Epidemias de cólera en España




Las epidemias de cólera en España fueron una serie de brotes de cólera morbo que ocurrieron desde el primer tercio del siglo XIX hasta finales del mismo siglo en las grandes ciudades de España.[1][2]​ En total fallecieron unas 800.000 personas a lo largo de las cuatro pandemias que acontecieron en España durante ese siglo. No obstante, la enfermedad del cólera fue una entre varias de las enfermedades contagiosas que azotaron el país. Sirva decir que la población española en 1800 era de 11,5 millones de personas y se caracterizaba por una alta tasa de natalidad y mortalidad. Las sucesivas pandemias que sufrió el país provocaron una recesión económica, así como una oportunidad de cambio profundo en la sanidad e higiene en España. No estuvo exenta de polémicas, tanto por empleo de las vacunas creadas por Jaume Ferran como por las formas de combatir la enfermedad, así como por las políticas empleadas para abordar la enfermedad. Cabe mencionar que el terror causado en la población, debido a las muertes ocasionadas, fue motivo de revueltas populares e inestabilidad social.


Desde el primer brote de 1817 ocurrido en la India, es conocida como una enfermedad pandémica. Su posterior propagación a lo largo de los sucesivos países de Europa hace aparecer, finalmente, los primeros casos a España. El primer brote ocurre a principios del año 1833 en el puerto de Vigo, que se repite casi simultáneamente en el sur de España.[3]​ El primer brote surge en un ambiente político conflictivo e inestable, en mitad de una transición política severa. La muy reciente muerte de Fernando VII tras la Década Ominosa deja un estado débil y lleno de conflictos, acontecen los primeros brotes durante la que sería la Primera Guerra Carlista que se desarrollaba en el norte de España. En 1884, Robert Koch descubre el origen de la enfermedad en forma de bacilo, el combate contra su avance tuvo ya desde ese año un sentido científico, no obstante aparecen brotes epidémicos a lo largo del mundo. En el siglo XX sólo hubo dos brotes de cólera en España, que sucedieron en 1971 y 1979.




Índice






  • 1 Características


  • 2 Historia


    • 2.1 Primeras gestiones


    • 2.2 Primer brote


    • 2.3 Brotes sucesivos


    • 2.4 Brotes en el siglo XX




  • 3 Efectos sociales


  • 4 Referencias


  • 5 Véase también





Características



El cólera es una enfermedad infecciosa causada por las enterotoxinas del bacilo Vibrio cholerae. Los enfermos muestran un síndrome basado en vómitos y una excesiva diarrea (denominada colerina) con heces líquidas sin mostrar apenas fiebre. Tras un periodo de incubación de uno o dos días. La muerte se produce por deshidratación en menos de una semana. En situación normal la enfermedad se transmite por el agua y los alimentos. Cuando el brote se establece en una población son las propias y abundantes deposiciones (en más de treinta ocasiones por día) las que contaminan con suma facilidad las fuentes de agua potable y las ropas de los afectados. Se propaga con facilidad en las zonas húmedas y su incidencia es mayor en los países de clima cálido.


La enfermedad legó a Europa entre 1817 y 1823 procedente de la India. Azotando diversas zonas de Europa a partir de esta fecha, llegándose a contar sus víctimas por varios millones.[4]​ Finalmente, el 2 de febrero de 1884 el doctor Robert Koch descubrió el bacilo causante de la enfermedad en las heces de los pacientes.[5][6]​ Antes de esta fecha todas las curas eran elucubraciones sin sentido científico, muchos de los doctores se encontraban apegados a la teoría miasmática. Muchas de las actividades profilácticas estaban fundamentadas en las sangrías, que por su abundancia producían muertes por desangramiento. Eran frecuentes las lavativas emolientes y mucilaginosas. Tras el descubrimiento de Koch, en España el doctor Jaume Ferran ensaya una vacuna un año después y es ampliamente criticada por científicos y políticos. A esta crítica contribuye el español Santiago Ramón y Cajal que niega la efectividad del método propuesto por Jaume. Finalmente la vacuna no es aprobada oficialmente, sin embargo es en junio de 1919, en un congreso internacional de higiene celebrado en París, cuando es aceptada públicamente.


