Musa
En la mitología griega, las musas (en griego antiguo μοῦσαι «mousai») son, según los escritores más antiguos, las divinidades inspiradoras de las Artes: cada una de ellas está relacionada con ramas artísticas y del conocimiento. Son hijas de Zeus y de Mnemósine, compañeras del séquito de Apolo, dios olímpico de la música y patrón de las bellas artes, quien tuvo romances con cada una de ellas, dejando descendientes. Bajaban a la tierra a susurrar ideas e inspirar a aquellos mortales que las invocaran. En la época más arcaica eran las ninfas inspiradoras de las fuentes, en las cuales eran adoradas. Finalmente, alrededor de los siglos VIII-VII a. C.[1] prevaleció en todo el territorio de la Hélade la adoración de las nueve Musas, que son Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania. El culto a las musas era originalmente de Tracia y Beocia, y fueron de vital importancia para el desarrollo artístico en la Antigua Grecia. Los poetas eran sinceros en su invocación a las Musas y realmente se creían inspirados por ellas, pero con la imposición del cristianismo en la Edad Media, la adoración de las musas y de todas las deidades tuvieron que ser abandonadas so pena de muerte o destierro.
Índice
1 Lista de Musas
2 Genealogía
3 Sobre su número
4 Representaciones artísticas
5 Mitos
6 Funciones en la sociedad
7 Funciones en la literatura
8 Culto de las Musas
9 Culto en la actualidad
10 Miscelánea
11 Las musas en el arte
12 Véase también
13 Referencias
14 Bibliografía
15 Enlaces externos
Lista de Musas
Hesíodo[1] es el primero que da los nombres de las nueve, que a partir de entonces pasaron a ser reconocidos. Plutarco afirma que en algunos lugares las nueve eran llamadas por el nombre común de Mneiae, ‘recuerdos’.
Las nueve musas canónicas son:
Calíope (Καλλιόπη, ‘la de la bella voz’); musa de la elocuencia, belleza y poesía épica o heroica (canción narrativa), representada con una corona de laurel y portando una lira. Fue madre de Orfeo y de Reso (rey que murió en la Guerra de Troya). Amante de Apolo, que dio a luz con él dos hijos, Orfeo y Ialemo.
Clío (Κλειώ, ‘la que ofrece gloria’); musa de la Historia (epopeya). Su función era mantener vivos los actos generosos y los triunfos. Se la representa con una trompeta y un libro abierto.
Erató (Ἐρατώ, ‘la amorosa’); musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria). Coronada con rosas, se la representa portando una cítara. Siendo amante de Apolo, tuvieron un hijo llamado Tamiris,
Euterpe (Εὐτέρπη, ‘la muy placentera’); musa de la música, especialmente del arte de tocar la flauta. Se representaba coronada de flores.
Melpómene (Μελπομένη, ‘la melodiosa’); musa de la tragedia. La tragedia como difícil arte que despierta el ingenio y la imaginación. Se representa ricamente vestida y portando una máscara trágica como su principal atributo
Polimnia (Πολυμνία, ‘la de muchos himnos’); musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos). Se representaba vestida de blanco.
Talía (Θάλεια o Θαλία, ‘la festiva’); musa de la comedia y de la poesía bucólica. Presidía los banquetes y otras festividades, otorgando dones de abundancia.
Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘la que deleita en la danza’); musa de la danza y poesía coral. Representada con guirnaldas. Amante de Apolo, algunas versiones establecen que su hijo Lino lo engendró con Terpsícore, otras versiones creen que fue con Urania.
Urania (Οὐρανία, ‘la celestial’); musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas. Se la representa portando un globo terráqueo, que mide con un compás. Las cuarta musa amante de Apolo.
Homero menciona unas veces a una Musa (singular) y otras a unas Musas (plural), pero sólo una vez[2] dice que eran nueve. Sin embargo, no menciona ninguno de sus nombres.
En el siglo IV d. C., previo a la Edad Media, y con el abandono del paganismo y el triunfo del (cristianismo), la adoración de la musas, como de todas las deidades, quedaron abandonadas. En una época muy tardía se volvió a considerar a las musas (que se redujo a siete), asociándolas con las llamadas artes liberales.
