Mesopotamia
Mesopotamia (del griego: Μεσοποταμία Mesopotamía ‘tierra entre dos ríos’, árabe الرافدين bilād al-rāfidayn, traducción del persa antiguo Miyanrudan ‘la tierra entre ríos’, o del siríaco ܒܝܬ ܢܗܪܝܢ beth nahrin ‘entre dos ríos’) es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien se extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja entre ambos ríos, y que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del actual Irak y la zona limítrofe del noreste de Siria.
El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua que se dividía en Asiria (al norte) y Babilonia (al sur). Babilonia (también conocida como Caldea), a su vez, se dividía en Acadia (parte alta) y Sumeria (parte baja).[1] Sus gobernantes eran llamados patesi.
Los nombres de ciudades como Ur o Nippur, de héroes legendarios como Gilgameš, del Código Hammurabi, de los asombrosos edificios conocidos como Zigurats, provienen de la Mesopotamia Antigua. Y episodios mencionados en la Biblia o en la Torá, como los del diluvio o la leyenda de la Torre de Babel, aluden a hechos ocurridos en esta zona.
Índice
1 Historia
1.1 Sumerios y acadios
1.1.1 Los sumerios
1.1.1.1 El período dinástico arcaico
1.1.2 El Imperio acadio
1.1.3 Renacimiento sumerio
1.2 Babilonios y asirios
1.2.1 El Imperio paleobabilónico
1.2.2 Asirios
1.2.3 Los neobabilónicos
1.3 Invasión persa
2 Historia arqueológica
3 Cultura
3.1 Ciencias
3.2 Literatura
3.3 Religión
3.4 Lenguas
4 Arte
4.1 Escultura
4.2 Pintura
4.3 Arquitectura
5 Tecnología
5.1 Cerámica
5.2 Metalurgia
6 Avances tecnológicos
7 Véase también
8 Referencias
9 Enlaces externos
Historia
En el interior de Mesopotamia, la agricultura y la ganadería se impusieron entre el 6000 y el 5000 a. C., suponiendo la entrada de lleno al Neolítico.[2] Durante este período, las nuevas técnicas de producción que se habían desarrollado en el área neolítica inicial se expandieron por las regiones de desarrollo más tardío, entre ellas la Mesopotamia interior.[2]
Este hecho conllevó el desarrollo de las ciudades. Algunas de las primeras fueron Bouqras, Umm Dabaghiyah y Yarim y, más tardíamente, Tell es-Sawwan y Choga Mami, que formaron la llamada cultura Umm Dabaghiyah. Posteriormente ésta fue sustituida por las culturas de Hassuna-Samarra, entre el 5000 y el 5600 a. C., y por la cultura Halaf entre el 5600 y el 4000 a. C. (Halaf tardío).[2][3]
Aproximadamente en el 3000 a. C., apareció la escritura, en aquella época utilizada solo para llevar las cuentas administrativas de la comunidad. Los primeros escritos que se han hallado están grabados sobre arcilla (muy frecuente en aquella zona) con unos dibujos formados por líneas (pictogramas).
La civilización urbana siguió avanzando durante el período de El Obeid[4](5000 a. C.–3700 a. C.) con avances en las técnicas cerámicas y de regadío[5] y la construcción de los primeros templos urbanos.[6]
Tras El Obeid, se sucede el Período de Uruk, en el cual la civilización urbana se asentó definitivamente con enormes avances técnicos como la rueda y el cálculo, realizado mediante anotaciones en tablillas de barro y que evolucionaría hacia las primeras formas de escritura.[6]
Sumerios y acadios
Los sumerios
La sumeria fue la primera civilización mesopotámica. Después del año 3000 a. C. los sumerios crearon en la baja Mesopotamia un conjunto de ciudades-estado: Uruk, Lagaš, Kiš, Uma, Ur, Eridu y Ea cuya economía se basaba en el regadío. En ellas gobernaba un rey absoluto, que se hacía llamar «vicario» del dios protector de la ciudad. Los sumerios fueron los primeros en utilizar la escritura (escritura cuneiforme) y también construyeron grandes templos (zigurat).
