Muerte













El cráneo humano, ampliamente utilizado como símbolo de muerte y descomposición


La muerte (otros sinónimos son deceso, defunción, fallecimiento, óbito, expiración, perecimiento, fenecimiento, cesación) es un efecto terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático en un ser vivo; y con ello el fin de la vida.[1]​ Puede producirse por causas naturales (vejez, enfermedad, consecuencia de la cadena trófica, desastre natural) o inducidas (suicidio, homicidio, eutanasia, accidente, desastre medioambiental).


El proceso de fallecimiento, si bien está totalmente definido en algunas de sus fases desde un punto de vista neurofisiológico, bioquímico y médico, aún no es del todo comprendido en su conjunto desde el punto de vista termodinámico y neurológico, y existen discrepancias científicas al respecto.



Mas lo característico de la experiencia humana de la muerte es que en todos los casos desemboca no sólo en la comprensión del hecho de que hay muertes, sino del hecho de que la muerte es algo indisolublemente ligado a la existencia. La experiencia de la muerte, en sus diversas formas, conduce a la convicción del «tener que morir».


José Ferrater Mora, Diccionario de la filosofía.[2]




Índice






  • 1 Muerte en biología y medicina


    • 1.1 Evolución de las estimaciones del estado de muerte


    • 1.2 Medicina forense


    • 1.3 Muerte cerebral




  • 2 Muerte súbita


  • 3 La muerte como contraste


  • 4 Consecuencias psicológicas, muerte humana


    • 4.1 Definiciones y significados emotivos




  • 5 El deseo y la capacidad de morir


  • 6 El miedo a la muerte


  • 7 La muerte en la sociedad humana


    • 7.1 Tradiciones religiosas cristianas




  • 8 Muerte en enfermos terminales


  • 9 Muerte en el arte


  • 10 Véase también


  • 11 Referencias


  • 12 Bibliografía


  • 13 Enlaces externos





Muerte en biología y medicina


La muerte se puede definir como un evento resultante de la incapacidad orgánica de sostener la homeostasis. Dada la degradación del ácido desoxirribonucleico (ADN) contenido en los núcleos celulares, la réplica de las células se hace cada vez más costosa.



Evolución de las estimaciones del estado de muerte




Esqueleto saludando


En el siglo XX la muerte se definía como el cese de la actividad cardíaca (ausencia de pulso), ausencia de reflejos y de la respiración visible. No obstante, con base en estas evidencias insuficientes muchas personas fueron inhumadas estando en estado de vida latente o afectadas por periodos de catalepsia.


Posteriormente, gracias a los avances tecnológicos y al mejor conocimiento de la actividad del cerebro, la muerte pasó a definirse como la ausencia de actividad bioeléctrica en el cerebro, verificable con un electroencefalograma. Más tarde aún esta evidencia demostró ser insuficiente, al demostrarse que el fenómeno de ausencia de actividad bioeléctrica en algunos casos muy excepcionales podía ser reversible, como en el caso de los ahogados y dados por fallecidos en aguas al borde del punto de congelación.



Medicina forense



Históricamente los intentos por definir el momento preciso de la muerte han sido problemáticos. Antiguamente se definía la muerte como el momento en que cesan los latidos del corazón y la respiración, pero el desarrollo de la ciencia ha permitido establecer que realmente la muerte es un proceso, el cual en un determinado momento, se torna irreversible. Hoy en día, cuando es precisa una definición del momento de la muerte, se considera que este corresponde al momento en que se produce la irreversibilidad de este proceso. Existen en medicina protocolos clínicos que permiten establecer con certeza el momento de la muerte, es decir, que se ha cumplido una condición suficiente y necesaria para la irreversibilidad del proceso de muerte.



Muerte cerebral


Forma irreversible de la pérdida de conciencia que se caracteriza por una desaparición completa de la función cerebral, con mantenimiento de la contracción cardiaca.[3]​ Gracias al avance tecnológico de la medicina, hoy es posible mantener una actividad cardiaca y ventiladora artificial en cuidados intensivos en una persona cuyo corazón ha dejado de latir y que no es capaz de respirar por sí misma, por lo cual esto demuestra que no ha fallecido. El protocolo utilizado para el diagnóstico de la muerte en este caso es diferente y debe ser aplicado por especialistas en ciencias neurológicas, y se habla entonces de "muerte cerebral" o "muerte encefálica". En el pasado, algunos consideraban que era suficiente con el cese de actividad eléctrica en la corteza cerebral (lo que implica el fin de la conciencia) para determinar la muerte encefálica, es decir, el cese definitivo de la conciencia equivaldría a estar muerto, pero hoy se considera, en casi todo el mundo, difunta a una persona (incluso si permanece con actividad cardiaca y ventiladora gracias al soporte artificial en una unidad de cuidados intensivos), tras el cese irreversible de la actividad vital de todo el cerebro, incluido el tallo cerebral (la estructura más baja del encéfalo, encargada de la gran mayoría de las funciones vitales), comprobada mediante protocolos clínicos neurológicos bien definidos y respaldada por pruebas especializadas.


