorias simultáneamente, y esto es absurdo.»


Él dio su propia contribución al argumento ontológico al proporcionar una prueba de que Dios es posible. La prueba de Leibniz para demostrar que Dios es posible es mostrar que el concepto de Dios es consistente (que no es contradictoria). Leibniz veía la perfección como imposible de analizar; por lo tanto, sería imposible demostrar que todas las perfecciones son incompatibles.


«Llamo a cada cualidad simple que es positiva y absoluta, o expresa lo que expresa sin límites, una perfección. Pero una cualidad de este tipo, porque es simple, es, por lo tanto, irresoluble o indefinible, ya que de lo contrario no será una cualidad simple sino un agregado de muchas, o si es una, estará circunscripta por límites y así será conocido a través de negaciones de un progreso adicional contrario a la hipótesis, ya que se asumió una calidad puramente positiva. A partir de estas consideraciones, no es difícil mostrar que todas las perfecciones son compatibles entre sí o pueden existir en el mismo sujeto.»


Leibniz afirma que el argumento anterior demuestra todas las perfecciones pueden existir juntas en una sola entidad, y por consiguiente, que es posible que exista un ser perfecto. Dado que la existencia necesaria es, según Leibniz, una perfección, el argumento de Descartes es todavía válido.[8]



Mulla Sadra


Mulla Sadra (c. 1571/2-1640) fue un filósofo islámico iraní chiita que fue influenciado por filósofos musulmanes anteriores como Avicena y Suhrawardi, así como el metafísico sufí Ibn Arabi. Sadra discutió los argumentos de Avicena para la existencia de Dios, afirmando que no eran a priori. Él rechazó el argumento sobre la base de que la existencia precede a la esencia, o que la existencia de los seres humanos es más fundamental que su esencia.


Sadra presentó un nuevo argumento, conocido como Argumento Seddiqin o Argumento de los Justos. El argumento intenta probar la existencia de Dios a través de la realidad de la existencia, y concluir con la necesidad pre-eterna de Dios.En este argumento, una cosa se demuestra a través de sí misma, y un camino es idéntica a la meta. En otros argumentos, la verdad se alcanza desde una fuente externa, tal como desde lo posible a lo necesario, desde el originado al origen eterno, o desde el movimiento al motor inmóvil. En el argumento de los justos, no hay término medio que no sea la verdad. Su versión del argumento ontológico puede resumirse de la siguiente manera:



  1. Hay existencia.

  2. La existencia es una perfección por encima de la cual no se puede concebir la perfección.

  3. Dios es perfección y perfección en existencia.

  4. La existencia es una realidad singular y simple; no hay pluralismo metafísico.

  5. Esa singular realidad se clasifica en intensidad en una escala de perfección (es decir, una negación de un monismo puro).

  6. Esa escala debe tener un punto límite, un punto de mayor intensidad y de mayor existencia.

  7. Por lo tanto, Dios existe.


Mulla Sadra describe este argumento en su obra principal Al-asfar Al-arba'a (Cuatro viajes) de la siguiente manera:



La existencia es una realidad única, objetiva y simple, y no hay diferencia entre sus partes, salvo en términos de perfección e imperfección, fuerza y debilidad [...] Y la culminación de su perfección, donde no hay nada más perfecto, es su independencia de cualquier otra cosa. Nada más perfecto debe ser concebible, ya que cada cosa imperfecta pertenece a otra cosa y necesita ser perfecta. Y, como ya se ha explicado, la perfección es anterior a la imperfección, la realidad a la potencia y la existencia a la no existencia. También, se ha explicado que la perfección de una cosa es la cosa misma, y no una cosa además de ella. Por lo tanto, ya sea la existencia es independiente de los demás o está en necesidad de otros. Lo primero es lo Necesario, que es pura existencia. Nada es más perfecto que Él. Y en Él no hay lugar para la no existencia o imperfección. Este último es distinto de Él, y es considerado como Sus actos y efectos, y para otros que Él no hay subsistencia, a menos que por Él. Pues no hay imperfección en la realidad de la existencia, y la imperfección se añade a la existencia solo por la calidad de ser causada, ya que es imposible que un efecto sea idéntico a su causa en términos de existencia.


Mulla Sadra



Los idealistas alemanes




Hegel creía que la existencia se establecería como un predicado en un ser infinito solamente.


El idealismo de representa la vuelta a la metafísica después de la crítica de Kant a ésta. Ahora ésta no se refiere a la cosa en sí misma, pues implicaría un retroceso hacia el dogmatismo, sino sobre las representaciones mentales, al punto tal de identificar el pensamiento con la realidad. Los filósofos más importantes de este período son Fichte, Schelling y Hegel. Los tres han desarrollado un sistema filosófico muy similar, comúnmente llamado “panteísmo idealista” construido totalmente a priori.[1]


Georg Wilhelm Friedrich Hegel consideraba, no obstante, que entender la existencia como la posición del concepto ya exhaustivamente determinado no implica una verdadera superación de la particular noción de ser que está a la base del argumento ontológico en su formulación clásica. Sobre dicha noción se constituyen para Hegel una concepción de la realidad y una concepción de lo Absoluto, una ontología y una teología, que le son correlativas.[9]



En su Ciencia de la lógica sostiene que en las cosas finitas su esencia se distingue claramente de su existencia. Por ello, éstas pueden pensarse como existentes o como no existentes ya que, de hecho, pueden existir o no existir.


“Pero con respecto a Dios, el pensamiento y la existencia, el ser y la noción son idénticos; y es precisamente aquella unidad de la noción y del ser por la cual Dios está constituido (…) Esta observación vulgar de la crítica kantiana de que el pensamiento y el ser son dos cosas distintas podrá turbar el espíritu, pero no conseguirá detener el movimiento por el que el espíritu va del pensamiento de Dios a la afirmación de su existencia”[1]


De esta manera, Hegel se basa en que el pensamiento y realidad son idénticos, característica de su idealismo extremo. Por esta razón, la prueba cambia radicalmente de sentido ya que no pretende probar que lo que existe en el pensamiento existe también en la realidad como si pensamiento y realidad fueran dos planos diferentes. Según Hegel "lo racional es real". Entonces, si la existencia de Dios es necesaria en el pensamiento también lo es en la realidad.[10]



Argumento Mereológico


Los argumentos mereológicos son argumentos ontológicos que se basan en los recursos de la mereología, es decir, la teoría de la relación partes con el todo.[11]


Una instancia de argumentos de este tipo es la siguiente:



  1. Yo existo. (Premisa, contingente a priori )

  2. (Por lo tanto) Existe algo, es decir, al menos una cosa. (1)

  3. Siempre que algunas cosas existen, hay algo de lo que todas son partes. (Premisa de mereología)

  4. (Por lo tanto) Hay exactamente una cosa de la cual todo es parte. (De 2, 3)

  5. Lo único de lo que todo es parte es Dios. (Definición del panteísmo)

  6. (Por lo tanto) Dios existe. (Desde 4, 5)



Argumento Meinongiano


Estos son los argumentos que dependen de las teorías sobre los objetos de Alexius Meinong, basándose en la cuantificación sobre (o referencia a) objetos inexistentes. Una forma de representarlo sería así:[12]



  1. Todas las instancias de la frase "A B es B" son verdaderas.

  2. Un Ser Perfecto existente es existente es verdadero.

  3. Por lo tanto, un Ser Perfecto existente existe.



  • Conclusión: Dios existe.