En la actualidad, para su curación no se emplean penicilinas, con una solución de tetraciclina se reducen considerablemente sus efectos. El tratamiento actual consiste en una rehidratación del paciente con aporte de sales minerales, bien por vía intravenosa, bien por oral. La enfermedad del cólera a finales del XIX cuando parece haber desaparecido en Europa y América, y desde 1950 sólo se mantienen brotes esporádicos en la India y países próximos como Bangladés. No obstante la Organización Mundial de la Salud (OMS) registra cada año nuevos brotes en diferentes partes del mundo, por regla general en países en vías de desarrollo. A pesar de todo aparecen dos nuevos brotes en España a mediados del siglo XX, que se acotan con relativa facilidad siendo el número de víctimas escaso en comparación con los brotes del siglo XIX.



Historia


Una de las características de la inicial evolución del cólera es que cada país infectado trataba de solucionar el problema por sí mismo, sin solicitar ayuda al resto y sin realizar ninguna acción conjunta, ni dar información alguna a otras naciones. En España ocurrió de la misma forma. Las enfermedades infecciosas son una forma habitual de mortalidad, a comienzos del siglo XX, las muertes por enfermedades infecciosas todavía suponían casi la cuarta parte de las defunciones. El cólera era una de las más temidas por la sociedad, pero no era la única que azotaba al país: un ejemplo era la fiebre amarilla y la viruela. La mortalidad de los diferentes brotes causó unas 300 000 muertes en el periodo de 1833-1834, unas 236 000 muertes en 1854-1855, unas 120 000 en 1865 y otras 120 000 en 1885.[2]​ Se puede comprobar que el último brote ocurrió cuando ya se conocía la causa de la enfermedad. El cólera afectó en sus diversos brotes sobre todo a la mitad oriental de la península ibérica, y particularmente a los núcleos urbanos densamente poblados, de la costa y algunos de ellos también en el interior. Desde que en 1832 la enfermedad apareció en Gran Bretaña, en España existía la preocupación por conocer el origen, prevención y tratamiento. Pero al desconocer la etiología de la enfermedad, las acciones de carácter preventivo eran ensayos sin fundamento científico alguno.



Primeras gestiones


Desde la administración se tomaron las medidas preventivas para detener el avance creyendo en las teorías clásicas epidémicas de la época. El doctor Pedro Castelló, consiguió de Fernando VII la autorización para enviar en febrero de 1832 una comisión médica compuesta por Pedro María Rubio, Lorenzo Sánchez Núñez y Francisco Paula y Folch, con el objeto de estudiar los efectos del cólera en ciudades como París, Viena y Múnich, siendo el resultado de su viaje el informe remitido desde Berlín el 31 de mayo de 1833, no publicado hasta 1834. La aparición del primer brote en la península a partir de 1832 era cuestión de tiempo. Algunas de las medidas se fundamentaban en la creación de cordones sanitarios, las cuarentenas en los lazaretos, el aislamiento sectorizado de la población, habilitación de Hospitales. Se mejoran las condiciones higiénicas de algunas ciudades pobladas, limpiando con más frecuencia las calles. Se publica un Plan Curativo del Cólera Morbo. La primera polémica surge cuando se comienza a aplicar los cordones a ciertos segmentos de la población, algunos médicos no estaban de acuerdo con la aplicación de cordones debido a que tenían dudosa eficiencia, además de que paralizaban las actividades económicas. Algunos médicos, sin embargo, estaban de acuerdo con las medidas y las adoptaban según su criterio al no haber una autoridad central de tipo sanitario.