En estos casos, la determinación de la muerte puede ser dificultosa. Un electroencefalograma, que es la prueba más utilizada para determinar la actividad eléctrica cerebral, puede no detectar algunas señales eléctricas cerebrales muy débiles o pueden aparecer en él señales producidas fuera del cerebro y ser interpretadas erróneamente como cerebrales. Debido a esto, se han desarrollado otras pruebas más confiables y específicas para evaluar la vitalidad cerebral, como la tomografía por emisión de fotón único (SPECT cerebral), la panangiografía cerebral y el ultrasonido transcraneal.



Muerte súbita


La muerte súbita o muerte instantánea sobreviene de manera abrupta con la invalidación instantánea de uno o más órganos esenciales para el sustento de la vida,[4]​ un fulminante derrame cerebral, un síncope cardíaco agudo o por medio de un suceso violento abrupto (onda expansiva de una explosión) o un accidente con mucha energía desarrollada.



La muerte como contraste


Es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. El evento de la muerte es la culminación de la vida de un organismo vivo. Sinónimos del sustantivo muerte son óbito, defunción, deceso y fallecimiento; entre los adjetivos, occiso se aplica cuando la persona falleció violentamente.


Se suele decir que una de las características clave de la muerte es que es definitiva, y en efecto, los científicos no han sido capaces hasta ahora de presenciar la recomposición del proceso homeostático desde un punto termodinámicamente recuperable.[cita requerida]



Consecuencias psicológicas, muerte humana




Guerrilleros del Viet Cong 1968 muertos en combate.



Definiciones y significados emotivos


El tipo de muerte más importante para el ser humano es sin duda la muerte humana, sobre todo la muerte de seres queridos. Conocer con certeza el instante de una muerte sirve, entre otras cosas, para asegurar que el testamento del difunto será únicamente aplicado tras su muerte y, en general, conocer cuándo se debe actuar bajo las condiciones establecidas ante una persona difunta.
Existe la muerte psicológica, donde la persona es consciente que va a morir. En este sentido, la persona es capaz de percibirlo. Esta muerte psicológica causa con frecuencia ansiedad y depresión en las personas. La muerte psicológica aceptada permite que la persona pueda adaptarse, con los recursos que le quedan, a su entorno.[5]



El deseo y la capacidad de morir


Algunas personas, en momentos determinados de su vida, experimentan el sentimiento autodestructivo de terminar su existencia. El acto para conseguirlo es lo que llamamos suicidio.


Lo contrario es el deseo de vivir, el cual no contraría al instinto de supervivencia, ya que este nos impulsa a esquivar la muerte. Por ejemplo, suicidas que saltan al vacío intentan agarrarse a algo para no morir, eso es el instinto de supervivencia (o conservación).[cita requerida]



El miedo a la muerte



La muerte no es un misterio para quien sepa algo de biología. La muerte no asusta a un ateo, porque sabe que nada podrá ocurrirle después de muerto. Lo único que podrá asustarle es una muerte lenta y dolorosa, pero la muerte asistida nos libera de este temor.


Mario Bunge[6]


El miedo a la muerte se debe a dos hechos que ocurren dentro de nuestro inconsciente. En primer lugar, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos; es decir, la causa de la muerte es externa, en este sentido, se le atribuye un carácter maligno; la muerte es mala y se encuentra en el ambiente, no en nosotros mismos. Siguiendo esto, para nuestro inconsciente es inconcebible morir por alguna causa natural o vejez. En segundo lugar, la persona no es capaz de distinguir entre un deseo y la realización de este (un hecho); esto justifica la muerte sobre la base de la culpa donde el deseo y la realidad generan un conflicto. Así, la persona se considera responsable de la muerte del otro en el sentido de que el deseo de matarlo y el hecho de la muerte genera culpabilidad. Asimismo, el proceso del dolor siempre lleva consigo algo de ira. En este sentido, se depositan en la persona muerta dos sentimientos diferenciados: el amor que se tiene y ha tenido por esta a lo largo de su vida, y el odio generado por la sensación de abandono que genera la pérdida de este ser querido. El miedo a la muerte surge como una negación hacia la existencia de esta.[7][8]



La muerte en la sociedad humana




Saqueadores fusilados luego del Terremoto de 1906 en Valparaíso, Chile.