Los meinongianos supondrían que si B se ejemplifica con cualquier propiedad, entonces el resultado es verdadero (y muy probablemente, necesario, analítico y a priori). Por ejemplo, el cuadrado redondo es redondo; el rey calvo de Francia es calvo. Este es el principio de caracterización, que postula que cualquier objeto tiene esas propiedades que se caracteriza por tener ("El AB es A y B, respectivamente").[13]​ Lo único que se ha hecho es cambiar A por Ser Perfecto y B por existente.


Sin embargo, los meinongianos más sofisticados insistirán en que debe haber alguna restricción en las instancias de sustitución para B, para permitir a uno extraer la obvia e importante distinción ontológica entre los dos grupos siguientes: {el sol, la Torre Eiffel, Michael Jackson, etc} y {Santa Claus, Mickey Mouse, el cuadrado redondo, etc}.


La elección del vocabulario aquí es controvertido: se supones que las cosas anteriores existen y las últimas no. Bajo esta suposición, 'existente' no será una instancia de sustitución adecuada para B, ya que aún no se puede incluir a Dios en el primer grupo de objetos con seguridad. Los expertos reconocerán que el punto crucial es que los argumentos ontológicos meinongianos no respetan la distinción entre propiedades nucleares (propiedades que caracterizan la naturaleza de un objeto presentado) y no nucleares (no asumibles, propiedades que no son constitutivas ni una parte consecutiva de su naturaleza).


Se debe tener en cuenta que ni Meinong, ni ninguno de sus partidarios modernos bien conocidos como Terence Parsons o Richard Sylvan respaldan el argumento ontológico meinongiano, y también deben señalarse que la mayoría motiva la distinción entre propiedades nucleares y no nucleares en parte por la necesidad de evitar argumentos ontológicos meinongianos.[14]



Argumentos modales


La lógica modal se ocupa de la lógica de la posibilidad, así como de la necesidad. Paul Oppenheimer y Edward N. Zalta señalan que "muchos autores recientes han interpretado este argumento como modal". En la frase "aquello que ninguno puede ser concebido", la palabra "puede" podría interpretarse como una posibilidad. Sin embargo, los autores escriben que "la lógica del argumento ontológico en sí no incluye inferencias basadas en esta modalidad".[15]



Kurt Gödel





Kurt Gödel "No creo en la ciencia empírica. Yo solo creo en la verdad a priori ".


El matemático Kurt Gödel proporcionó un argumento formal para la existencia de Dios. El argumento fue construido por él, pero no publicado hasta mucho después de su muerte. Proporcionó un argumento lógicamente válido basado en la lógica modal; utilizó la concepción de las propiedades, concluyendo finalmente con la existencia de Dios.



Definición 1: x es como Dios si y sólo si x tiene como propiedades esenciales aquellas y solo aquellas propiedades que son positivas.


Definición 2: A es una esencia de x si y solo si para cada propiedad B, x tiene B necesariamente si y solo si A implica B.


Definición 3: x necesariamente existe si y solo si cada esencia de x es necesariamente ejemplificada.


Axioma 1: Si una propiedad es positiva, entonces su negación no es positiva.


Axioma 2: Cualquier propiedad implicada por, es decir, estrictamente implícita por una propiedad positiva es positiva.


Axioma 3: La propiedad de ser semejante a Dios es positiva.


Axioma 4: Si una propiedad es positiva, entonces es necesariamente positiva.


Axioma 5: La existencia necesaria es positiva.


Axioma 6: Para cualquier propiedad P, si P es positivo, entonces necesariamente P es positivo.


Teorema 1: Si una propiedad es positiva, entonces es consistente, es decir, posiblemente ejemplificada.


Corolario 1: La propiedad de ser semejante a Dios es consistente.


Teorema 2: Si algo es semejante a Dios, entonces la propiedad de ser semejante a Dios es una esencia de esa cosa.


Teorema 3: Necesariamente, la propiedad de ser semejante a Dios se ejemplifica.

Gödel definió ser «semejante a Dios» como teniendo cada característica positiva. Dejó el término «positivo» indefinido. Gödel propuso que se entienda en un sentido estético y moral, o alternativamente como lo opuesto a la privación (la ausencia de cualidades necesarias en el universo). Advirtió contra la interpretación de «positivo» como moral o estéticamente «bueno» (la más grande ventaja y la menor desventaja), ya que esto incluye características negativas. En su lugar, sugirió que el «positivo» debe interpretarse como perfecto, o «puramente bueno», sin características negativas.


Los teoremas de Gödel se enumeran a partir de los axiomas, por lo que la mayoría de las críticas de la teoría se centran en los axiomas o las suposiciones hechas. Oppy argumentó que Gödel no da una definición de «propiedades positivas». Sugirió que si estas propiedades positivas forman un conjunto, no hay razón para creer que existe tal conjunto que sea teológicamente interesante, o que haya solo un conjunto de propiedades positivas que sea teológicamente interesante.



Hartshorne y Malcolm


Charles Hartshorne y Norman Malcolm son los principales responsables de la introducción de versiones modales del argumento en el debate contemporáneo. Ambos afirmaron que Anselmo tenía dos versiones del argumento ontológico, el segundo de los cuales era una versión lógica modal.[16]​ La versión del argumento ontológico modal de Hartshorne se basa en la proposición “La existencia de Dios es necesaria o imposible”, ya que la posibilidad o la contingencia no pueden aplicarse a Dios. Esta versión del argumento fue formalizada por O´Hear con un modus tollendo tollens:[1]


-p→□-p    Si Dios no existe, entonces, necesariamente Dios no existe.

-□-p      Pero, no necesariamente Dios no existe.



p         Por lo tanto, Dios existe 

Esta versión está representada por Malcolm de la siguiente manera:[17]




  • 1. Dios existe o Dios no existe.


  • 2. Dios no puede existir ni desaparecer.


  • 3. Si Dios existe, Dios no puede dejar de existir.


  • 4. Por lo tanto, si Dios existe, la existencia de Dios es necesaria.


  • 5. Si Dios no existe, Dios no puede existir.


  • 6. Por lo tanto, si Dios no existe, la existencia de Dios es imposible.


  • 7. Por lo tanto, la existencia de Dios es necesaria o imposible.


Malcolm ahora agrega dos premisas adicionales para completar la forma de argumento ontológico que encuentra en el capítulo 3 del Proslogion de San Anselmo:




  • 8. La existencia de Dios es solo imposible si el concepto de Dios es autocontradictorio.


  • 9. El concepto de Dios no es autocontradictorio.