El período dinástico arcaico
La difusión de los avances de la cultura de Uruk por el resto de Mesopotamia meridional dio lugar al nacimiento de la cultura sumeria. Estas técnicas permitieron la proliferación de las ciudades por nuevos territorios y regiones. Estas ciudades pronto se caracterizaron por la aparición de murallas, lo que parece indicar que las guerras entre ellas fueron frecuentes. También destaca la expansión de la escritura que saltó desde su papel administrativo y técnico hasta las primeras inscripciones dedicatorias en las estatuas consagradas de los templos.[7]
Pese a la existencia de las listas reales sumerias la historia de este período es relativamente desconocida, ya que gran parte de los reinados expuestos en ellas tienen fechas imposibles. En realidad, estas listas se confeccionaron a partir del siglo XVII a. C., y su creación se debió probablemente al deseo de los monarcas de remontar su linaje hasta tiempos épicos. Algunos de los reyes son probablemente reales pero de muchos otros no hay constancia histórica y otros de los que se sabe su existencia no figuran en ellas.[7]
El Imperio acadio
La prosperidad de los sumerios atrajo a diversos pueblos nómadas. Desde la península arábiga, las tribus semitas (árabes, hebreos y sirios) invadieron constantemente la región mesopotámica a partir del 2.500 a.C., hasta que establecieron su dominio definitivo.[9]
Hacia 3000 a. C. se extendieron hacia el norte, creando diferentes grupos como los amorreos, en los que se incluyen fenicios, israelitas y arameos. En Mesopotamia el pueblo semita que adquirió mayor relevancia fueron los acadios.
Hacia 2350 a. C., Sargón, un usurpador de origen acadio, se hizo con el poder en la ciudad de Kiš. Fundó una nueva capital, Agadé y conquistó el resto de ciudades sumerias, venciendo al rey de Umma hasta entonces dominante, Lugalzagesi. Este fue el primer gran Imperio de la historia y sería continuado por los sucesores de Sargón, que se tendrían que enfrentar a constantes revueltas. Entre ellos destacó el nieto del conquistador, Naram-Sin. Esta etapa marcó el inicio de la decadencia de la cultura e idioma sumerios en favor de los acadios.
El Imperio se deshizo hacia el 2220 a. C., debido a las constantes revueltas y las invasiones de los nómadas gutis y amorreos. Tras su caída, la región entera cayó bajo el dominio de esta tribu, que se impuso sobre las ciudades-estado de la región, especialmente en el entorno de la destruida Agadé. Las crónicas sumerias los describen constantemente de forma negativa, como "horda de bárbaros" o "dragones de montaña", pero es posible que la realidad no fuese tan negativa; en algunos centros se produjo un verdadero florecimiento de las artes, como la ciudad de Lagaš por ejemplo, especialmente durante el gobierno del patesi Gudea. Además de la calidad artística, en las obras de Lagaš se utilizaron materiales provenientes de regiones lejanas: madera de cedro del Líbano o diorita, oro y cornalina del valle del Indo; lo que parece indicar que el comercio no se debió ver especialmente lastrado. Las ciudades meridionales, más alejadas del centro de poder guti, compraban su libertad a cambio de importantes tributos; Uruk y Ur prosperaron durante sus IV y II dinastías.[10][11]
Renacimiento sumerio
Según una tablilla conmemorativa fue Utu-hegal, rey de Uruk, quien en torno a 2100 a. C., derrotó y expulsó a los gobernantes gutis de las tierras sumerias. Su éxito no le sería de mucho provecho ya que poco después fue vencido por Ur-Nammu, el rey de Ur, que pasó a ser la ciudad hegemónica en toda la región durante el período de la Tercera Dinastía de Ur (también se suele denominar a este período Renacimiento sumerio). El Imperio surgido a raíz de esta hegemonía sería tan extenso o más que el de Sargón, del que tomaría la idea de Imperio unificador, influencia que se aprecia incluso en la denominación de los monarcas, que a imitación de los acadios se harán llamar "reyes de Sumeria y Acad".[12]
A Ur-Nammu le sucederá su hijo Shulgi, quien combatió contra el reino oriental de Elam y las tribus nómadas de los Zagros. A éste le sucedió su hijo Amar-Sin y a éste, primero un hermano suyo, Shu-Sin y después otro Ibbi-Sin. En el reinado de este último los ataques de los amorreos, provenientes de Arabia, se hicieron especialmente fuertes y en el 2003 a. C. cayó el último Imperio predominantemente sumerio. En adelante será la cultura acadia la que predomine y posteriormente Babilonia heredará el papel de los grandes imperios sumerios.[12]
Babilonios y asirios
Véase también: Amorita
Con la caída de la hegemonía de Ur no se repitió un período de oscuridad como el que había acontecido con la del Imperio acadio. Esta etapa estará marcada por el ascenso progresivo de dinastías amorritas en prácticamente todas las ciudades de la región.