En esta época del siglo XIX se consideraba a la enfermedad del cólera como una enfermedad epidémica, en absoluto contagiosa, y por lo tanto se pensaba que el mejor proceder era poseer una buena higiene para no adquirirla. El Plan Curativo del Cólera Morbo hacía numerosas indicaciones al respecto. Se mencionaba que la causa principal del cólera residía en la propia atmósfera. Se realizan acciones profilácticas como sacar fuera de las ciudades la venta de frutas y verduras. Se establecen Juntas de Sanidad de régimen local. Las principales teorías patogénicas sobre el morbo eran la nerviosa, espasmódica, humoral y gastroentérica o inflamatoria. Uno de los doctores que destacó en los primeros brotes fue el higienista Mateo Seoane que publicó diversos artículos sobre la evolución de las pandemias en Europa, recopilador de las experiencias de otros países en el tratamiento de la enfermedad. De la misma forma el precursor de la epidemiología española Nicasio Landa realiza numerosos estudios estadísticos (topografía médica, tasas de incidencia, tasas de letalidad, etc.) que permiten estudiar la evolución de la enfermedad hoy en día, sobre todo las correspondientes al segundo brote de 1855.



Primer brote


Había pasado nueve meses desde que el cólera había llegado a París, y año y medio desde que había llegado a Inglaterra y las autoridades españolas y portuguesas sabían que era cuestión de tiempo la aparición del primer brote en la península. Los primeros casos de la enfermedad se dieron en la ciudad de Vigo en enero de 1833.[3]​ El primer afectado se llamaba Francisco Conde y vivía en las cercanías del arsenal de Vigo. En Barcelona se produce un brote casi simultáneamente. El brote tuvo su inicio debido al desembarco de las tropas de combate procedente de la Guerra de Sucesión portuguesa, es posible que fueran las responsables de su llegada a España, siendo en Andalucía donde se produjeron los casos más mortales en el verano de ese mismo año. La llegada del invierno frenó el avance de la pandemia en todo el país, al llegar de la primavera la enfermedad alcanzó en un segundo avance Madrid. De Vigo se propagó a Pontevedra y quedó aislado en esa área de Galicia. Otras historias mencionan que la enfermedad vino a bordo del barco de vapor "Isabel la Católica", que procedía de Grecia, en él viajaban tres enfermos que fueron incomunicados en el lazareto correspondiente. A pesar de todo días después aparecen casos en Redondela, Tuy, Vigo, Pontevedra y en casi todos los pueblos de la provincia.


El foco del sur de España fue más virulento, y se propagó con gran fuerza debido a las condiciones medioambientales hasta llegar a Madrid, Toledo, Guadalajara, Soria, Ávila, Burgos, y Cuenca. En la capital, ya en el mes de julio de 1834, el terror de la enfermedad era de tal intensidad que se produjeron matanzas de frailes, y se les acusó de causar la enfermedad por envenenamiento de las aguas. El suceso fue recogido por la prensa local. Se comenzaba a sospechar de todo el mundo, de los aguadores, los farmacéuticos, de los médicos.[7]​ El número de denuncias de personas que se sospechaba contaminaban el agua se multiplicaron.


Hubo una tercera vía de entrada del cólera de 1834 a través del Mediterráneo, Baleares y Tarragona. Una de las causas fue el navío español Tritón, que conducía militares hacia el protectorado español de Marruecos. Los militares de las tropas españolas del África pasaron la enfermedad a los civiles y de este contacto la enfermedad se propagó por las ciudades. Esta primera epidemia de afectó a unas 1.394 poblaciones, la última provincia afectada fue Cáceres y el último pueblo Ceclarín. La epidemia duró en total un año, cinco meses y veintidós días. Del primer brote casi 300.000 personas fueron afectadas, un tres por ciento de la población. Los casos se propagaban debido a los pasajeros de barcos.