  • 10. Por lo tanto, la existencia de Dios no es imposible.


  • 11. Por lo tanto (de (7) y (10)), Dios existe necesariamente.


Refiriéndose a los dos argumentos ontológicos propuestos por Anselmo en los capítulos 2 y 3 de su Proslogion, Malcolm apoyó la crítica de Kant al argumento de Anselm en el capítulo 2: que la existencia no puede ser la perfección de algo. Sin embargo, identificó lo que él ve como el segundo argumento ontológico en el Capítulo 3 que no es susceptible a tal crítica. Al rechazar la idea de que la existencia en sí misma es una perfección, Malcolm argumentó que la existencia necesaria es una perfección. Malcolm apoyó la definición que Dios es "un ser del que nada más grande puede ser imaginado" y sugirió que hace de la proposición de la existencia de Dios una afirmación lógicamente necesariamente verdadera (como "un cuadrado tiene cuatro lados" es lógicamente necesariamente cierto).[18]


Hartshorne dice que, para Anselmo, "la existencia necesaria es una forma de existencia superior a la existencia ordinaria y contingente, y que la existencia ordinaria y contingente es un defecto". Para Hartshorne, tanto Hume como Kant se centraron solo en si lo que existe es mayor que lo que no existe. Sin embargo, "el punto de Anselmo es que lo que existe y no puede no existir es mayor que lo que existe y no puede existir". Esto evita la pregunta de si la existencia es o no un predicado.[16]



Alvin Plantinga




Alvin Plantinga: "Pero como es racional aceptar su premisa central [del argumento ontológico], sí demuestra que es racional aceptar esa conclusión."[19]


El filósofo cristiano Alvin Plantinga criticó los argumentos de Malcolm y Hartshorne, y ofreció una alternativa.[20]​ Sostuvo que, si Malcolm demuestra la existencia necesaria del ser más grande posible, se deduce que hay un ser que existe en todos los mundos cuya grandeza en algunos mundos no es superada. Argumenta, no demuestra que ese ser tenga una grandeza insuperable en este mundo.


En un intento de resolver este problema, Plantinga diferenció entre "grandeza" y "excelencia". La excelencia de un ser en un mundo posible depende solo de sus propiedades en ese mundo; la grandeza de un ser depende de sus propiedades en todos los mundos. Por lo tanto, el ser más grande posible debe tener excelencia máxima en cada mundo posible. Plantinga luego reformuló el argumento de Malcolm, usando el concepto de "grandeza máxima".


Una versión de su argumento es la siguiente:[13]



  1. Un ser tiene la excelencia máxima en un mundo posible W si y solo si es omnipotente, omnisciente y totalmente bueno en W ; y

  2. Un ser tiene la grandeza máxima si tiene excelencia máxima en cada mundo posible.

  3. Es posible que haya un ser que tenga la grandeza máxima. (Premisa)

  4. Por lo tanto, posiblemente, es necesariamente cierto que existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente bueno.


  5. Por lo tanto, (por el axioma S5) es necesariamente cierto que existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente bueno.[21]

  6. Por lo tanto, existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente bueno.


Según el apologista cristiano William Lane Craig, considera que éste argumento tiene más posibilidades de ser convincente que sus predecesores. Craig caracteriza el argumento de Plantinga de una manera ligeramente diferente:[22]



  1. Es posible que exista un gran ser máximo.

  2. Si es posible que exista un ser máximo, entonces existe un ser máximo en algún mundo posible.

  3. Si existe un ser máximo en algún mundo posible, entonces existe en todos los mundos posibles.

  4. Si existe un ser máximo en todos los mundos posibles, entonces existe en el mundo real.

  5. Si existe un ser máximo en el mundo real, entonces existe un ser máximo.

  6. Por lo tanto, existe un gran ser máximo.


Plantinga argumentó que, aunque la primera premisa no está establecida racionalmente, no es contraria a la razón:



"Por lo tanto, nuestro veredicto sobre estas versiones reformuladas del argumento de San Anselmo debe ser el siguiente. Tal vez no se pueda decir que prueben o establezcan su conclusión. Pero como es racional aceptar su premisa central, sí demuestran que es racional aceptar esa conclusión. Y tal vez eso es todo lo que se puede esperar de cualquier argumento de este tipo."


The Nature of Necessity p.221


Sin embargo, Plantinga admite que cualquiera que haya comprendido el argumento podría rechazarlo si duda de la primera premisa, permaneciendo agnóstico o incluso aceptar la posibilidad de inexistencia de un gran ser máximo. Aún así, Alvin cree que no es irracional aceptar la primera premisa.[19]


Por ejemplo, tomando el argumento:



  • O 7 + 5 = 13, o Dios existe;

  • 7 + 5 no es 13;

  • por lo tanto, Dios existe.



"Este argumento es válido. Como acepto su conclusión y, por lo tanto, su primera premisa, creo que también es sólida. Aun así, apenas podía reclamar mucho por ello como una pieza de teología natural. Probablemente nunca se ubicará en la Tercera Vía de Aquino, ni siquiera."


The Nature of Necessity p.217


Michael Martin argumentó que, si ciertos componentes de la perfección son contradictorios, como la omnipotencia y la omnisciencia, entonces la primera premisa es contraria a la razón. Martin también propuso parodias del argumento, sugiriendo que la existencia de cualquier cosa se puede demostrar con el argumento de Plantinga, siempre que se defina como perfecto o especial en todos los mundos posibles.[23]


Un enfoque para apoyar la premisa de posibilidad en la versión del argumento de Plantinga fue intentado por Alexander R. Pruss. Comenzó con el aforismo del filósofo indio Sankara de los siglos VIII y IX d.C. de que si algo es imposible, no podemos tener una percepción de que es el caso. De esto se sigue que si tenemos una percepción de p, entonces aunque no sea el caso de p exista, al menos es posible que p. Si los místicos de hecho perciben la existencia de un ser máximo máximo, se deduce que la existencia de un ser máximo es al menos posible.[24]


Otros realistas modales intentan demostrar que Dios es un ser necesario comparándolo con numeros o figuras geométricas. Por ejemplo el número 2, nadie puede decir que no existe, no puede no existir. Así que necesariamente tiene que existir en todos los mundos posibles.[25]



Razonamiento automatizado


Los autores Paul Oppenheimer y Edward Zalta en 2011 investigaron el argumento ontológico computacionalmente. Utilizaron un motor de razonamiento automático de teoremas automatizado, Prover9, para validar la tesis ontológica de Anselmo. Las premisas y la conclusión del argumento se representan en la sintaxis entendida por el Prover9. Usando la lógica de las descripciones definidas, los autores desarrollaron una representación válida del argumento que requería tres premisas no lógicas. Sin embargo, descubrió un argumento válido más simple para la existencia de Dios desde una única premisa no lógica. [26]


Los investigadores Christoph Benzmülle y Bruno Woltzenlogel publicaron en 2013 un artículo donde prueban el argumento ontológico sobre la existencia de Dios del matemático Kurt Gödel con una demostración con los motores de razonamiento automático de teoremas LEO-II y Satallax.[27]​ Sin embargo “el artículo no pretende haber demostrado la existencia de Dios ni nada parecido”, aclara Joan Bagaria, profesor de Lógica y Filosofía de la ciencia de la Universidad de Barcelona. “Consiste en una formalización y verificación del argumento ontológico dado por Gödel, y la gracia del asunto es que esto se ha conseguido usando sistemas computacionales”. El matemático Jorge López Abad, del ICMAT, coincide:[28]



“Lo que han hecho estos autores es formalizar el resultado de Gödel en lenguajes informáticos apropiados y luego utilizar paquetes de demostración automátizados para que una máquina demuestre ese resultado, pero las implicaciones filosófico-religiosas las desconozco”.