Durante los primeros 50 años parece que fue la ciudad de Isin la que trató sin éxito de imponerse en la región. Posteriormente, hacia 1930 a. C. serán los monarcas de Larsa los que se lancen a la conquista de las ciudades vecinas, atacando Elam y las ciudades del Diyala y conquistando Ur, pese a lo cual no consiguieron un dominio completo en la región, aunque conservaron su hegemonía hasta prácticamente el surgimiento del Imperio paleobabilónico de Hammurabi, salvo un período entre 1860 y 1803 a. C. en el que la vecina Uruk consiguió desafiar su liderazgo.
En Elam la influencia acadia se hizo más fuerte y el reino pasó a inmiscuirse cada vez más en la política mesopotámica. En la Mesopotamia septentrional empezaron a surgir los primeros estados fuertes, posiblemente reformados por el comercio existente entre las áreas meridionales y Anatolia, destacando principalmente el nuevo reino de Asiria, el cual llegaría a expandirse hasta el Mediterráneo bajo el reinado de Šamši-Adad I.
El Imperio paleobabilónico
En 1792 a. C. Hammurabi llega al trono de la hasta entonces poco importante ciudad de Babilonia, a partir de la cual comenzará una política de expansión; en primer lugar se liberó de la tutela de Ur para, en 1786, enfrentarse al vecino rey de Larsa, Rim-Sin I, arrebatándole Isin y Uruk; con la ayuda de Mari, en 1762 venció a una coalición de ciudades de la ribera del Tigris, para, un año después, conquistar la ciudad de Larsa. Tras esto se autoproclamó como rey de Sumeria y Acad, título que había surgido en tiempos de Sargón de Acad, y que se había venido utilizando por los monarcas que conseguían el dominio de toda la región de Mesopotamia. Tras un nuevo enfrentamiento con una nueva coalición de ciudades conquistó Mari, tras lo cual, en 1753, completó su expansión con la anexión de Asiria y Ešnunna, al norte de Mesopotamia.
Con el paso de los siglos la imagen del monarca fue mitificada, no solo debido a sus conquistas, sino también a su actividad constructora y de mantenimiento de los canales de riego, y a la elaboración de códigos de leyes, como el conocido código de Hammurabi.
Hammurabi murió en 1750 a. C., siendo sucedido por su hijo Samsu-iluna, quien tuvo que enfrentarse a un ataque de los nómadas casitas. Esta situación se repetiría en 1708 a.C., durante el reinado de Abi-Eshuh. En efecto, desde la muerte del conquistador, los problemas con los casitas se habían multiplicado. Esta presión fue constante y en progreso durante el siglo XVII a. C., lo que fue desgastando el Imperio. Fue un ataque del rey hitita, Mursili I, lo que le dio el golpe de gracia a Babilonia, tras lo cual la región cayó bajo el poder de los casitas.
Asirios
Véase también: Asiria
Hacia el 1250 a. C. se establecieron en el norte de Babilonia los asirios, quienes tomaron el control de todo el país. Sus ciudades más importantes fueron Assur y Nínive, y entre sus monarcas más ilustres destacaron: Assurnasirpal, Assurbanipal, Salmanasar III, Sargón II y Senaquerib. Babilónicos y medos se aliaron y entraron a Asiria desde la meseta de Irán, y finalmente, en el año 612 a. C. tomaron e incendiaron Nínive.[9]
Los neobabilónicos
Babilonia resurgió con los caldeos, otra tribu semita, cuando fue refundada por su rey Nabopolasar, a finales del siglo VII. Su hijo, Nabucodonosor II "el Grande", fue su sucesor y es considerado uno de los reyes babilónicos más importantes pues sus dominios llegaron desde Mesopotamia hasta Siria y la costa del Mediterráneo.
