Amor romántico












Tristán e Isolda son, según Denis de Rouguemont, un prototipo literario de amor romántico.




Un par de amantes. 1480-1485


El amor romántico es el sentimiento expresivo y generalmente placentero de una atracción emocional hacia otra persona. Este sentimiento está asociado con, pero no requiere, atracción sexual. Históricamente, el término "romance" se origina en el ideal medieval de la caballería como se establece en su literatura de romance caballeresco.


En el contexto de las relaciones amorosas románticas, el romance generalmente implica una expresión del fuerte amor romántico de uno, o los profundos y fuertes deseos emocionales de conectarse con otra persona íntima o románticamente.




Índice






  • 1 Características


  • 2 Críticas


    • 2.1 Amor romántico en relaciones de adolescentes


    • 2.2 El amor romántico como contrapartida a la convivencia




  • 3 Véase también


  • 4 Referencias





Características


El amor idealizado es considerado como un sentimiento diferente y superior a las puras necesidades fisiológicas, como el deseo sexual o la lujuria, y generalmente implica una mezcla de deseo emocional y sexual, otorgándole, sin embargo, más énfasis a las emociones que al placer físico, a diferencia del amor platónico, que se centra en lo espiritual.
Algunos analistas recientes[1]​ afirman que las características más señaladas de este tipo de amor se confirman y difunden a través de relatos literarios, películas, canciones. Se trata de un tipo de afecto que, se presume, ha de ser para toda la vida (te querré siempre), exclusivo (no podré amar a nadie más que a ti), incondicional (te querré pase lo que pase) e implica un elevado grado de renuncia (te quiero más que a mi vida). Pilar Sampedro caracteriza el amor romántico de la siguiente manera:



Algunos elementos son prototípicos: inicio súbito (amor a primera vista), sacrificio por el otro, pruebas de amor, fusión con el otro, olvido de la propia vida, expectativas mágicas, como la de encontrar un ser absolutamente complementario (la media naranja), vivir en una simbiosis que se establece cuando los individuos se comportan como si de verdad tuviesen necesidad uno del otro para respirar y moverse, formando así, entre ambos, un todo indisoluble.[2]



Un aspecto del amor romántico es la aleatoriedad de los encuentros que conducen al amor. La cultura occidental ha enfatizado históricamente el amor romántico mucho más que otras en las cuales los matrimonios arreglados son la regla. Sin embargo, la globalización ha extendido las ideas occidentales sobre el amor y el romance.



Críticas






Según ciertos analistas modernos este modelo de amor idealizado crearía falsas expectativas y conduciría irremisiblemente a la frustración y el fracaso afectivo, al confundir apego (que es un estado afectivo perdurable) con enamoramiento (que es un proceso previo y de menor duración). Según esta perspectiva de análisis psicosocial, el amor romántico se basaría en la anulación a través de la renuncia de uno mismo, y sería la base, en cierta medida. Así, y según estas teorías, aunque originalmente el amor romántico habría supuesto un estímulo para la emancipación femenina, al haber la mujer interiorizado un rol social incompatible con la felicidad terminaría atrapada en una maraña invencible de obligaciones que le dificultaría finalizar la relación o aceptar el duelo que supone la ruptura, debido a presiones de la sociedad, de la familia o de ella misma. Otra cuestión fundamental en este sentido es la educación desigual de manera que el mundo de los afectos (del cultivo de la intimidad) se plantea en la cultura occidental como parte de las cultura de las mujeres lo cual tiene consecuencias ambivalentes, quizá una de las más perversas sea el sometimiento en las relaciones de pareja heterosexual.


Conclusiones parecidas han sido deducidas desde un análisis antropológico materialista, poniendo de relieve un desfase cultural del concepto de amor romántico. Según estas tesis, este desfase cultural vendría derivado de la no evolución del concepto de amor, frente a enormes divergencias entre el entorno socio cultural en que se apareció (la edad media), y los tiempos contemporáneos.


Según el sociólogo británico Anthony Giddens, estas críticas han significado una transformación de las relaciones íntimas. En la sociedad occidental, a partir de mediados del siglo XX, las parejas, al abandonar los ideales del amor romántico, están configurando un nuevo modelo de amor que él llama amor confluente. Sin embargo autoras como Wendy Langford en Revolutions of the Heart, critica este tipo de afirmaciones tan generales sobre el triunfo de las relaciones afectivas igualitarias en la sociedad actual.