Contraargumentos



La isla de Gaunilo


Una de las primeras refutaciones del argumento de Anselmo fue planteada por uno de sus contemporáneos, Gaunilo de Marmoutiers, quien invitó a sus lectores a concebir la mayor y más perfecta isla. Dicha isla, según Gaunilo, es muy probable que no exista. Sin embargo, de acuerdo con el argumento de Anselmo, en tal caso no estaríamos concibiendo la mayor y más perfecta isla concebible, ya que la mayor isla existiría en la realidad, y además debería tener todos los demás atributos de perfección y grandeza que se puedan concebir. Aun así, el Universo insiste en no albergar tal isla. Y aunque, según Gaunilo, este argumento pueda parecer absurdo y contrario a la realidad, no lo es más que el de Anselmo.


Este argumento se engloba en las llamadas objeciones por saturación: no pretenden mostrar dónde o cómo falla el argumento, sino que simplemente razonan que si se acepta como válida la forma de razonar del argumento ontológico, entonces se habrán de aceptar las conclusiones de todos aquellos razonamientos que siendo formalmente análogos a aquél llevan a conclusiones absurdas e incluso contrarias a la más directa experiencia; tales argumentos, en efecto, saturarían al universo con un número indefinidamente grande de islas perfectas necesariamente existentes, lagartijas perfectas, lapiceros perfectos, etcétera. Además, el contraarguumento de Gaunilo viene a señalar la que se ha visto como principal debilidad del argumento ontológico, el que algo sea más perfecto existiendo que no existiendo, lo cual se ha señalado como escurridizo y carente de sentido, ya que supone comparar algo que existe con algo que no es.



Objeción de Tomás de Aquino




Santo Tomás de Aquino fue uno de los primeros teólogos en rechazar el argumento ontológico.


Tomás de Aquino, en su Summa Theologica, se opuso al argumento de Anselmo. Sugirió que las personas no pueden conocer la naturaleza de Dios y, por lo tanto, no pueden concebir a Dios de la manera que Anselmo propuso.


Santo Tomás razonó que Dios es evidente en sí (quod se), pero no para nosotros (quod nos). Solo se puede conocer a Dios mediante su esencia, y como solo Dios puede conocer completamente su esencia, solo Él podría usar el argumento.[29]



«Por consiguiente, digo: La proposición Dios existe, considerada en sí misma, es evidente por sí misma, ya que en ella sujeto y predicado son lo mismo, pues Dios es su mismo ser, como veremos (q.3 a.4). Pero, puesto que no sabemos en qué consiste Dios, para nosotros no es evidente, sino que necesitamos demostrarlo a través de aquello que es más evidente para nosotros y menos por su naturaleza, esto es, por los efectos.»


Suma teológica - Parte I - Cuestión 2
Sobre la existencia de Dios


Según Tomás, se deduce que la existencia de Dios, aun cuando en sí misma no se nos presenta como evidente (a priori), es demostrable por los efectos (a posteriori) con que nos encontramos. Hasta el mismo Albert Einstein explica esta situación sobre la incomprensión de los atributos de Dios:[30]



«La mente humana es incapaz de concebir las cuatro dimensiones. ¿Cómo puede concebir un Dios, ante quien mil años y mil dimensiones son como una? »


Albert Einstein, Cosmic Religion


Su rechazo del argumento ontológico causó que otros teólogos católicos también rechazaran el argumento.[31]



Respuesta de Ockham


Guillermo de Ockham rechaza todas las pruebas de la existencia de Dios. Tanto la prueba ontológica de Anselmo y la cosmológica de Aquino, cada una con sus versiones diferentes. Ockham cree que cada uno se reduce a un argumento de regresión infinita de la siguiente forma:



  1. Si Dios no existe, entonces hay una regresión infinita.

  2. Pero las regresiones infinitas son imposibles.

  3. Por lo tanto, Dios debe existir.


Es decir, si fuera posible mostrar que la inexistencia de Dios implica una regresión infinita, entonces se aceptaría la conclusión de su existencia. Sin embargo, Ockham niega que la inexistencia de Dios implica algo así según la distinción aristotélica entre infinito extensivo e intensivo:


  • Un infinito extenso es una cantidad incontable de cosas existentes. Los platonistas matemáticos creen que el conjunto de números como es un infinito extenso. Ockham considera contradictoria la idea de una cantidad incontable ya que Dios podría contarlos. Con esto también niega los las regresiones infinitas.

  • Un infinito intensivo, por otro lado, es solo una falta de limitación. Como nominalista, Ockham entiende que el conjunto de los números enteros es un infinito intensivo en el sentido de que no existe un límite alcista sobre cuán lejos puede contar alguien. Esto no significa que el conjunto de números enteros sea una cantidad incontable de cosas realmente existentes.

En cuanto al argumento, Ockham adopta la Gran Cadena del Ser, doctrina medieval en la que la naturaleza puede clasificarse en una jerarquía de valores de arriba a abajo (Dios, ángeles, humanos...). La Gran Cadena del Ser implica que la grandeza es una cualidad objetivamente existente. Teniendo en cuenta la Gran Cadena del Ser si Dios y los ángeles no existen, los seres humanos serían las entidades más grandes, y si hubiera un solo mejor ente entre los seres humanos, él o ella sería un "dios". Algunos eruditos han interpretado a Ockham queriendo decir que el argumento demuestra que a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero no que sean uno. Sin embargo, no está claro cómo el empirismo de Ockham podría permitir tal conclusión.[32]



Críticas de John Locke


Uno de los primeros filósofos modernos en criticar el argumento ontológico es el fundador del empirismo, John Locke. Luego de refutar la teoría de las ideas innatas de Descartes en su Ensayo sobre el entendimiento humano, donde afirma que todas las ideas derivan de la experiencia. Locke considera “a algunos hombres que tienen la idea de Dios en sus espíritus (porque es evidente que algunos no tienen ninguna, y la mayoría la tiene muy diferente)”.