Brotes sucesivos


La epidemia de 1855 afecta a amplias zonas del interior. Este segundo brote es el más documentado por la prensa de la época y del que más calado hay en la memoria de los afectados. Cabe pensar que uno de cada diecinueve españoles se vio afectado en la segunda epidemia. Siendo, no el más mortífero de los brotes de cólera acaecidos en España en el siglo XIX, es devastador por las consecuencias que generó su miedo. Todo ello a pesar de que ya se comenzaba a sospechar en los modos de transmisión de la infección entre la población y de comenzar a coordinarse una incipiente red internacional de puestos sanitarios que facilitasen información periódica respecto a la evolución y situación de la enfermedad. En algunas ciudades como en Madrid se renovó el sistema de comunicación y saneamiento de aguas, creando el Canal de Isabel II. En las provincias españolas fueron apareciendo sucesivamente brotes epidémicos. Este brote ataca con mayor virulencia a las clases bajas, en especial las emergentes trabajadoras.


A nivel mundial, la siguiente pandemia surgió en 1863 y alcanzó hasta 1873. En 1865, el cólera entró en España por el puerto de Valencia, siendo las provincias más afectadas Valencia, Palma de Mallorca, Gerona, León, Albacete, Huesca y Teruel. El doctor Antonio Fernández García realizó una labor encomiable de recopilación de datos. En España durante el periodo de 1855 a 1865 habían ocurrido cambios políticos.


En 1885 una gran epidemia de cólera afectó a unas 5000 personas, de las cuales murieron el 50 %, en la provincia de Jaén. Llegó precedida por algunos fenómenos catastróficos, como terremotos y lluvias torrenciales, que crearon el caldo de cultivo para desarrollar la epidemia. Llegó desde el Levante a través de la provincia de Granada. En julio de 1885 ya afectaba a poblaciones como Villacarrillo, Torreperogil, Cazorla, Arjonilla o Baeza. Aunque el primer caso se registró en Jaén el 13 de agosto, durante un mes antes se dan fallecimientos que tienen como causa enterocolitis, diagnóstico que puede interpretarse como un eufemismo para referirse al cólera cuando no se quiere declarar la enfermedad. El total de víctimas mortales en la capital fue de 611, similar al de la epidemia de 1855, pero menor porcentualmente; de todas formas mucho más elevado que el del conjunto nacional.[8]



Brotes en el siglo XX


En el siglo XX se regulariza el empleo de vacunas coléricas, y se conoce la forma de abordar la enfermedad. Avances en el desarrollo de las vacunas y antibióticos. A pesar de todo se produjo un brote epidémico de cólera en pleno franquismo y se localiza el foco en la ribera del Jalón, ocurre en julio de 1971.[9]​ El brote, aunque causa una situación de alarma en Aragón, se procura ocultar a la sociedad española de la época. Posteriormente hubo otro brote en 1979.[10]



Efectos sociales


El primer brote de cólera fue tratado muy discretamente por la prensa española, por ejemplo en la prensa madrileña la situación real se disimuló hasta que el brote alcanzó la capital en 1834. Se temía que la enfermedad paralizase las actividades de comercio. Las pandemias de cólera, y sobre todo la de 1885, han sido ampliamente estudiadas, tratando incluso en sus dimensiones terapéuticas. Las polémicas sobre los posibles tratamientos científicos, discusiones sobre los más eficaces, todos ellos fueron de gran trascendencia y crearon alarma social. Cabe destacar la vacunación de Ferrán y la polémica nacional desatada en tomo a la misma. De todas formas la polémica social se encontraba en los frecuentes tratamientos milagrosos. No faltaban los ensalmadores curaban mediante oraciones, palabras mágicas y signos. La multitud de formas de pretender curar la enfermedad dependió fundamentalmente de las doctrinas etiopatogénicas que tuvieron los doctores de la época. Como profiláctico se recomendaba el sulfato de quinina, el alcanfor y el ácido benzóico; otros remedios como el cigarro de cinabrio, un mineral rico en mercurio y el humo de carbón de leña.