Invasión persa
En el año 539 a.C., el rey persa Ciro, el nuevo rey de Asia, ocupó Babilonia y estableció su poder en toda Mesopotamia.
Historia arqueológica
Los primeros sondeos en la región fueron realizados en 1786 por el vicario general de Bagdag, Joseph de Beauchamps, pero habría que esperar hasta 1842 para la primera excavación arqueológica real, promovida por el cónsul francés en Mosul, Paul Émile Botta, que se centró en el área de tell Kujunjik, cerca de Nínive. Los resultados no fueron interesantes pero, luego de trasladar la excavación por consejo de un aldeano, aparecieron unos bajorrelieves asirios que supusieron el primer hallazgo histórico de las civilizaciones mesopotámicas, de las que, hasta entonces, solo se sabía por las menciones en la Biblia.[13]
A partir de este momento la investigación estuvo marcada por la rivalidad entre ingleses y franceses. Los primeros, dirigidos por Austen Henry Layard, descubrieron la importantísima biblioteca de Asurbanipal; los segundos, el palacio de Sargón II en Khorsabad, cuyos hallazgos tuvieron un desgraciado fin al hundirse en el Tigris una embarcación con 235 cajas de material.[13]
En el área del sur, en la década de 1850, se descubrieron las ciudades de Uruk, Susa, Ur y Larsa, si bien no fue a partir de 1875 cuando se hallaron evidencias de la civilización sumeria. Hasta los primeros años del siglo XX aparecieron gran cantidad de restos, incluido un gran número de estatuas de Gudea. En esta etapa también comienzan a progresar las excavaciones de alemanes y estadounidenses.[13]
Una de las principales características de los yacimientos arqueológicos de la zona es que se han encontrado en gran abundancia textos escritos en cuneiforme, fundamentalmente sobre tablillas de arcilla cruda, que resistieron bien el paso del tiempo, lo que ha permitido conservar algunas de las primeras páginas de la historia de la humanidad.
Cultura
Las culturas de Mesopotamia fueron pioneras en muchas de las ramas de conocimiento; desarrollaron la escritura que se denominó cuneiforme, en principio pictográfica y más adelante la fonética; en el campo del derecho, crearon los primeros códigos de leyes; en arquitectura, desarrollaron importantes avances como la bóveda y la cúpula, crearon un calendario de 12 meses y 360 días e inventaron el sistema de numeración sexagesimal.
Sus restos, aunque quizás todavía hay muchos por descubrir, muestran una cultura que ejerció una poderosa influencia en otras civilizaciones del momento y por ende en el desarrollo de la cultura occidental.
Ciencias
El cálculo floreció en Mesopotamia mediante un sistema de numeración decimal y sistema sexagesimal, cuya primera aplicación fue en el comercio. Además de la suma y resta conocían la multiplicación y la división.
A partir del II milenio a. C. desarrollaron una matemática que permitía resolver ecuaciones hasta de tercer grado. Conocían asimismo un valor aproximado del número π, de la raíz y la potencia, y eran capaces de calcular volúmenes y superficies de las principales figuras geométricas.[14]
La astronomía floreció de igual forma. Los sumerios sabían distinguir entre planetas –objetos móviles– y estrellas. Pero fueron los babilonios quienes más desarrollaron este campo, siendo capaces de prever fenómenos astronómicos con antelación. Este conocimiento de la astronomía les llevó a adoptar un preciso calendario lunar, que incluía un mes suplementario que lo ajustaba al solar.[14]
También se han encontrado tratados de medicina y listados sobre geología, en los que se trataba de clasificar los diferentes materiales.[14]
Literatura
Antes del desarrollo de la literatura, el lenguaje escrito se usaba para llevar las cuentas administrativas de la comunidad. Con el tiempo, se le empezó a dar otros usos, como explicar hechos, citas, leyendas o catástrofes.