En un opúsculo posterior, Locke analiza la versión cartesiana del argumento, centrándose en la idea de existencia necesaria. Esta idea, según Locke, favorece tanto a quien quiera probar la existencia de un Dios inmaterial y creador (que llama el Dios teísta) como a la de una materia primigenia y sin conocimiento (que llama la materia de los ateos), ya que si se puede agregar la idea de existencia necesaria a Dios, también se la puede agregar a la materia de los ateos.[1]


Hacia el final del opúsculo, Locke concluye que no se puede pasar del plano de las ideas al de la existencia en una argumentación que pretenda ser válida:[33]



“Por las ideas del espíritu discernimos el acuerdo o desacuerdo de las ideas que tienen una existencia ideal semejante en nuestros espíritus (…). Pero cualquier idea, simple o compleja, por el mero hecho de estar en nuestros espíritus, no es evidencia de la existencia real de una cosa exterior a nuestros espíritus que corresponde a aquella idea. La existencia real sólo puede probarse por la existencia real; y, por tanto, la existencia real de Dios sólo puede probarse por la existencia real de otras cosas”



The life of John Locke, with extracts from his correspondence, journals, and common-place books, pag 138



Contraargumento de Hume




Para Hume, todas las proposiciones existenciales son contingentes.


Uno de los principales ataques contra el argumento ontológico es su apriorismo: al contrario de, por ejemplo, las cinco vías de Santo Tomás, el argumento ontológico parte de la existencia de Dios a priori para demostrarla. El filósofo escocés David Hume produjo, en ese sentido, una refutación del argumento bajo un empirismo extremo de Locke, en virtud de la cual trataba de demostrar que nada puede probarse como existente a partir de un argumento racional a priori. En sus Dialogues concerning Natural Religion (Diálogos sobre la religión natural) escribió:



Es un absurdo evidente pretender demostrar un hecho como necesario, o pretender demostrarlo con cualesquiera argumentos a priori. Nada es demostrable salvo si su contrario implica una contradicción. Nada que sea distintivamente concebible implica una contradicción. Cualquier cosa que concebimos como existente igualmente la podemos concebir como inexistente. No hay, por tanto, ser alguno cuya inexistencia implique una contradicción. En consecuencia, no hay ser alguno cuya existencia sea demostrable a priori.



Este razonamiento podría resumirse en:



  1. La única manera de probar algo a priori es si su opuesto implica una contradicción.

  2. Si algo implica una contradicción, entonces es inconcebible.

  3. Todo puede ser concebido como inexistente.

  4. Por tanto, nada puede ser demostrado como existente a priori.



Razonamiento de Kant




Immanuel Kant planteó que "la existencia de la cosa está en conexión con nuestras percepciones".


Existe un cierto consenso en que fue Immanuel Kant el que vino a clarificar la polémica que rodea al argumento ontológico. A lo largo de su Crítica de la razón pura, Kant ofreció una serie de argumentos separados pero interconectados en contra del argumento ontológico, apoyándose en los conceptos de juicios sintéticos y analíticos. En un juicio analítico, el predicado expresa de un concepto algo que ya está contenido en el concepto, y por tanto es una tautología (ej: un triángulo tiene tres lados); en un juicio sintético, el predicado liga el concepto con algo externo a él que no se colegía lógicamente del mismo (ej: la Tierra es un esferoide): el conocimiento nuevo se construye a partir de juicios sintéticos.



  • Primeramente, Kant razona que no está nada claro que la idea de un ser absolutamente necesario signifique algo en realidad: señala como escurridiza la afirmación de que la existencia es mejor que la inexistencia.


  • Segundo, Kant arguye que si incluimos la existencia en la definición de algo, entonces afirmar que ese algo existe es una tautología. Si decimos que la existencia es parte de la definición de Dios (lo cual tomamos por un juicio analítico), entonces simplemente nos estamos repitiendo al afirmar que Dios existe, sin aportar juicio sintético alguno que pudiera añadir nueva información respecto a la existencia de Dios.


  • Tercero, Kant afirma que «existir no es obviamente una afirmación real», y que no puede ser parte del concepto de algo. Esto es, que decir que algo es o existe no es decir algo de un concepto, sino que por el contrario indica que hay un objeto que se corresponde con el concepto, y que «el objeto, como realmente existe, no está analíticamente contenido en mi concepto, sino que se añade al mismo». Con respecto a los objetos sensibles, decir que algo existe no implica que tiene una propiedad adicional que es parte de su concepto, sino que será encontrado fuera de nuestros pensamientos y que tenemos la percepción empírica del mismo en el espacio y el tiempo. Una cosa realmente existente carece de cualquier propiedad que pudiera predicarse de ella y que la diferenciara del concepto de la misma.

Lo que distingue el objeto del concepto es que los experimentamos: tendrá, por ejemplo, una forma, una situación determinada, y una duración. Como ejemplo de esto, propone: la razón por la que decimos que los caballos existen y los unicornios no, no es que el concepto de caballo tenga la propiedad de la existencia y el de unicornio no; no hay diferencia entre ambos conceptos en este sentido, y tampoco la hay entre el concepto de un caballo y de un caballo realmente existente: ambos conceptos son iguales. La razón por la que decimos que los caballos existen es que tenemos una experiencia espacio-temporal de los mismos: son objetos que se corresponden al concepto. Así, cualquier demostración de la existencia de algo, incluyendo a Dios, que se base en afirmar (predicar) una propiedad (en este caso la existencia) de ese algo es falaz: la definición de algo no implica su existencia.



Burlas de Schopenhauer




Arthur Schopenhauer «Pero examinado con claridad y despreocupadamente, este célebre argumento ontológico es un delicioso cuento».


El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, muy influenciado por la filosofía kantiana y su ateísmo, criticó paródicamente el argumento ontológico.


Según él, este argumento es comparable a un truco de magia. Similarmente cuando un mago oculta en lugar conveniente de su sombrero un conejo, San Anselmo y Descartes ocultan dentro de las premisas la conclusión del argumento (que Dios existe), volviendolo en una falacía de petición de principio. Schopenhauer dice lo mismo diciendo que el argumento ontológico hace lo mismo que "el pollo dentro del huevo que ha sido largamente empollado". Al salir el pollo del cascarón, no surge milagrosamente de un huevo vacío, sino que ya estaba dentro desde el principio.[34]


Para Schopenhauer, la respuesta más simple a tal demostración ontológica (de que un objeto correspondiente al concepto debe existir en la realidad, independiente del concepto mismo) es la siguiente:



«Todo estriba en saber de dónde te viene tu concepto: ¿le has tomado
de la experiencia? A la bonne heure! Entonces en ella existirá su correspondiente objeto, y no necesita de más demostración. Por el contrario, ¿le has fraguado en tu mollera? Entonces no le sirven de nada todos sus predicados: es una ficción»



Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (1813)


Schopenhauer cita a Aristóteles en el capítulo 7 del libro II de Analytica Posteriora. En este fragmento Schopenhauer señala que la definición de una cosa y la prueba de su existencia son dos materias distintas y que nunca deben confundirse, pues por la primera de ellas sabemos lo que se menciona, y por la otra que esta cosa existe. Es decir, "la existencia no forma parte de la esencia: el existir de las cosas no pertenece a su quididad.» [35]



Ahora bien, el ser no es la entidad de nada: pues lo que es no es un género.