La concepción de la muerte como fin o como tránsito, su creencia en una vida después de la muerte, en el Juicio Final, actúan como condicionantes para la actuación de los individuos en un sentido u otro. La idea de inmortalidad y la creencia en el Más allá aparecen de una forma u otra en prácticamente todas las sociedades y momentos históricos. Usualmente se deja al arbitrio de los individuos, en el marco de los conceptos dados por su sociedad, la decisión de creer o no creer y en qué creer exactamente. La esperanza de vida en el entorno social determina la presencia en la vida de los individuos de la muerte, y su relación con ella. Su presencia en el arte es constante, siendo uno de los elementos dramáticos a los que más se recurre tanto en el teatro, como en el cine o en novelas y relatos.



Tradiciones religiosas cristianas






La segunda pregunta que surge acerca de la muerte humana y tal vez la más interesante es: ¿Qué ocurre a los seres humanos tras la muerte? Realmente, lo que se preguntan es qué ocurre con las facultades mentales de la persona que ha fallecido. Unos creen que se conservan gracias al espíritu que impelía a su mente, elevando su estado de conciencia a realidades aún mayores, otros creen en la migración del alma de un ser humano tras su muerte a un plano físicamente inalcanzable.


La religión cristiana considera la muerte como el fin de la permanencia física del ser humano en su estado carnal, el espíritu abandona el cuerpo físico que se deteriora y que es incapaz de sostenerse bajo las leyes de este universo finito, e inmediatamente vuelve a Dios (Eclesiastés 12:7). El alma, dependiendo de si conoció y reconoció a Jesucristo como su Dios y salvador (Romanos 10:9) se va a un lugar de reposo a la espera de la segunda venida de Jesucristo (1 Tesalonicenses 4:16) en ese lugar de reposo su relación con el Ser Supremo sería directa (el Paraíso), y el otro, el de los espíritus encarcelados quienes no reconocieron a Jesús como su Señor y Salvador deberán presentarse en el Juicio Final. Este lugar es llamado el Infierno. El Paraíso es un mundo dinámico donde se realiza una interacción con la obra de Dios y con las personas en la tierra mediante ministerio de ángeles.


Según la religión cristiana de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormona), el espíritu que abandona el cuerpo es semejante en apariencia al que deja en estado carnal, pero en su forma más joven. Los conocimientos adquiridos, la apariencia física se conservan pero en un estado de perfección intangible para este mundo y más puro. Luego continuará con la resurrección universal por la gracia de Jesucristo, quien fue las primicias de la resurrección. Luego vendrá un juicio según las obras individuales de esta vida terrenal de las personas responsables. Según, la religión de los Santos de los últimos días, la obra de Dios se resume en el siguiente versículo que muestra las palabras del Dios de Israel: "Esta es mi Obra y mi Gloria, llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.” Moíses 1:39, La Perla de Gran Precio.


Para los Testigos de Jehová, la gran mayoría de los muertos se encuentran en un estado de inconsciencia absoluto y que incluso, ni el Rey David ascendió a los cielos (Eclesiastés 9:5,6,10; Hechos 2:34). Creen que cuando la "nueva tierra" (nuevo sistema, 2 Pedro 3:13) se encuentre establecida bajo el reinado milenario de Cristo, la resurrección —tanto de Justos como de Injustos— se llevará a cabo en todo el globo, y es allí donde serán juzgados según sus obras realizadas durante el milenio, los que obren mal a la muerte eterna (Muerte sin esperanza de resurrección) y los que obren bien a la vida eterna en un paraíso terrenal (Juan 5:28,29; Apoc. 20:11-15; Hechos 24:15). Creen también en otra categoría minoritaria de cristianos que abrigan otra esperanza. Estos son los 144.000 "ungidos por Espíritu Santo" que, según ellos, al fallecer van al cielo para ser reyes y sacerdotes y gobernar con Cristo “Sobre la Tierra” en el reinado Milenario. Según los Testigos de Jehová, la recolección de estos “Ungidos” que tienen esperanza celestial comenzó con los apóstoles de Cristo, cuando Jesús les ofreció moradas en el Cielo, oferta que continúa hasta el día de hoy, pero solo con algunos pocos (Apoc. 5:9,10; 7:4; 14:1-3). Asegurando que "la muerte será reducida a nada".