De mayor interés puede ser la comprensión de los vínculos emocionales a los valores de la sociedad de consumo que entiende al sujeto como capaz de elegir entre diversas opciones o el interés económico que las emociones han ganado en la sociedad moderna occidental y sus periferias. Un peligro actual es el desarrollo de sustancias farmacéuticas que, como la viagra o la oxitocina, pueden alimentar la idea de que las emociones pueden cambiarse (podemos amar más o sentir más apego, por ejemplo) con balas mágicas, es decir, con nuevos productos farmacéuticos.[3]



Amor romántico en relaciones de adolescentes


El “amor romántico” es un conjunto de mitos, por ello una creencia, aunque formulada de modo que aparece como una verdad, resistente al razonamiento, y al cambio. Carlos Yela (2003), considera que los mitos románticos[4]​ son el conjunto de creencias socialmente compartidas sobre la “supuesta verdadera naturaleza del amor”, y, al igual que sucede en otros ámbitos, también los mitos románticos suelen ser ficticios, absurdos, irracionales e imposibles de cumplir. Este autor realiza una revisión de los principales mitos románticos, sus orígenes y sus posibles consecuencias negativas que resumimos a continuación (Yela, 2003, p. 265-267).


Los mitos que más nos interesan como caldo de cultivo para relaciones desiguales, son los siguientes: Mito de la “media naranja”, o creencia de que elegimos a la pareja que teníamos predestinada de algún modo y que ha sido la única elección posible. La aceptación de este podría llevar a un nivel de exigencia excesivamente elevado en la relación de pareja, con el consiguiente riesgo de decepción, o a una tolerancia excesiva en el marco de esa relación, al considerar que siendo la pareja ideal hay que permitirle más o esforzarse más (uno/a mismo/a) para que las cosas vayan bien son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor; de la omnipotencia o creencia de que “el amor lo puede todo”, y por tanto, si hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la pareja, y es suficiente con el amor para solucionar todos los problemas.


La aceptación de este mito puede generar dificultades en tanto en cuanto puede ser usado como una excusa para no modificar determinados comportamientos o actitudes o, puede llevar a una valoración negativa de los conflictos de pareja, dificultando su afrontamiento. Estos mitos refuerzan el papel pasivo y de subordinación de la mujer al hombre. (Altable Vicario, 1998)


El concepto de amor romántico sigue tan vivo como hace cincuenta años o más. La imagen que la juventud percibe de sí misma es de igualdad. No obstante, hay actitudes de control para reafirmar sus sentimientos (Petit Vila, 2008). Son muchas las contradicciones en las que caen ellos y ellas. Las adolescentes sueñan más con la posibilidad del amor, que en conocer a la persona que tienen delante. Quieren gustar, y después esperan que sea él quien tome las decisiones. De nuevo el ideal romántico. Ellos, por su parte, se centran en seguir el rol “cuantas más mejor”, y en establecer estrategias negativas de control, en vez de tratar de conocer a su pareja. Aparentan que la relación es buena, con frases como “Eres la mejor” o “Lo nuestro es para siempre”, en vez de explorar en qué cosas conectan y en cuáles no.



El amor romántico como contrapartida a la convivencia


En toda relación el amor significa hacer un pacto de convivencia mutuo en el que ambas partes estén de acuerdo, ya que en el momento en el que uno/a empieza a creer en el amor romántico y se rebaja para obtener el afecto de su pareja,  es cuando ocurre el abuso y el maltrato.


Tanto las asociaciones Talleres por la igualdad y el libro Coeducación y los mitos del amor romántico de la Fundación mujeres lo corroboran, no sólo es una absoluta falacia, sino que además  es la base de un sistema patriarcal basado en la familia tradicional que ni debe ni puede fragmentarse o simplemente debatir como quieren encaminar su futuro y su relación.



Véase también




  • Amor

  • Celos

  • Coral Herrera

  • Limerencia

  • Matrimonio

  • Arquetipos amatorios

  • Amor confluente

  • Violencia de género




Referencias




  1. http://www.pensamientocritico.org/pilsan0704.htm, http://www.psicothema.com/pdf/1137.pdf


  2. Pilar Sanpedro El mito del amor y sus consecuenciasen los vínculos de pareja


  3. Mari Luz Esteban Galarza, Rosa Medina Doménech, Ana Távora Rivero¿POR QUÉ ANALIZAR EL AMOR? NUEVAS POSIBILIDADES PARA EL ESTUDIO DE LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO. Comunicación presentada al X Congreso de Antropología, Sevilla, 2005. «Copia archivada». Archivado desde el original el 29 de diciembre de 2009. Consultado el 31 de marzo de 2010. 


  4. «Copia archivada». Archivado desde el original el 24 de octubre de 2016. Consultado el 31 de diciembre de 2016. 








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