Segundos Analíticos 7. 92 b. 10-14


Con esto, Schopenhauer se burla y critica duramente a los filósofos Schelling y Hegel por defender tal argumento.



Pensamientos de Bertrand Russell




Russell afirma que no se puede aplicar las mismas reglas lógicas a cosas cuya existencia es incierta.


Bertrand Russell, durante su primera fase hegeliana, aceptó el argumento; confiesa en su autobiografía que una vez exclamó: «¡Cáspita, el argumento ontológico es sólido!». Sin embargo, más tarde criticó el argumento, afirmando que "el argumento, para una mente moderna, no parece muy convincente, pero es más fácil sentirse convencido de que debe ser falaz que descubrir precisamente dónde está la falacia."


Russell hizo una distinción entre la existencia y la esencia, argumentando que la esencia de una persona puede describirse y su existencia aún permanece en cuestión.



La verdadera pregunta es: ¿hay algo que podamos pensar que, por el mero hecho de que podemos pensar en ello, parezca posible existir fuera de nuestro pensamiento? A los filósofo les gustaría decir que sí, porque el trabajo de un filósofo es averiguar cosas sobre el mundo mediante el pensamiento en lugar de la observación. Si la respuesta correcta es "sí", existe un puente desde el pensamiento puro a las cosas. Si no, no.


Bertrand Russell: Historia de la filosofía occidental (1946)


Russell rechaza el argumento ontológico, siguiendo la misma crítica propuesta por Kant, argumentando que la existencia no es un predicado. Russell lo resume diciendo que todos los argumentos ontológicos son " casos de mala gramática ". Si la existencia se considerase como una propiedad, el siguiente silogismo sería válido.[36]



  1. Los hombres existen.


  2. Papá Noel es un hombre.

  3. Papá Noel existe.


Al ser padre de la filosofía del lenguaje, Russell en su teoría descriptiva distingue dos tipos de declaración:[37]




  • Predicativa, que se agrega a una descripción de algo;

  • y existencial, que muestra que algo existe.


Es posible usar declaraciones predicativas para describir algo, pero ese algo no tiene que ser una declaración existencial. Russell argumentó que el uso cotidiano del lenguaje hace posible hablar de cosas inexistentes con un significado aparente. Por ejemplo, al hablar de unicornios, se habla de la misma manera que con vacas. En silogismo anterior, Papá Noel pertence a un grupo distinto al del hombre de la primera premisa.


Russell distingue lo que es o esencia (transmitido por lo que "hay") y la existencia (transmitida por "existe"). En otras palabra, Russell piensa que: Algunas cosas son y existen (un hombre); y otras son y no existen (Papá Noel). Él lo ejemplifica con la frase "el actual rey de Francia es calvo", ya que Francia es una república y no tiene rey. Las descripcion puede ser comprensible, pero no corresponden a un estado real de las cosas. Por lo tanto, no tienen un significado real. Russell era un realista respecto al lenguaje, y este debe corresponder a estados reales para ser verdadero o falso. El lenguaje que no corresponde a la realidad es un sin sentido. El argumento ontológico cae en esta categoría.


Él está de acuerdo con Anselmo al definir Dios como "un ser tal que no se puede imaginar algo más grande", sin embargo no está de acuerdo que esto prueba su existencia en la realidad. Por supuesto, en la vista de Russell en su Principia, no hay una propiedad de existencia y de no existencia, pero aún si lo son, el argumento también fallaría.[38]​ Russell fue más lejos al sugerir que la "existencia", en lugar de ser un predicado, indica que algo está instanciado si hay ejemplos de este en el espacio y tiempo.[39]​ Otra forma de expresarlo es que la existencia es la extensión de la intención (concepto de un término) buscando dentro de las cosas reales pragmáticamente. La intención de "un ser tal que no se puede imaginar algo más grande" posee una extensión en cuanto a una idea, pero no físicamente.[36]


También Russell propuso una refutación del argumento ontológico[40]​. Muestra que la existencia de Dios se supone implícitamente como una premisa inicial del argumento. En su libro "Sobre la denotación", Russel reformula el argumento ontológico de la manera:



  1. El Ser más perfecto tiene todas las perfecciones,

  2. la existencia es una perfección,

  3. por lo tanto, existe el Ser más perfecto.


Russell muestra que la primera premisa debe reformularse para tener sentido. La única manera de hacerlo significativo es comenzar con: "Hay una y única entidad x que es la más perfecta, esa tiene todas las perfecciones". Pero esto es exactamente lo que intentamos probar y que el argumento no prueba nada.[41]


Si se reformulase el argumento usando la forma si / entonces "Si el Ser más perfecto existe, entonces ese Ser tiene todas las perfecciones, la existencia es una perfección, por lo tanto ...". A partir de aquí, la única conclusión que podemos extraer es: Si existe el Ser más perfecto, entonces existe el Ser más perfecto.[42]


Además, Russell considera el concepto de un "Ser Necesario" como un sin sentido en su debate de radio con Frederick Copleston. Reconoce que las definiciones y las pruebas lógicas pueden ser necesariamente ciertas, pero no que ser exista necesariamente.



Suponga que usted toma como su sujeto "el existente cuadrado redondo", se vería como una propuesta analítica que "el existente cuadrado redondo existe", pero no existe.


Bertrand Russell


Para él, una propuesta necesaria debe ser analítica (verdaderas por definición) pero según él, un "ser necesario" es una noción contradictoria, como un "cuadrado redondo". Este contra-argumento lo usó contra la teoría de los objetos de Alexius Meinong, y por consiguiente, contra los argumento ontológicos meinongianos.[39]



Parodias del argumento


Una parodia popular del argumento ontológico es la de Richard Dawkins, en su best-seller " The God Delusion ". Su parodia es una versión del argumento que intenta demostrar que Dios no existe. Es similar en el enfoque de Gaunilo, ya que también requiere un Dios que puede hacer lo lógicamente imposible, llegando a conclusiones absurdas. En la versión de Dawkins, tomada del filósofo australiano Douglas Gasking, la grandeza de Dios queda demostrada por su creación del mundo. Un ser que de alguna manera supera la gran desventaja de no existir y continúa creando el mundo sin duda será más grande que un ser que existe y crea el mundo. Por lo tanto, Dios, quien por definición es "aquello de lo que nada más grande puede ser concebido", no debe existir.