Calíope
Érato
Clio
Talía
Terpsícore
Polimnia
Euterpe
Urania
Melpómene
Genealogía
La genealogía de las Musas no es la misma en todas las fuentes. La noción más común es que eran hijas de Zeus, rey de los olímpicos, y Mnemósine, diosa de la memoria, y que nacieron en Pieria (Tracia), al pie del monte Olimpo, por lo que a veces se les llamaba Piérides, pero algunos autores como Alcmán, Mimnermo y Praxila las consideraban más primordiales, hijas de Urano y Gea. Pausanias explica que había dos generaciones de Musas, siendo las primeras y más antiguas hijas de Urano y Gea y las segundas de Zeus y Mnemósine.
Otras versiones afirmaban que eran hijas:
- De Píero y una ninfa pimplea (por lo que a veces se les llama Pimpleas o Pimpleides) a la que Cicerón llama Antíope;
- De Apolo;
- De Zeus y Plusia;
- De Zeus y Moneta, probablemente una simple traducción de Mnemósine o Mneme, de donde son llamadas Mnemónides;
- De Éter y Gea.
Se considera a Eufeme nodriza de las Musas y al pie del monte Helicón su estatua aparecía junto a la de Lino.
Sobre su número
Por Pausanias[3] sabemos que originalmente se adoraba a tres Musas en el monte Helicón en Beocia: Meletea (‘meditación’), Mnemea (‘memoria’) y Aedea o Aoide (‘canto’, ‘voz’). Se decía que su culto y nombres habían sido introducidos por vez primera por Efialtes y Oto. Juntas formaban el retrato completo de las precondiciones para el arte poético en las prácticas religiosas.
También se reconocía a tres en Sición,donde una de ellas llevaba el nombre de Polimatía, y en Delfos, donde sus nombres eran idénticos a los de las tres cuerdas de la lira, es decir, Nete, Mese e Hípate, o Cefiso, Apolonis y Boristenis, que eran los nombres que las caracterizaban como hijas de Apolo.
Como hijas de Zeus y Plusia se hallan menciones a cuatro Musas: Telxínoe (‘deleite del corazón’), Aedea, Arque (‘comienzo’) y Meletea. Algunas fuentes, en las que otra vez son consideradas hijas de Píero, mencionan siete musas: Neilo, Tritone, Asopo, Heptapora, Achelois, Tipoplo y Rhodia, y por último otras mencionan ocho, que también se dice que era el número reconocido en Atenas.
Representaciones artísticas
En las obras de arte más antiguas se encuentran sólo tres Musas y sus atributos son instrumentos musicales, tales como la flauta, la lira o el barbitos.
En el arte romano, renacentista y neoclásico, cada una de las nueve Musas recibían al ser representadas en esculturas o pinturas atributos y actitudes diferentes, en función de la disciplina artística o científica con la que eran asociadas, lo que permitía distinguirlas:
En algunas representaciones las Musas aparecen con plumas sobre sus cabezas, aludiendo a la competición con las Sirenas. También aparecían en ocasiones acompañadas de Apolo.
Mitos
En los poemas homéricos se considera a las Musas diosas de la música y la poesía que viven en el Olimpo. Allí cantan alegres canciones en las comidas de los dioses, y en el funeral de Patroclo cantaron lamentos. De la estrecha relación existente en Grecia entre la música, la poesía y la danza puede también inferirse que una de las ocupaciones de las Musas era el baile. Como se las adoraba en el monte Helicón eran naturalmente asociadas con Dioniso y la poesía dramática, y por esto eran descritas como sus acompañantes, compañeras de juego o niñeras.
El poder que se les atribuye con más frecuencia es el de traer a la mente del poeta mortal los sucesos que ha de relatar, así como otorgarle el don del canto y darle elegancia a lo que recita. No hay razón para dudar de que los poetas más antiguos eran sinceros en su invocación a las Musas y que realmente se creían inspirados por ellas, pero en épocas posteriores, al igual que en la actualidad, tal invocación es una mera imitación. (Véase «Funciones en la literatura» más adelante).
Al ser diosas del canto, están naturalmente relacionadas con Apolo, el dios de la lira, quien también instruía a los bardos y era mencionado junto a ellas incluso por Homero. En épocas posteriores Apolo es situado en muy estrecha relación con ellas, pues se le describe como jefe del coro de las Musas con el epíteto Musageta (Μουσαγέτης).
Otra característica más de las Musas es su poder profético, que les pertenece en parte porque eran consideradas como ninfas inspiradoras y en parte por su relación con Apolo, el dios profético de Delfos. De ahí que instruyeran, por ejemplo, a Aristeo en el arte de la profecía.