La literatura sumeria comprende tres grandes temas: mitos, himnos y lamentaciones. Los mitos se componen de breves historias que tratan de perfilar la personalidad de los dioses mesopotámicos: Enlil, principal dios y progenitor de las divinidades menores; Inanna, diosa del amor y de la guerra; o Enki, dios del agua dulce, frecuentemente enfrentado a Ninhursag, diosa de las montañas. Los himnos son textos de alabanza a los dioses, reyes, ciudades o templos. Las lamentaciones relatan temas catastróficos como la destrucción de ciudades o palacios y el resultante abandono de los dioses.[7]
Algunas de estas historias es posible que se apoyasen en hechos históricos como guerras, inundaciones o la actividad constructora de un rey importante, magnificados y distorsionados con el tiempo.[7]
Una creación propia de la literatura sumeria fue un tipo de poemas dialogados basados en la oposición de conceptos contrarios. También los proverbios forman parte importante de los textos sumerios.[15]
Religión
La religión era politeísta; en cada ciudad se adoraba a distintos dioses, aunque había algunos comunes. Entre estos figuran:
Anu: dios del cielo y padre de los dioses.
Enki: dios de la Sabiduría. Tenía la misión de crear al hombre.
Nannar: dios de la Luna .
Utu: dios del Sol (hacia el 5100 a. C. se llamaba Ninurta).
Inanna: diosa del amor y de la guerra; asociada posteriormente a la diosa Venus.
Enlil: dios de la agricultura.
En el siglo XVII a. C., el rey Hammurabi unificó el Estado, hizo de Babilonia la capital del imperio e impuso como dios principal a Marduk. Este dios fue el encargado de restablecer el orden celeste, de hacer surgir la tierra del mar y de esculpir el cuerpo del primer hombre antes de repartir los dominios del universo entre los demás dioses.
Algo que caracterizaba a estos dioses era que estaban asociados a distintas actividades; es decir, existían dioses de la ganadería, escritura, confección, etc., lo que hizo que hubiera un panteón muy amplio.
Véase: Deidades por atributos.
Lenguas
El desarrollo temprano de la agricultura en la región pudo haber permitido que numerosos pequeños grupos humanos se expandieran independientemente por la región, causando que la diversidad lingüística de esta fuera inicialmente muy grande. Esta situación contrasta con la que se presenta cuando grupos humanos agrícolas con una tecnología superior penetran en un territorio menos densamente poblado por poblaciones seminómadas, lo que da lugar a una diversidad mucho menor, como lo acontecido en Europa con la entrada de los pueblos indoeuropeos.
En Mesopotamia se reconocen dos grandes familias lingüísticas: la indoeuropea (cuya presencia se debe a varias olas, por lo que existen lenguas de diferentes ramas) y la semítica (de la que se testimonian dos ramas). Junto con estas existe un número importante de lenguas aisladas (sumerio, elamita) o cuasiaisladas (hurrita-uratiano), y un número de lenguas mal documentadas cuya filiación no puede precisarse adecuadamente (kasita, hatti, kaskas). Muchas de las lenguas aisladas, cuasi-aisladas y no clasificadas parecen tener rasgos ergativos, lo cual las acerca tipológicamente a algunas lenguas caucásicas aunque esto no es prueba de parentesco, ya que dichos rasgos podrían ser muestra de que en el pasado habría existido un área lingüística de convergencia.
Arte
En la zona fértil de una y otra llanura, abundantemente regada en su parte inferior por los dos ríos que delimitan esta civilización, se produjo muy pronto la sedentarización de los pueblos nómadas que la atravesaban, convirtiéndose en agricultores y desarrollando una cultura y un arte con una sorprendente variedad de formas y estilos.[16]
Con todo, el arte en general mantiene bastante unidad en cuanto a su intencionalidad, que da como resultado un arte algo rígido, geométrico y cerrado, pues, ante todo, tiene una finalidad práctica y no estética y se desarrolla al servicio de la sociedad.[17]
Escultura
La escultura representa tanto a dioses como a soberanos o funcionarios, pero siempre como personas individualizadas (a veces con su nombre grabado), y busca sustituir a la persona más que representarla. La cabeza y el rostro estaban desproporcionados respecto al cuerpo, por lo que se dice que desarrollaron el llamado realismo conceptual: simplificaban y regularizaban las formas naturales mediante la ley de la frontalidad (parte derecha e izquierda absolutamente simétricas) y el geometrismo (figura dentro de un esquema geométrico que solía ser el cilindro o el cono). Las representaciones humanas mostraban una total indiferencia por la realidad, aunque en los animales se presentaba un mayor realismo.