Perfecta inexistencia


Gasking afirmó que la creación del mundo es el logro más maravilloso que se pueda imaginar. El mérito de tal logro es el producto de su calidad y la discapacidad del creador: cuanto mayor sea la discapacidad del creador, más impresionante es el logro. La inexistencia, afirma Gasking, sería la mayor desventaja. Por lo tanto, si el universo es el producto de un creador existente, podríamos concebir un ser mayor, uno que no existe. Un creador inexistente es mayor que uno que existe, entonces Dios no existe. La proposición de Gasking de que la mayor discapacidad sería la no existencia es una respuesta a la suposición de Anselmo de que la existencia es un predicado y la perfección. Gasking usa esta lógica para suponer que la no existencia debe ser una discapacidad. [43]


Oppy criticó el argumento, viéndolo como una parodia débil. Afirmó que, aunque puede aceptarse que sería un mayor logro para un creador inexistente crear algo que un creador que existe, no hay ninguna razón para suponer que un creador inexistente sea un ser superior, que no hay razón para ver la creación del mundo "el logro más maravilloso que se pueda imaginar" y que puede ser inconcebible que un ser inexistente cree algo en absoluto. [15]



Argumento de la conjetura de Goldbach


Unas parodias intentan mostrar que es absurdo otorgar la posibilidad de algo que es metafísicamente necesario bajo la lógica modal S5, como hacen los plantónicos matemáticos sosteniendo que las verdades matemáticas son metafísicamente necesarias. La "Conjetura de Goldbach" en matemáticas es un problema no resuelto en la teoría de números que indica que "Cada entero par mayor que 2 se puede expresar como la suma de dos números primos". Entonces:



  1. Si la conjetura de Goldbach es correcta, entonces es necesariamente cierta.

  2. Es posible que la conjetura de Goldbach sea correcta.

  3. Por lo tanto, posiblemente, es necesariamente cierto que la conjetura de Goldbach es correcta.

  4. Por lo tanto (por el axioma S5) es necesariamente cierto que la conjetura de Goldbach es correcta.

  5. Por lo tanto, la conjetura de Goldbach es correcta.


Esto convertiría cualquier área "no probada" de las matemáticas que "podría ser verdad" en algo que "debe ser verdad".[44]



Argumento ontológico de la inexistencia


Muchas parodias han intentado usar el mismo argumento para demostrar la inexistencia de Dios. Tomando un ejemplo del argumento modal:[45]



  1. Es posible que no exista un gran ser máximo.

  2. Si es posible que no exista un ser máximo, entonces no existe un ser máximo en algún mundo posible.

  3. Si no existe un ser máximo en algún mundo posible, entonces no existe en todos los mundos posibles.

  4. Si no existe un ser máximo en todos los mundos posibles, entonces no existe en el mundo real.

  5. Si no existe un ser máximo en el mundo real, entonces no existe un ser máximo.

  6. Por lo tanto, no existe un gran ser máximo.



Gran demonio


La parodia clásica de la Gran Isla se podría objetar apelando que las cosas materiales no pueden ser "necesarias". Luego la parodia se ha cambiado por la de un "gran demonio" de necesaria maldad:[46]



  1. Un ser tiene la máxima depravación en un mundo posible dado W si y solo si es omnipotente, omnisciente y completamente malo en W; y

  2. Un ser tiene una maldad máxima si tiene una depravación máxima en cada mundo posible.

  3. Es posible que haya un ser que tenga la maldad máxima. (Premisa)

  4. Por lo tanto, posiblemente, es necesariamente cierto que existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente malo.

  5. Por lo tanto, (por el axioma S5) es necesariamente cierto que existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente malo.

  6. Por lo tanto, existe un ser omnisciente, omnipotente y perfectamente malo.[47]


Hay muchos tipos de parodias. El objetivo es construir argumentos que los no teístas puedan razonablemente afirmar que no tienen más razones para aceptar que los Argumentos Ontológicos originales. Por supuesto, los teístas pueden ser capaces de sostener que los originales son sólidos y las parodias no, pero ese es un tema que no está relacionado.



Los problemas de Dios


Muchos filósofos intentaron demostrar la coherencia de un ser supremamente perfecto bajo la definición de Dios pretendida por el teísmo clásico: Dios es omnipotente, omnisciente y moralmente perfecto, sin embargo, uno de los principales contra-argumentos, es demostrar que la existencia de Dios implique una contradicción y por consiguiente sea lógicamente imposible (como un soltero casado o un círculo cuadrado).


Esta definición trae varios problemas como planteados desde hace siglos como: El problema del mal, atribuído a Epicuro, que establece que una deidad omnipotente y omnibelevolente no puede existir en un mundo con mal, y la paradoja de la omnipotencia, atribuída a Averroes, planteando si un ser omnipotente podría realizar una acción que limitara su propia habilidad para realizar acciones.


C.D. Broad lo expresa diciendo con el ejemplo que si solo hubiese tres propiedades positivas X, Y y Z, pero dos de ellas son compatibles entre las dos, y la presencia de las dos excluye a la restante. Entonces habría tres seres posibles:



  1. Uno que combine X e Y,

  2. uno que combine Y y Z,

  3. y uno que combine Z y X.


El único tipo de ser superior a cualquiera de estos sería uno que tuviera las tres propiedades, X, Y y Z; y, por hipótesis, esta combinación es lógicamente imposible volviendo a la frase "un ser que no puede ser imaginado ninguno más grande" es simplemente un sin sentido, como la frase "el mayor número posible".[48]


Kenneth Einar Himma afirmó que la omnisciencia y la omnipotencia son incompatibles con el concepto del libre albedrío:



  1. Si Dios es omnisciente, entonces Dios sabe lo que cada persona hará en cada momento y no podría equivocarse (ya que eso implica desconocimiento).

  2. Una persona p tiene libre albedrío.

  3. Tener libre albedrío implica que en un cualquier momento en el que p hace cualquier acción, podría haber hecho una distinta.

  4. Si una persona p puede hacer una acción A en un momento t, p tiene la capacidad de hacer otra cosa que A en t.

  5. Un Dios omnisciente sabría que p haría en t la acción A.

  6. Dios sabe que p haría en t la acción A.

  7. La persona p hará necesariamente en t la acción A. (1, 6)

  8. La persona p hace al final en t una acción distinta a A. (2, 3, 4)


Esto cae en contradicción. La omnipotencia implica el poder de crear seres libres, pero la omnisciencia excluye la posibilidad de que tales seres existan. Por lo tanto, un ser que es omnisciente carece de la capacidad de crear seres libres y, por lo tanto, no es omnipotente. Por el contrario, un ser que es omnipotente tiene el poder de crear seres libres y, por lo tanto, no sabe lo que esos seres harían si existieran.[48]​ Esta paradoja, llamada argumento del libre albedrío, haría que el argumento ontológico fuera incoherente, ya que las características requeridas de un ser máximo no pueden coexistir en un solo ser, y por lo que tal ser no podría existir.


El filósofo John Niemeyer Findlay, después de que Gödel defendiera el argumento ontológico, publicó en 1948 en la revista Mind un artículo llamado Can God´s existence be disproved? (¿Puede la existencia de Dios ser demostrada?). Findlay sostiene que Dios debe poseer sus perfecciones y su existencia necesariamente, pero como a partir de la crítica kantiana, la existencia no es un predicado de la esencia, la idea de Dios es en sí misma contradictoria ya que pretende implicar a la existencia como una característica más de su esencia. Dado que la noción de Dios es contradictoria, su existencia es imposible.[49]​ Findlay declaró:



“Fue de veras un mal día para Anselmo cuando dio con su famosa prueba. Porque en ese día no sólo descubrió algo que es de la esencia de un adecuado objeto religioso, sino también algo que supone su necesaria no existencia”.