Como los poetas y los bardos obtenían su poder de las Musas, y aunque la idea más general es que, como las demás ninfas, eran divinidades virginales, algunos eran con frecuencia llamados sus discípulos o hijos:
Lino es llamado hijo de Anfímaro y Urania, o de Apolo y Calíope, o de Terpsícore;
Jacinto, hijo de Píero y Clío;
Orfeo, de Calíope o Clío;
Tamiris, de Erato.
Aunque las musas no tienen ciclo legendario propio, sí se les atribuyen algunos mitos menores:
Marsias era un pastor frigio (en otras versiones, un sátiro) que desafió a Apolo a un concurso de música. Había encontrado un aulos inventado por Atenea que ésta había tirado porque le hacía hinchar sus mejillas. Apolo tocó su lira y Marsias esta flauta, y ambos lo hicieron tan bien que ni Midas, al que habían invitado como juez, ni las Musas pudieron decretar un vencedor. Entonces Apolo retó a Marsias a tocar el instrumento del revés: él giró su lira y tocó, pero el aulos no podía tocarse del revés. Entonces las Musas declararon vencedor a Apolo, pero Midas objetó contra este veredicto. Las Musas estaban en mayoría y se negaron a ceder. Apolo, para castigar a Marsias por su soberbia y audacia al retar a un dios, le ató a un árbol y lo desolló vivo, dando su sangre origen al río Marsias (en otras versiones, los faunos, los sátiros y las dríades le lloraron tanto que fueron sus lágrimas las que engendraron el río). Seguidamente tocó la cabeza de Midas, y las orejas de éste crecieron hasta ser como las de un burro.- Las Piérides eran nueve doncellas hijas del rey Píero de Pieria, en Tracia, muy hábiles en el arte del canto que, orgullosas de su talento, desafiaron a las Musas. Las ninfas del Parnaso fueron nombradas como jueces, y como era de esperar fallaron a favor de las Musas. Estas castigaron a las Piérides transformándolas en urracas, tornando así sus voces en graznidos.
- Tras ser asesinado por Dioniso, las Musas recogieron los trozos del cadáver de Orfeo, hijo de Calíope, y los enterraron al pie del sagrado monte Olimpo, donde se dice desde entonces que los ruiseñores cantan con más dulzura que en ningún otro lugar.
Tamiris, legendario cantor hijo de Filamón y la ninfa Argíope, desafió a las Musas, exigiendo de salir vencedor unirse sucesivamente con las nueve. Las Musas vencieron, y cegaron a Tamiris por su hibris.- Las Sirenas, que igualmente se atrevieron a competir con ellas, fueron privadas de las plumas de sus alas, que las propias Musas se pusieron como adorno.
Funciones en la sociedad
La palabra griega mousa es un sustantivo común además de un tipo de diosa: significa literalmente ‘canción’ o ‘poema’. La palabra deriva probablemente de la raíz indoeuropea *men-, que es también el origen del griego Mnemósine, del latín Minerva, y de las palabras castellanas mente y museo. O, alternativamente, de *mont-, ‘montaña’, debido a su residencia en el monte Helicón, que es menos probable en significado, pero más probable lingüísticamente.
Las Musas eran por tanto las personificaciones y las patrocinadoras de las representaciones de discursos en verso o mousike (de donde proviene «música»), ‘arte de las Musas’. En el periodo arcaico, antes de que los libros estuviesen ampliamente disponibles, esto incluía casi todas las formas de enseñanza: el primer libro griego de astronomía, por Tales, estaba escrito en hexámetros dactílicos, igual que muchas otras obras de la filosofía presocrática. Tanto Platón con los pitagóricos incluían explícitamente la filosofía como un subgénero de mousike. Heródoto, cuyo principal medio de expresión era la recitación pública, llamó a cada uno de los nueve libros de sus Historias con el nombre de una musa diferente.
Para el poeta y legislador Solón, las Musas era «la clave de la buena vida», pues traían tanto la prosperidad como la amistad. Solón buscó la perpetuación de sus reformas políticas a través del establecimiento de la declamación de su poesía (completada con invocaciones a sus Musas prácticas) por parte de chicos atenienses en los festivales de cada año.
Funciones en la literatura
Las Musas son invocadas típicamente al principio, o cerca, de un poema épico o historia clásica griega. Servían de ayuda a un autor, o como auténtico orador del que el autor no era más que la voz. Originalmente la invocación a las musas era una indicación de que el orador se movía en la tradición poética, de acuerdo a las fórmulas establecidas.