Muchos antropólogos[¿quién?] creen que los entierros dedicados de los Neandertales son evidencia de su creencia en la vida después de la muerte.



Muerte en enfermos terminales



Existen cinco fases por las que pasa todo[fuente cuestionable] enfermo terminal (es decir, el aquejado por un mal incurable, cuyo desenlace fatal ocurrirá dentro unos pocos años o incluso meses):



  1. Negación: el enfermo no asume la realidad que aparece ante sus ojos.

  2. Ira: ya se ha interiorizado la condición irreversible, pero se responde a ella con un estado de cólera, envidia y resentimiento.

  3. Negociación: la persona busca llegar a un pacto con la muerte, aspirando a prolongar el tiempo de vida a cambio de algo.

  4. Depresión: el individuo comienza a perder interés por su entorno.

  5. Aceptación: la persona enferma asume su condición y se predispone a morir.[9]



Muerte en el arte


La mayor parte de los escultores cristianos representan la muerte en figura de un esqueleto empuñando una guadaña y, algunas veces, también un reloj de arena o armas.


Los etruscos la pintaban con el rostro horrible o bajo una cabeza de Gorgona erizada de serpientes o en figura de lobo rabioso. La más común de las alegorías de esta divinidad entre los romanos fue un genio triste e inmóvil con una antorcha apagada y vuelta del revés.


Los helenos le daban un aspecto mucho menos lúgubre, según el emblema que se encuentra en algunas cornalinas: es un pie alado cerca de un caduceo y encima una mariposa que emprende el vuelo. El pie alado es indicio del que ya no existe y va a seguir a través del espacio a Mercurio y su caduceo; la mariposa es imagen del alma que sube al cielo.[10]


En la Grecia clásica, uno de los temas principales de la obra Fedro de Platón es la muerte.[11]​ Una importante investigación realizada por el historiador italiano Giordano Berti sobre el cráneo en el arte occidental se publicó en la revista Terzo Occhio.[12][13]




Véase también




  • Wikiproyecto:Muerte

  • ataúd

  • cementerio

  • coma (medicina)

  • cremación

  • entierro

  • funeral

  • muerte cerebral

  • muerte clínica

  • muerte presunta

  • muerte súbita

  • personificación de la muerte

  • necrosis

  • suicidio

  • tanatología


Culturas orientales



  • Aokigahara, bosque en Japón, célebre porque se considera ideal como lugar para suicidarse


  • El completo manual del suicidio (1993), en el que Wataru Tsurumi describe explícitamente distintas maneras de quitarse la vida


  • funeral japonés (en inglés)


  • harakiri o seppuku, el suicidio ritual japonés por desentrañamiento


  • kegare, condición de "impureza", en el sintoísmo


  • Nōkanshi o yukanshi, persona que dirige en Japón los rituales funerarios


  • Okuribito (2008), película japonesa de Yōjirō Takita acerca de un joven que trabaja como preparador de cadáveres en una funeraria


  • Shinigami, dioses o espíritus sobrenaturales que invitan a los seres humanos a la muerte, en Japón


  • Sokushinbutsu, monjes budistas que intentaron automomificarse (siglo XV)


Culturas occidentales


  • Conmemoración de los Fieles Difuntos

  • Día de Muertos

  • escatología cristiana

  • Infierno

  • Keres

  • Moiras

  • momificación

  • Paraíso

  • Purgatorio

  • Santa Muerte

  • Tánatos


En la literatura

  • La muerte



Referencias




  1. «Muerte, RAE» (en esp). Consultado el 16 de octubre de 2015. 


  2. Ferrater Mora, José. Diccionario de la filosofía. Editorial Atlante S.A. México, D.F. reimpresión 2001


  3. Diccionario de medicina Oceano Mosby. Oceano. p. 883. ISBN 84-494-0368-5. 


  4. Diccionario de medicina Oceano Mosby. Oceano. p. 884. ISBN 84-494-0368-5. 


  5. Bayés, Ramón (2001). Psicología del sufrimiento y de la muerte. Barcelona: Ediciones Martínez Roca. p. 255. ISBN 9788427026995. 