El nivel de indigencia en las ciudades era alto, desde finales del siglo XVIII la cantidad de ellos en las grandes ciudades no dejaba de crecer. Este grupo social fue el que dirigió revueltas populares, unas se dirigían contra la Iglesia y otras contra otros organismos jerárquicos de poder.[7]​ Se producen motines en las grandes ciudades. Su estilo de vida carente de higiene, comida o de medios básicos les convirtió en unos de los objetivos de la enfermedad. Las ciudades y pueblos se aíslan y sufren controles de acceso, las ciudades amuralladas emplean las murallas con "barrera de acceso". A los sospechosos se les conducía a los lazaretos. Las guerras Carlistas con su consiguiente movimiento de tropas, ayudaron a la expansión de las epidemias de cólera. El terror que causa la enfermedad hace que el brote de cólera de 1865 vacíe ciudades como Madrid y Burgos, mucha población se desplaza dejando sus negocios abandonados, las ciudades despobladas. El efecto sobre la economía se sintió en décadas posteriores. Tras cada brote los campos se abandonaban e iban seguidos de periodos de carestía que afectaba a grandes grupos de población.


Los cementerios en España antes de estas epidemias se encontraban ubicados en el centro de las ciudades, a veces cercanos a los propios Hospitales y en ocasiones se enterraban dentro de las iglesias. El traslado de los cementerios desde el centro de las poblaciones a sus afueras, fue causado por la cantidad de muertes. En muchos casos los cementerios pasan de estar intramuros a extramuros de las ciudades.[11]​ En muchos cementerios se mantenían abiertas fosas "familiares" a la espera de nuevos fallecimientos entre los parientes cercanos para taparlas cuando quedaban llenas. Tras las primeros brotes, rara era la ciudad que no tenía los cementerios ubicados "a las afueras", algunos de los cementerios populares en la actualidad se encuentran en las afueras y datan de comienzos del siglo XX.[12]



Referencias




  1. Luis S.-Granjel Santander, Luis S. Granjel (1980). Universidad de Salamanca, ed. El cólera y la España ochocentista (Primera edición). Salamanca. ISBN 84-7481-104-X. 


  2. ab E Angolotti Cárdenas (1970). «Datos para la historia del cólera en España». Rev Sanid Hig Pública. 


  3. ab Mariano González de Sámano, (1859), Memoria histórica del cólera-morbo asiático en España, Volumen 1, Imp. de Manuel Álvarez


  4. Francisco Feo Parrondo (2005). «La epidemia de cólera en San Fernando de Henares (1865)». Nimbus: Revista de climatología, meteorología y paisaje (15-16): 57-72. ISSN 1139-7136. 


  5. Bentivoglio, M; Pacini, P (1995). «Filippo Pacini: A determined observer». Brain Research Bulletin 38 (2): 161-5. PMID 7583342. doi:10.1016/0361-9230(95)00083-Q. 


  6. Howard-Jones, N (1984). «Robert Koch and the cholera vibrio: a centenary». BMJ 288 (6414): 379-81. PMC 1444283. PMID 6419937. doi:10.1136/bmj.288.6414.379. 


  7. ab Antonio Fernández García, (1979), Enfermedad y sociedad el cólera de 1865 en Madrid, Cuadernos de investigación histórica, ISSN 0210-6272, Nº 3, págs. 155-186


  8. Carreras Velasco, Antonio (1996). «La última epidemia de cólera en el Jaén finisecular (1885)». Códice (9 (10)): 7-18. 


  9. Carrasco Asenjo, Miguel; Jimeno Maestro, Josefina (2007). «La epidemia de cólera de 1971. Negar la realidad». Revista de Administración Sanitaria Siglo XXI. Archivado desde el original el 4 de febrero de 2012. Consultado el 24 de noviembre de 2012. 


  10. Angel Rodríguez Cabezas (2000). «Anotaciones descriptivas del último brote epidémico de cólera en España (1979)». Isla de Arriarán: revista cultural y científica 15. ISSN 1133-6293. 


  11. Real Orden de 2 de junio de 1833)


  12. D Peral Pacheco, (1991), El cólera y los cementerios en el siglo XIX, Norba - Revista de Historia.



Véase también



  • Matanza de frailes en Madrid de 1834

  • Epidemia de cólera de 1885 en Zaragoza




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