Algunos ejemplos clásicos son:
Comencemos nuestro canto por las Musas Heliconíadas, que habitan la montaña grande y divina del Helicón, donde forman bellos y deliciosos coros en la cumbre, lanzando al viento su maravillosa voz, con himnos a Zeus, portador de la égida, a Hera, a Atenea, a Apolo, a Artemisa, a Poseidón,a Afrodita, y a la restante estirpe sagrada de sempiternos inmortales. Este mensaje a mi, en primer lugar, me dirigieron las diosas, las Musas Olímpicas, hijas nacidas del poderoso Zeus: Clío, Euterpe, Talía, Melpóneme, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope (...) ¡Tan sagrado es el don de las Musas para los hombres! ¡Salud, hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo de vuestro canto.
Hesíodo, Teogonía, siglo VII-VIII a. C.
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,
anduvo peregrinando larguísimo tiempo
Homero, Odisea I
Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen
o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente
a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?
Virgilio, Eneida I
¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!
¡Oh memoria que apunta lo que vi,
ahora se verá tu auténtica nobleza!
Dante, La Divina Comedia, Infierno II
Canta, celeste Musa, la primera desobediencia del hombre. Y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo funesto manjar trajo la muerte al mundo y todos nuestros males con la pérdida del Edén, hasta que un Hombre, más grande, reconquistó para nosotros la mansión bienaventurada
John Milton, El paraíso perdido I
Quién me diera una musa de fuego que os transporte al cielo más brillante de la imaginación; príncipes por actores, un reino por teatro, y reyes que contemplen esta escena pomposa
William Shakespeare, prólogo de Enrique V
Estas que me dictó rimas sonoras, culta sí, aunque bucólica, Talía
Luis de Góngora, primeros versos de la Fábula de Polifemo y Galatea
Culto de las Musas
La adoración de las Musas señala originalmente a Tracia y Pieria sobre el monte Olimpo, desde donde fue introducido a Beocia, de tal forma que los nombres de las montañas, grutas y fuentes relacionados con su culto fueron igualmente transferidos del norte al sur. Cerca del monte Helicón, se decía que Efialtes y Oto (los Alóadas) les ofrecieron los primeros sacrificios, y en el mismo lugar había un santuario con sus estatuas, las fuentes Hipocrene y Aganipe (por la que a veces eran llamadas Aganípedas), y sobre el monte Leibethrion, que está relacionado con el Helicón, había una gruta consagrada a ellas. Se decía que Píero, un macedonio, fue uno de los primeros en introducir la adoración a las nueve Musas desde Tracia a Tespias, al pie del Helicón. Allí había un templo y estatuas, y los tespios celebraban un solemne festival de las Musas en el Helicón, llamado Museia (Μουσεῖα). El monte Parnaso estaba de igual forma consagrado a ellas, con la fuente de Castalia, cerca de la cual tenían un templo, y la cueva Coricia, por las que eran a veces llamadas Castálidas, Corícides o Coricianas.
Desde Beocia, que se convirtió por tanto en el centro de adoración de las nueve Musas, se extendió más tarde en las regiones adyacentes y más distantes de Grecia. Por esto se encuentra un templo de las Musas en la Academia de Atenas; se les ofrecían sacrificios en Esparta antes de ir a la batalla; en Trecén, donde su culto fue introducido por Ardalo, se les ofrecían sacrificios junto con Hipnos, el dios del sueño; en Corinto tenían consagrada la fuente Pirene, la fuente de Pegaso; en Roma tenían un altar en común con Hércules, quien también era considerado un Musageta, y poseían un templo en Ambracia adornado con sus estatuas.
La adoración a las Musas solía estar también relacionado con el culto heroico de poetas: tanto la tumba de Arquíloco en Paros como las de Hesíodo y Tamiris en Beocia albergaban festivales en los que las declamaciones poéticas eran acompañadas de sacrificios a las Musas.
Los sacrificios que se les ofrecían consistían en libaciones de agua o leche y de miel. Las diversos epítetos con las que eran designadas por los poetas proceden en su mayor parte de los lugares que les estaban consagrados o en los que eran adoradas, aunque algunos aluden a la dulzura de sus canciones.