Algunos temas recurrentes de la escultura mesopotámica son toros monumentales, muy estilizados y realistas (genios protectores, monstruosos y fantásticos como todo lo sobrenatural en Mesopotamia).
Sus técnicas principales fueron el relieve monumental, la estela, el relieve parietal, el relieve de ladrillos esmaltados y el sello: otras formas de esculpir y desarrollar auténticos cómics o narraciones en ellos
Estatuilla de un hombre barbudo, probablemente un rey-sacerdote, en piedra caliza. Período de Uruk, año 3300 a. C., Museo del Louvre
Estela de los buitres. Conmemora la victoria del rey Eannatum de Lagaš sobre Umma durante el período dinástico arcaico, año 2450 a. C., Museo del Louvre
Estatua del superintendente Ebih II (detalle de la cabeza), 52,5 cm de alto, procedente del templo de Ištar en Mari, período acadio, año 2400 a. C., Museo del Louvre
Estatua sedente del príncipe Gudea, escultura en diorita, 46 centímetros de alto, excavado en Telloh (antigua Girsu), Irak, período neo-sumerio, año 2120 a. C., Museo del Louvre
Pintura
Debido a las características del país, existen muy pocas muestras de pintura, sin embargo el arte es muy parecido al arte del período magdaleniense de la prehistoria. La técnica era la misma que en el relieve parietal, sin perspectiva. Al igual que los mosaicos (más perdurables y característicos) tenía un fin más decorativo que las otras facetas del arte.
En la pintura y el grabado, la jerarquía se mostraba de acuerdo al tamaño de las personas representadas en la obra: los de más alto rango se mostraban más grandes en comparación con el resto.
La pintura fue estrictamente decorativa, pues se utilizó para embellecer la arquitectura. Carece de perspectiva, y es cromáticamente pobre: solo prevalecen el blanco, el azul y el rojo. Se usaba la técnica del temple, que se puede apreciar en los mosaicos decorativos o azulejos. La pintura se empleaba en la decoración doméstica. Los temas eran escenas de guerras y de sacrificios rituales con mucho realismo, y se representaban figuras geométricas, personas, animales y monstruos, sin representar las sombras.
Arquitectura
Los mesopotámicos tenían una arquitectura muy particular debido a los recursos disponibles. Hicieron uso de los dos sistemas constructivos básicos: el abovedado y el adintelado.
Construyeron mosaicos pintados en colores vivos, como negros, verdes o bicolores, a manera de murales. Los edificios no tenían ventanas y la luz se obtenía del techo. Se preocupaban de la vida terrenal y no de la de los muertos, por tanto las edificaciones más representativas eran el templo y el palacio.
El templo era el centro religioso, económico y político. Tenía tierras de cultivo y rebaños, almacenes (donde se guardaban las cosechas) y talleres (donde se hacían utensilios, estatuas de cobre y de cerámica). Los sacerdotes organizaban el comercio y empleaban a campesinos, pastores y artesanos, quienes recibían como pago parcelas de tierra para cultivo de cereales, dátiles o lana. Además, los zigurats tenían un amplio patio con habitaciones para alojar a las personas que habitaban en este pueblo.
El urbanismo regulado estuvo presente en algunas ciudades, como la Babilonia de Nabucodonosor III, mayoritariamente con diseño en damero. En cuanto a las obras de ingeniería, destaca la extensísima y antigua red de canales que unían los ríos Tigris, Éufrates y sus afluentes, propiciando la agricultura y la navegación.