Findman desarrolló lo que Hartshorne llamaría más tarde "la paradoja de Findlay":



  1. Un ser contingente no merecería culto.

  2. Un ser necesario es una contradicción lógica.


Charles Hartshorne criticó a Findlay por si tiene sentido hablar de inexistencia necesaria, tiene sentido hablar de existencia necesaria; y que todas las proposiciones existenciales son contingentes no es una suposición universalmente aceptada.


El controversial artículo puso de relieve nuevamente la cuestión de la existencia de Dios sepultada por la crítica kantiana. Entre las primeras reacciones se encuentra Faith and Logic de 1958, y Faith and Philosophers de 1966 que contó con la participación de los más importantes exponentes del teísmo norteamericanos: Hartshorne, Malcolm y Plantinga, todos defensores del argumento ontológico.[1]



Otras opiniones


El filósofo y político teórico Robert Nozick llamó al argumento ontológico como "el más famoso de todos los argumentos filosóficos sospechosos ". Nozick jugó con la idea de que Dios lo necesitaría para probar su propia existencia a sí mismo en su libro Invariances: The Structure of the Objective World y también usó la idea de un meta-argumento ontológico para mostrar la existencia de tal argumento.[50]​ El filósofo de la religión Theodore Drange fue más crítico declarando que:[51]



"La mayoría de filósofos se le refieren [al argumento ontológico] ya sea como un sin sentido absurdo cognitivo o un juego de palabras, un puzzle semántico para resolver si alguien tiene tiempo libre. Apenas hay alguien que sea teísta teniendo como base el argumento ontológico. Enseño filosofía a miles de estudiantes, y ni siquiera uno de ellos ha puesto algún valor en él".


Drange 2006


Peter Millican ofreció una objeción nueva y elaborada al argumento ontológico de Anselmo. Millican, piensa que su objeción es más poderosa que cualquier otra porque no disputa las "profundas teorías filosóficas" contenciosas que subyacen al argumento. Peter Millican escribe sobre la doctrina kantiana que "la existencia es no es un predicado'':[52]



"Esta objeción más popular para el argumento no se ha mantenido del todo convincente bajo escrutinio crítico, en parte debido a que nunca se ha sido totalmente satisfactoria y defendida, pero también en parte debido a sus implicaciones para el argumento son de todos modos bastante oscuras: supongamos que aceptamos que 'existe' no es 'lógicamente' un predicado, ¿cómo es que esto socava el razonamiento de Anselmo: qué paso en particular no puede pasar [...]?"



En cambio, trata de revelar el "defecto fatal" del argumento al considerar sus "detalles lógicos poco profundos". La objeción de Millican se basa en su interpretación del argumento, según el cual Anselmo se basa en lo que llamo el “principio de la superioridad de la existencia”.[53]​ En resumen, según Millican, el argumento ontológico no establece la existencia de Dios, pero en la versión de Anselmo, al menos, sigue siendo un enigma lógico fascinante.[54]


El empirista del siglo XVII Pierre Gassendi confrontó a Descartes con esta crítica en un conjunto de objeciones (y merece crédito por ser el primero en enunciarlo): “la existencia no es una perfección ni en Dios ni en ninguna otra cosa; es aquello sin lo cual no puede haber perfecciones”.


En cuanto a la afirmación que incluso si concediéramos que la existencia necesaria es inseparable de la idea de Dios (en los términos de Kant, incluso si la existencia necesaria fuera analítica del concepto "Dios"), nada se deduce de esto sobre lo que existe o no existe. Johannes Caterus, el autor del primer conjunto de objeciones a las meditaciones, expresa el siguiente punto:[4]



"Incluso si se concede que un ser supremamente perfecto conlleva la implicación de la existencia en virtud de su propio título, todavía no se sigue que la existencia en cuestión sea algo real en el mundo real; todo lo que sigue es que el concepto de existencia está inseparablemente vinculado al concepto de un ser supremo. Así que no puedes inferir que la existencia de Dios es algo real a menos que supongas que el ser supremo existe realmente; para entonces, en realidad contendrá todas las perfecciones, incluida la perfección de la existencia real".




Referencias




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  2. Noone, Tim; Houser, R. E. (2014). Zalta, Edward N., ed. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2014 edición). Metaphysics Research Lab, Stanford University. Consultado el 18 de septiembre de 2018. 


  3. Williams, Thomas (2016). Zalta, Edward N., ed. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2016 edición). Metaphysics Research Lab, Stanford University. Consultado el 18 de septiembre de 2018. 


  4. ab Nolan, Lawrence (2015). Zalta, Edward N., ed. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2015 edición). Metaphysics Research Lab, Stanford University. Consultado el 28 de diciembre de 2018. 


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  21. En lógica y filosofía, S5 es uno de los cinco sistemas de lógica modal propuestos por Clarence Irving Lewis y Cooper Harold Langford en su libro Symbolic Logic de 1932. El axioma “si es posible que P sea necesario, entonces P es necesario”, que permite razonar que “si P es necesario, es necesario que lo sea”, que “si P es posible, es necesario que lo sea” y que “si P es contingente, es necesario que lo sea”. La gran ventaja de la lógica modal S5 es que se pueden reemplazar todos los operadores modales por cuantificadores cuyo domino son todos los universos posibles.


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Bibliografía adicional




  • Raul Isea (2015). El argumento ontológico sobre la existencia de Dios, Parte I. Revista RYPC. Blog Naturaleza y Transcendencia. 


  • Raul Isea (2015). El argumento ontológico sobre la existencia de Dios, Parte II. Revista RYPC. Blog Naturaleza y Transcendencia.  http://www.revista-rypc.org/2015/03/el-argumento-ontologico-sobre-la.html


  • Raul Isea (2015). El argumento ontológico sobre la existencia de Dios, Parte III. Revista RYPC. Blog Naturaleza y Transcendencia. 


  • Rogelio Rovira (1991). La fuga del no ser: el argumento ontológico de la existencia de Dios y los problemas de la metafísica. Encuentro. ISBN 9788474902747. 


  • Yujin Nagasawa (2011). The Existence of God: A Philosophical Introduction. Routledge. ISBN 9781136737466. 



Véase también



  • Ontología


  • Immanuel Kant, Crítica de la razón pura


  • Tomás de Aquino, Summa Theologiae


  • René Descartes, Meditaciones metafísicas


  • Bertrand Russell, Por qué no soy cristiano

  • Teología natural



Enlaces externos


  • González, Victoria (1950). «El argumento ontológico en Descartes», en Revista Cubana de Filosofía, La Habana, vol. 1, nº 6, pp. 42–45 — Filosofia.org.



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