Cuando Pitágoras llegó a Crotona, su primer consejo a los crotonienses fue construir un altar a las Musas en el centro de la ciudad, para impulsar la armonía cívica y el aprendizaje.
La biblioteca de Alejandría y su círculo de investigadores se formaron alrededor de un Mouseîon (‘museo’ o altar de las Musas) cercano a la tumba de Alejandro Magno.
Muchas figuras de la Ilustración buscaron restablecer un «Culto a las Musas» en el siglo XVIII. Una famosa logia masónica en el París prerrevolucionario era llamada Les Neuf Sœurs (‘las nueve hermanas’, es decir, las nueve Musas), y a ella asistieron Voltaire, Benjamín Franklin, Danton y otros personajes influyentes de la época. Un efecto secundario de este movimiento fue el uso de la palabra museo (originalmente, ‘lugar de culto a las Musas’) para referirse a un lugar destinado a la exhibición pública de conocimiento.
Culto en la actualidad
Las musas son hoy en día inspiradoras de figuras en fuentes y salas de arte. En los últimos años se ha dado un fenómeno religioso conocido como helenismo, en Grecia y otras partes del mundo, que practican el culto a las divinidades olímpicas y las escrituras antiguas, como las de Hesíodo y Homero.
Miscelánea
- Las poetisas Safo de Lesbos y Sor Juana Inés de la Cruz han sido apodadas como la «Décima Musa», en sus respectivas épocas.
- Actualmente, las Ciencias rinden honor a las musas, nombrando a su mayoría en especies de mariposas y plantas.
- La Constitución de 1920 de Gabriele D'Annunzio para el Estado libre de Fiume estaba basado en torno a las 9 musas e invocaba a Energeia (‘energía’) como «la décima Musa».
- En Nueva Orleans (EEUU) y Guadalajara (México) hay calles llamadas en honor de las Musas.
- Las musas tienen su equivalencia en la mitología romana, «camenas» (aunque estas tenían otro significado).
Las musas en el arte
A lo largo de la historia, las musas han sido objeto de inspiración en pinturas y esculturas, especialmente a partir del Renacimiento.
Véase también
- Dioses olímpicos
- Religión de la antigua Grecia
- Teatro de la antigua Grecia
Referencias
↑ ab Hesíodo:Teogonía 77 y ss.
Teogonía: Musas olímpicas; texto español en Wikisource.
Texto griego.
Las nueve musas: a partir del v. 77.
↑ Homero: Odisea, xxiv.60.
Canto XXIV; texto español en Wikisource. Véanse los vv. 57 - 70 (en el texto griego, 56 - 69).
Texto griego.
↑ Pausanias: Descripción de Grecia, ix.29.1 y ss.
Libro IX; texto español.
Libro IX. 29; texto francés.
Texto griego.
Bibliografía
Smith, W., ed. (1867). «Musae». A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology. Boston: Little, Brown & Co. ii.1124–1126. OCLC 68763679.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Musas.
«Muses» en Greek Mythology Link (en inglés)
«Mousai canónicas» y «Mousai arcaicas» en Theoi Project (en inglés).
Las musas del Olimpo.
Las musas cuentan a Atenea el ultraje de que han sido objeto por parte de Pireneo; en Las metamorfosis, de Ovidio: Libro V, 269 - 293 (en el texto latino, 269 - 294). Texto español en Wikisource.
- V: texto latino en Wikisource.
Himno homérico (XXV) a las Musas y a Apolo (Εις Μούσας και Απόλλωνα).
Texto español en Scribd; pág. 78.
Texto inglés, con índice electrónico, en el Proyecto Perseus. En la parte superior derecha se encuentran los rótulos activos "focus" (para cambiar al texto griego) y "load" (para el texto bilingüe).
Texto bilingüe griego - inglés en Internet Archive; facsímil electrónico de la ed. de 1914 de Hugh Gerard Evelyn-White de obras de Hesíodo y de Homero en la Loeb Classical Library.
Texto griego en Wikisource.
Comentario en inglés, con índice electrónico, en el Proyecto Perseus.
Himnos órficos.
A las musas.
Texto inglés en Theoi; trad. de 1792 de Thomas Taylor (1758 – 1835).
Texto inglés: otra edición, en el sitio Sacred Texts.
- 75: A las musas.
Texto inglés en Theoi; trad. de 1792 de Thomas Taylor.
Texto inglés: otra edición, en el sitio Sacred Texts.
- Las musas en el Proyecto Perseus: 1; 2.