Tecnología
El desarrollo de la tecnología en Mesopotamia estuvo condicionado en muchos aspectos a los avances en el dominio del fuego, conseguidos mediante la mejora de la capacidad térmica de los hornos, con los cuales era posible conseguir yeso (a partir de los 300 °C), y cal (a partir de los 800 °C). Con estos materiales se podían recubrir recipientes de madera lo que permitía ponerlos al fuego directo, una técnica predecesora de la cerámica a la que se ha llamado «vajilla blanca».[18]
Los inicios de esa técnica se han encontrado en Beidha, al sur de Canaán, y datan del IX milenio a. C. aproximadamente; desde los milenios posteriores se extiende hacia el norte y al resto del Próximo Oriente, cubriéndolo por completo entre 5600 y 3600 a. C.[18]
Cerámica
En Mesopotamia la cerámica comienza a desarrollarse ya empezado el Neolítico, por lo que se habla de un Neolítico Precerámico. Tras este, se da un período en el que la cerámica aparece de forma intermitente en los restos. Esto es debido, más que a una serie de descubrimientos y olvidos, a que la "vajilla blanca" era aún suficiente para la mayor parte de las aplicaciones. Hacia el IV milenio a. C. la cerámica alcanzó un desarrollo pleno, con hornos donde el fuego y la cámara de cocción estaban bien diferenciados.[18]
A partir de aquí y con el dominio de temperaturas aún superiores, surgió una nueva técnica: la vitrificación de la pasta. Hacia el III milenio a. C., durante el período Jemdet Nasr se conseguía fabricar perlas de vidrio y un milenio después ya se dominaba la técnica del vidriado. Finalmente, durante el II milenio a. C., se logró la fabricación de objetos de vidrio.[18]
Metalurgia
La utilización de pequeños objetos metálicos tallados había sido una constante en la región desde el VI milenio a. C., sin embargo no fue hasta el desarrollo de hornos más potentes cuando se generalizó el uso de estos materiales mediante la aparición de la metalurgia. Este cambio puede situarse a mediados el III milenio a. C.; empieza a encontrarse mayor cantidad de objetos metálicos; por su composición, se aprecia que estos objetos son obtenidos mediante fundición, no por el tallado de metales en estado natural y se empieza a experimentar con aleaciones.[18]
Con el desarrollo de las aleaciones se produjo el nacimiento de la metalurgia del bronce, que se diferenció en dos vertientes según los metales con los que se obtenía la aleación, bien fuesen cobre y estaño o cobre y arsénico. El bronce arsenioso se desarrolló en las áreas del Cáucaso, este de Anatolia, sur de Mesopotamia y Levante mediterráneo, trazando un eje norte sur. El bronce de estaño predomina en Irán, toda Mesopotamia, el norte de Siria y en Cilicia, trazando un eje este-oeste. El punto de cruce de estos dos ejes es el sur de Mesopotamia, esto es, la cuna de la civilización sumeria. Esta situación se mantiene durante los milenios IV y III a. C., hasta que en el segundo el bronce arsenioso desaparece.[18]
Entre el 1200 y el 1000 a. C. se produce un nuevo avance: el hierro, que hasta entonces había sido escaso hasta el punto de costar igual que el oro, se populariza debido probablemente al descubrimiento de nuevas técnicas, conseguidas en el área del norte de Siria o en la tierra de los Hititas.[18]
Avances tecnológicos
Algunas de las creaciones que les debemos a las civilizaciones que habitaron Mesopotamia son:
- La escritura (escritura cuneiforme).
- La moneda.
- La rueda.
- Las primeras nociones de astrología y astronomía.
- El desarrollo del sistema sexagesimal y el primer código de leyes, escrito por el rey Hammurabi.
- El sistema postal o de correo.
- La irrigación artificial.
- El arado.
- El bote y la vela.
- Los arreos para los animales.
- La metalurgia del cobre y del bronce.
- Un calendario de 12 meses y 360 días.
Véase también
- Anexo:Cronología de Mesopotamia
- Anexo:Imperios por superficie
- Babel
- Creciente fértil
Referencias
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↑ abc MARGUERON, Jean-Claude (2002). «Los inicios del Neolítico en Mesopotamia». Los mesopotámicos. Fuenlabrada: Cátedra. ISBN 84-376-1477-5.
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Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Mesopotamia.
«Journal Libre de Estudios Orientales». Consultado el 20 de mayo de 2007.
PÉREZ GARCÍA, Juan Manuel. «Mesopotamia. Caliope. Letras, arte y cultura». Archivado desde el original el 27 de mayo de 2014. Consultado el 18 de octubre de 2012.
Mesopotamia, 1920
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