  6. Quintana, Eduardo (14 de octubre de 2013). «Bunge: “La muerte no es un misterio para quien sepa algo de biología”». ABC Color. Consultado el 6 de mayo de 2015. 


  7. Kübler-Ross, 8 de junio de 2017, «Sobre el miedo a la muerte», pp. 7.


  8. Kübler-Ross, 8 de junio de 2017, «Actitudes con respecto a la muerte y al moribundo», pp. 17.


  9. Villar Posada, Feliciano; Triadó Tur, Carmen (20 de noviembre de 2014). Psicología de la vejez. Madrid: Alianza Editorial. p. 456. ISBN 9788420688558. 


  10. Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)


  11. Garrido, Manuel (2013). «La filosofía platónica del amor». En Sacristán, Manuel; García Bacca, David. Los diálogos eróticos: Banquete y Fedro (Manuel Sacristán y David García Bacca, trads.). Madrid: Tecnos. p. 11. ISBN 9788430958207.  |fechaacceso= requiere |url= (ayuda)


  12. Berti, Giordano (diciembre de 2000). «Meditazioni sul teschio (1)». Terzo Occhio (97). 


  13. Berti, Giordano (marzo de 2001). «Meditazioni sul teschio (1)». Terzo Occhio (98). 



Bibliografía




  • Aries, P. (1982). La muerte en Occidente. Barcelona: Argo Vergara. 


  • Arregui, Jorge V. (1992). El horror de morir: el valor de la muerte en la vida humana. Tibidabo Edicions. ISBN 978-84-86421-89-2. 


  • Becker, E. (2003). La negación de la muerte. Barcelona: Kairós. 


  • Bowker, J. (1996). Los significados de la muerte. Cambridge University Press. 


  • Cobo Medina, C. (2000). Los tópicos de la muerte. La gran negación. Madrid: Ediciones Libertarias. 


  • Critchley, Simon (2008). El libro de los filósofos muertos. Madrid, Taurus. ISBN 978-84-306-0677-1. 


  • García-Sabell, D. (1999). Paseo alrededor de la muerte. Madrid: Alianza Editorial. 


  • Gregory, Richard (2002). Illusión: Making Sense of the Senses. Oxford University Press. 


  • Huisman-Perrin, E. (2003). La muerte explicada a mi hija. Barcelona: El Aleph. 


  • Kübler-Ross, Elisabeth (8 de junio de 2017). Sobre la muerte y los moribundos: Alivio del sufrimiento psicológico. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial España. ISBN 9788466341868. 


  • Ledoux, Joseph (2003). Synaptic Self, How Our Brains Become Who We Are. Penguin. 


  • León Azcárate, Juan Luis de (2007). La muerte y su imaginario en la historia de las religiones. segunda edición. Bilbao: Universidad de Deusto. ISBN 978-84-9830-101-4. 


  • Llinás, Rodolfo (2003). El cerebro y el mito del yo, el papel de la neuronas en el pensamiento y el comportamiento humano. Belacqua. 


  • Lonetto, R. y Templer, D. I. (1992). La ansiedad ante la muerte. Barcelona: Ediciones Temis. 


  • Moody, R. A., Jr. (2006). Vida después de la vida. Barcelona: Círculo de lectores. 


  • Josef Pieper (1982). Muerte e inmortalidad. Herder. ISBN 978-84-254-0530-3. 


  • Jesús Poveda; Silvia Laforet (2009). El buen adiós. Espasa. ISBN 9788467030266. 


  • Max Scheler (2001). Muerte y supervivencia. Encuentro Ediciones. ISBN 978-84-7490-623-3. 


  • Evelyn Waugh (2000). Los seres queridos. Círculo de lectores. ISBN 978-84-226-7804-5. 



Enlaces externos




  • Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Muerte.


  • Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Muerte.


  • Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre muerte.



  • Algunas consideraciones sobre el temor a la muerte

  • Morir como ejercicio final a una vida digna

  • Obra de E. Tait, destinada a demostrar científicamente la Vida después de la Muerte


  • Sobre la muerte (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión).

  • Libros que hablan sobre la muerte desde el punto de vista esotérico e iniciático

  • La Muerte es el principio de la Vida


  • Philosophica: Enciclopedia filosófica online. Voz "La muerte y la inmortalidad"

  • Ferrater Mora: Diccionario de filosofía: Conceptos: Muerte


  • Los límites de la medicina crítica y el concepto de Muerte clínica (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión).




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